22 mar 2014

Mein Kampf (El contexto de creación de un libro ideologico)

Hace unas semanas me comentó un amigo que estaba leyendo un libro, de un filosofo del siglo XX. Pensé en los clásicos, como Nietzsche o Wittgenstein y me sorprendió diciendo que era el “Kampf” de Adolf Hitler
Dijo filosofo para engañar, y me comentó que estaba ligeramente asustado. Tras leer los primeros capítulos estaba, excepto sobre el tema del racismo y el antisemitismo, de acuerdo con lo que escribió su autor. 
Le recomendé que debería contextualizar al libro, como hago ahora yo. Primero contextualizo lo ocurrido entre la fundación de la primera república de Alemania en 1918 hasta la publicación del libro en 1925, y después haré unos breves comentarios sobre el contenido.

El contexto exterior

Repartición de publicidad propagandistica de la SA en Berlin, 1924.
El 11 de agosto 1919 entra en vigor la constitución de la primera república de Alemania, hoy conocido bajo el nombre de la republica de Weimar. Es una republica inestable, no deseada. Hace poco habían dictado los victoriosos de la primera guerra mundial las condiciones de la paz a Alemania, con perdidas territoriales dolorosas y pagos financieros de castigo fuertes, han desmilitarizado la joven república y la han echado la culpa de la anterior sangría. 
Muchos alemanes se sienten deshonrados y están cabreados sobre esta paz de Schandfrieden (paz de la vergüenza). En vez de culpar las anteriores elites (la familia real, los altos militares y los industriales de guerra), quienes habían sido los que iniciaron y perdieron la guerra, culpan los representantes de la joven democracia. Porque los listos generales logran difundir exitosamente un mito: el ejercito ha sido exitoso en el campo de batalla, pero entonces fue empuñalado por el hogar revolucionario, es decir, por los marineros revolucionarios y liberales de 1918. Entre los enemigos nacionales de la república se extiende velozmente la Dolchstosslegende (la leyenda del empuñamiento). 
Uno de ellos es el cabo Adolf Hitler. Pero su comportamiento durante primavera de 1919 es extraño. Se sabe que siendo hombre de confianza de su compañía había trabajado con el departamento de propaganda del gobierno socialista y que se dejó votar, durante la republica comunista de Munich (abril 1919 – mayo 1919), como consejero de su batallón. ¿Una breve experiencia como hombre de izquierda, como lo tenían muchos otros nacionalsocialistas más tarde, similar al fachista Mussolini? ¿El oportunismo de un hombre quien no tiene hogar, excepto el de su compañía? ¿O un intento de infiltrar la republica comunista? ¿Por qué no se une con uno de los numerosos asociaciones de soldados veteranos (Freikorps) radicales? ¿Por qué tiene su cabeza llena de ideas contradictorias y está desorientado? El historiador Joachim Fest sospechó que Hitler, quien durante su vida adoró Wagner, antes que la política se interesó por el drama, el pathos, lo teatral. Similar opina el experto Ian Kershaw: Toda su carrera se basó en la representación. Sin embargo aclaran ambos historiadores que Hitler podía emocionarse considerablemente cuando creía realmente en su causa. Desde mediados de los años 20 del siglo XX hasta su muerte actúa Hitler de manera flexible, sin ser un oportunista. En cambio sus comportamientos tardíos están marcados por su obsesión ideológica.

Después de la república de Munich se libra Hitler de cualquier sospecha porque denuncia y ayuda buscar camaradas rojos. Así se convierte en el hombre de contacto de la agencia de noticias del ejercito (Reichswehr – Nachrichtenabteilung), una especia de policia política que se encarga de vigilar la vida política de la ciudad y difunde propaganda anti–socialista entre los soldados.
Durante un seminario se fija un docente en un grupo que rodea, muy atento y fascinado, un hombre, quien habla continuamente. De vez en cuando le cae algo de pelo en su cara de faz blanca. Claramente, una persona con don de habla. 
Durante todos los años se ha entrenado Hitler, monologando continuamente, una habilidad interesante: copiar sin gran esfuerzos ideas ajenas, recolocarlas y exponerlos emocionalmente. En diálogos es torpe; pero cuando habla en tono magistral, pierde Hitler toda contención. 
Una contradicción, donde se pone de manifiesto una brecha fundamental, que está presente desde la infancia: entre amor propio ilimitado, que le convierte en frente al público en un tribún popular, y profunda inseguridad que le imposibilita encontrar amigos. Algo indica que este comportamiento contradictorio tiene su raíz en el antagonismo del amor de su madre y el comportamiento dominante de su padre.
Le nombran como orador de propaganda de la agencia de noticias y trabaja con gran éxito. La ira y el amargo de los soldados, quienes se sienten traicionados por su victoria de la guerra mundial, sus ideales, su juventud, también es la suya. Y les puede presentar los culpables: marxistas y judíos, los revolucionarios de noviembre del año 1918. Pronto se convierte la imagen del judío como enemigo en un elemento esencial de su retórica: La meta ha de ser, sin duda, la desaparición de los judíos, como responde por escrito a su superior, quien le había ordenado contención. Algunos representantes conocidos de la izquierda política eran judíos, algunos protagonistas de la revolución rusa también. Tanto esos hechos como la simpleza de una conjura mundial de judíos invitan agitar contra los Judíos.

Hitler con 34 años, 1923, como nuevo jefe del partido.
En septiembre observa Hitler como hombre de contacto del ejercito la reunión de un minúsculo grupo político. El partido obrero alemán (Deutsche Arbeiterpartei) quiere reconciliar la nación con el socialismo, mover los obreros hacia la derecha. 
En reuniones y asambleas se quejan tanto de los ricos como del proletariado, tanto de la vergüenza de Versalles como de los judíos. Tal como el mismo Hitler más tarde narró, llamó la atención de la DAP gracias a un discurso emocional y le piden convertirse miembro del partido. Es una contradicción de lo que dice su superior, quien le había ordenado inscribirse para refortalecer al partido. 
De todos modos recibió Hitler unos días después el carnet de socio con el numero 555. La DAP había comenzado con la numeración a partir del 500 en vez del 0 con el fin de parecer más grande. Hitler gana rápidamente influencia, lleva las reuniones del camarote de un bar hacía el público. 
Al inicio de 1920 cambia el partido su nombre hacia el partido nacionalsocialista alemán (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei). En verano recibe una nueva bandera, que contiene un símbolo muy extendido: una cruz gemada negra en un circulo blanco sobre fondo rojo. Al final del año puede el partido, gracias al dinero de un fabricante, permitirse la compra del Völkischer Beobachter como periódico del partido. En estos momentos Hitler ya no trabaja más para el ejercito, sino oficialmente para la NSDAP.

En el Munich post-revolucionario existen numerosos grupúsculos nacionalistas, desde grupos semi-sectarias en los fondos de los bares hasta la sociedad elitista Thule con sede en el noble hotel Vier Jahreszeiten
Nacionalismo alemán y antisemitismo habían existido ya en épocas del imperio alemán. Pero debido a la derrota militar y la crisis financiera aumenta el numero de personas disponibles escuchar ideas radicales. Especialmente en Baviera, que tras su experimento comunista se ha convertido en la fortaleza de la contrarrevolución.

Hitler observa (a su derecha Strasser, el jefe del periodico “der Stürmer”) en 1923 una marcha de los Freikorps en Nürnberg.
Realmente no hay nada nuevo en lo que dice Hitler. Lo nuevo es como lo dice: furioso ladra sus frases, incendiando el rencor de sus oyentes, su miedo de perder su estatus social. El habla en imágenes escuetos de blanco y negro, sin tono de gris, simplificado, sin sensibilidad, con sarcasmo ácido y un lenguaje brutal, capaz de subirlo teatralmente, cambiando continuamente entre un tono sagrado – oscuro hacia un chillón furioso. Y las bodegas de
Generalstaatskommissar Gustav von Kahr
cerveza le aplauden, hay tumultos, gritos. Se organiza una guardia de sala, un grupo de matones, que desde 1921 se denomina sección de asalto (Sturmabteilung). 
En el mismo año llena Hitler el Circus Krone con mas de 6000 oyentes dispuestos a pagar para escucharle. Para el público es cara y voz de su partido, que sin Hitler no tiene nada que ofrecer. Pronto comienza Hitler comportarse como una diva sensible, reacciona ante problemas y protestas con salidas de ira. Y aún así duda aceptar la jefatura del partido, varias veces ofrecido. 
Finalmente accede, pero reclamando poderes dictatoriales, ¡sino se va! Un comportamiento que será rutina: Hitler teme decisiones y cuando decide, lo hace como un jugador: una decisión instantánea apostando todo o nada. Los miembros del partido aceptan. Siendo jefe de partido, comienza la NSDAP interrumpiendo con la SA asambleas de partidos enemigos, con batallas tanto en salas como en la calle. Cuando el presidente de la republica de Weimar, Friedrich Ebert, visita Munich, le saluda el pueblo con chillos, pitidos y escupidazos – igualmente como suele sufrir Hitler chillos y jarras de cerveza volando por los aires. Disparos, asesinatos: la republica de Weimar se encuentra permanentemente al limite hacia una guerra civil.

Cuerpos de refuerzo de la SA se preparan para viajar hacia Munich durante la intentona.
En 1923 parece llegar el momento. Franceses y belgas ocupan la zona del Rin y Ruhr, para confiscar y recaudar los pagos de reparación. La economía alemana esta a punto de
Reichswehrgeneral Otto von Lossow.
deshacerse, la inflación explota: en septiembre cuesta un pan tres millones de marcos, un dólar tiene el valor de 100 millones de marcos. En las metrópoli surgen revueltas de hambre. 
Presidente Ebert gobierna mediante directrices de emergencia, que le está permitido gracias al peligroso párrafo 48 de la constitución. En Sajonia preparan los comunistas una revolución, en Berlín plantean militares y derechistas un golpe de estado. Y en Baviera se hincha la NSDAP en pocos meses terminando teniendo más de 50000 miembros. 
 El gobierno del Land Baviera concede a un comisario general del estado, Gustav Ritter von Kahr, poderes semi–dictatoriales. En su lado está el jefe de la policía, Hans Ritter von Seisser, y general Otto von Lossow, el comandante del ejercito de Baviera. El triunvirato prohíbe una serie de asambleas de la NSDAP. Pero no para salvar la república: sino más bien para poder liderar un posible golpe de estado contra Berlín. Y para silenciar al Hitler vulgar, cuya política se dirige también contra las antiguas elites. 
Las semanas pasan tensamente. El precio para pan sube hacia mil millones de marcos. Al inicio de noviembre descubren Kahr, Seisser y Lossow, que los líderes del ejercito no harán nada contra el gobierno. Mientras tanto a Hitler se le escapa el tiempo. Desde hace años proclama la sublevación nacional, miles ha ilusionado, numerosos periódicos le celebran como rey de Munich. Para sus seguidores es el caudillo (Führer) superior. ¿Y ahora?

Bloqueo de calle por un cuerpo Freikorps en Munich, en el centro, con la bandera, Heinrich Himmler, 9. de noviembre de 1923.
¿Porque no actúa Hitler ahora, cuando tiene la oportunidad para un golpe de estado? Funcionarios del partido temen que los seguidores del NSDAP cambien de partido, hacia los comunistas, si no ocurre algo. Hitler vacila de nuevo, para después precipitarse. El 7 de noviembre de 1923 proclama en circulo pequeño, que se debería dar el golpe al día siguiente, cuando los famosos de Baviera se reúnan para un discurso de Kahr en el Bürgerbräukeller
Oberst Hans von Seisser, Kommandeur der Landespolizei.
Nada está planeado. Clandestinamente se movilizan en las horas de la tarde del 8 de noviembre tanto la SA como otras unidades paramilitares. A las 20 se apoya Hitler en una columna en la parte trasera del Bürgerbräukeller. Con 3000 visitantes está la sala a tope. Como siempre lleva su pistola browning. Kahr comienza leer su discurso desde un manuscrito. Después de media hora hay en la entrada un tumulto. Entran armados, empujan una enorme ametralladora hacia la sala. Hitler se remueve entre la gente. 
Una vez llegado adelante, dispara con su browning al techo, subiendo al podio: ¡la revolución nacional ha comenzado! Se formará un gobierno provisional - ¡bajo su liderazgo! Entonces ordena a Kahr, Lossow y Seisser que vayan a un despacho atrás. El triunvirato le sigue, perplejo. Hitler les exige cooperación, propone nombrarlos ministros. Con la llegada del general Erich Ludendorff, quien sabía de la conspiración, aceptan los tres. Junto vuelve el grupo a la sala. Allí recogen los seguidores el mensaje con entusiasmo, se canta el Deutschlandlied. Entonces se pueden ir todos. 
Mientras tanto intentan unos golpistas armados tomar instituciones del ejercito, del gobierno y de la policía. Entonces comete Hitler un error esencial: sale por donde están los grupos de la SA luchando y entrega el comando a Ludendorff, quien se queda en el Bürgerbräukeller. El viejo general deja que Kahr, Lossow y Seisser se puedan ir, palabra de honor dada, y Hitler no se entera de nada ya que está en la calle. 
Cuando en Munich comienza el 9 de noviembre y los carteles anuncian al nuevo canciller de Hitler. En cambio Kahr, Lossow y Seisser ya han informado al gobierno y tienen los edificios centrales de justicia y administración bajo su control. Todo lo que ha conquistado la sublevación nacional esta noche es el Bürgerbräukeller, una cervecería. Hitler está furioso, confuso, desesperado. 
Finalmente propone Erich Ludendorff una marcha de la NSDAP por el centro de la ciudad. Posiblemente se una la población a la intentona. Mas de 2000 hombres se ponen firmes. Hombres con bandera en la primera fila, seguidos por Hitler y Ludendorff, después en filas de 12 hombres los armados. Realmente atrae la marcha miles de espectadores. Hacia las 12:45 ven la Feldherrnhalle. La policía aparece. Entonces cae un disparo, se desconoce quien lo da. El tiroteo dura menos de un minuto, 14 golpistas y 4 policías mueren, docenas están heridos. Finalmente se escapan todos corriendo. 
Ludendorff se deja detener, Hitler huye, pero le capturan dos días después. Se había escondido en la casa de un mecenas suyo. Kahr prohíbe su partido el 9 de noviembre, primero en Baviera, poco después a nivel nacional. Hitler ha fracasado, mientras que está sentado en comisaría, desaparecen las cruces gemadas en las calles.

Despúes del juicio: Hitler, Wilhelm Frick (tercero de la izquierda), Ludendorff (medio) y Ernst Röhm (segundo de derecha).
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La amarga situación de la republica, el fundamento de su polémica, se mejora. La reforma monetaria finaliza la inflación, los aliados están dispuestos reducir las reparaciones. Con el año 1923 termina el caos de la postguerra. La democracia gana estabilidad. Pero continua con su hipoteca más pesada: tiene demasiados enemigos en interior, incluso en la administración proveniente de los tiempos imperiales. 
Eso se observa, cuando comienza en febrero de 1924 el proceso contra los golpistas. Con simpatía, lejos de disimularlo aunque sea mínimamente, permite el juez al acusado convertir el tribunal en su plataforma teatral. Así Hitler logra glorificar la intentona fracasada. El acuso de alta tradición rechaza Hitler Pues no hay traición contra los traidores de 1918. El ha actuado como mejor alemán quien quiere lo mejor para su pueblo
 El primero de abril 1924 se declara Ludendorff libre de todos cargos, Hitler es castigado con el mínimo de 5 años, con la posibilidad de poder salir más pronto de prisión. Ya el 20 de diciembre 1924 sale del juicio. El juicio aclara su espíritu patriótico y su noble voluntad. Si hasta entonces Hitler había sido un conocido a nivel local, se convierte con esta sentencia judicial en ídolo de los enemigos republicanos de derechas de Alemania.

Hitler en la prisión – fortaleza Landsberg 1924.
Su arresto en Landsberg se parece más ser una residencia en un hotel. Hitler recibe cartas de admiradores, flores, cientos de visitantes. Y escribe su primera parte de un libro: una combinación de autobiografía y programa. Titulo: Mein Kampf.

Cuando se publica el libro 1925/26 en dos libros, puede leer todo el mundo que plantea Hitler, si una vez llega al poder. Pero apenas hay lectores o lo toma en serio. 
Se tarda hasta los primeros éxitos electorales de la NSDAP a partir de 1930 para que tenga un cierto éxito: 287.000 personas compran al libro hasta 1933, más tarde se traduce en 16 lenguas. 
De todos modos, incluso nacionalsocialistas de rangos altos reconocían que nunca habían leído el libro.



El contexto interior

Hitler escribe Mein Kampf principalmente por dos razones: por un lado pretende recuperar su control sobre la NSDAP prohibido que se refundó con su vuelta a la libertad, y darle un fundamento ideológico que aseguraría su poder. Por el otro lado necesitaba simplemente dinero para pagar su abogado. No tiene más misterio.

¿Qué ha escrito Hitler en su libro, cuya primera parte se publica en 1925 y la segunda en 1926? Pocos lo leen, era uno de los bestseller menos leídos en la historia alemana. Mientras que morían las victimas descritas por Mein Kampf, se acumulaba polvo en las estanterías de la nación. 1939 analiza un historiador de Oxford al libro. E. C. K. Ensor publica su análisis en un libro pequeño, siete semanas antes del inicio de la segunda guerra mundial. Señor Hitler intentara, eliminar los judíos e iniciar una guerra contra Rusia. Después de dos años más tarde se hizo realidad.

Hitler abandona tras solo 6 meses Landsberg.
Mein Kampf es la manifestación de un revolucionario fracasado. 
Lo que llama la atención no es la audacia de su visión ni la originalidad de sus ideas (de ambos carece el libro), sino el desprecio profundo hacia una sociedad civil democrática. 
El nacionalismo de la NSDAP se diferencia considerablemente del nacionalismo burgués. No tanto la misma cultura y historia son el criterio de una nación, sino la igualdad racial. 
La sustancia biológica determina tanto física- como psicológicamente. Y de todas las razas es la nórdica o los arios la mas valioso. Solo esa es digno de poder desarrollar una cultura. Mein Kampf quiere deshacer los bases del marxismo, y Hitler se glorifica a si mismo como cuadillo, dingo para luchar contra los malvados judíos, junto con la NSDAP, el único movimiento racial moderno y joven capaz de llevarlo a cabo, a diferencia de los numerosos otros partidos derechistas. 
Hitler declara su admiración y respeto hacia los campesinos, los obreros alemanes patrióticos y leales, el ejercito, la escuela de la nación, incluso hacia la monarquía. El ve un país bendito con justicia social, donde todos pueden actuar y trabajar según sus habilidades, con igualdad social, donde una raza común haya eliminado todas el odio clasista.

Resumiendo su contenido: 
  • repite Hitler la petición de la anexión austriaca a Alemania, 
  • defiende la necesidad de extensión del Lebensraum (espacio de vida) para los alemanes destruyendo la unión soviética, 
  •  hace una fuerte crítica antisemita al marxismo y socialismo 
  •  proponiendo un socialismo nacional
  • acusa los judíos difundir la sífilis y finalmente 
  • crítica al sistema parlamentarismo, proponiendo como alternativa un estado autoritario dirigido por un caudillo.
Hitler, seguno de la derecha: Rudolf Hess. .
Lo que interesa es la colección de resentimientos sociales: hacia los Habsburgos, los Hohenzollern, la totalidad de la nobleza, los funcionarios, los burgueses, y la clase obrera quien le había humillado cuando estaba en Viena. 
El mensaje esencial de toda su obra lo sintetiza en el capitulo 11, culpando de todo, absolutamente todo el mal a los judíos.

Los bases de esas ideas vienen del libro Intento sobre la desigualdad de las razas humanas de José Arturo, conde de Gobineau (1816 – 1882). Allí declara las luchas raciales como factor esenciales de la historia de la humanidad. Houston Stewart Chamberlain (1855 – 1927) va un paso más y modifica en su Los fundamentos del siglo XX las tesis de Gobineau: en vez de la mezcla natural de las razas se debe cultivar germanos, los representantes arios más elevados. El germano debe liderar la lucha mortal con los judíos menores. 
Hitler copia a gran medida las teorías de Gobineau y Chamberlain en su libro, dándole una gran importancia en la vigilancia sobre la pureza racial.

Conclusión

Hitler en Weimar, 1926.
Espero que haya podido ayudar en contextualizar un poco Mein Kampf. A pesar de la aparente similitud de la situación que tiene la democracia española de la actualidad (2013) con la republica de Weimar (1924), se debe huir de comparaciones incompletas y descontextualizadas. 
La actual democracia es más estable y, ahora, más antigua que fue Weimar, tiene un sistema social que carecían los parados de entonces, y la última guerra que ha sufrido está lejos. 
Las críticas que hace Hitler al sistema parlamentario de la republica más democrática de sus tiempos son similares a los que hacen sus contemporáneos, tanto de derechas como de izquierdas. Si se le los discursos de Ernst Thälmann o de Rosa Luxemburg, ambos del partido comunista de Alemania, son idénticos a las frases anti–democráticas de Hitler. 
Similar son las críticas si se analiza la ideologia tanto de Gil Robles como de Larroux. Por esta razón, recomiendo siempre cuando se lee o observa una fuente primaria, una obra política, artística, etc.…, contrastarlo con otros textos contemporáneas o informarse en bibliografía secundaria escrita por expertos.

 
Marcha de la intentona, comenzando en el Bürgerbräukeller (calle Rosenheim) y finalizando donde la calle Residenz, junto a la Feldherrnhalle.
Fuentes:
  • KNOPP, Guido, Die Machtergreifung, edit. Goldmann, München, 2010. 
  • RADEMACHER, Cay, "München unterm Hakenkreuz", en: GeoEpoche (27), 2007, pág. 54 – 73. 
  • MESENHÖLLER, Mathias, "Kanzler und Diktator", en: GeoEpoche (57), 2012, pág. 22 – 39. 
  • CONZE, Werner, Der Nationalsozialismus – Teil I: Hitlers Kampf gegen den demokratischen Staat (1919 – 1934), edit. Ernst Klett Verlag Stuttgart, Heidelberg, 1959. 
  • KRINK, Alfred, Die NS – Diktatur, edit. Diesterweg, Düsseldorf, 1973.
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