Introducción
Tenía 12 años cuando por primera vez oí la palabra “totalitarismo”. En una asignatura alemana, llamada “Werte und Normen” (Valores y Normas) teníamos como tema el nacionalsocialismo. Desde entonces me encontré con esa palabra en varias ocasiones, abundantemente en relación con el nacionalsocialismo alemán y el soviet comunismo ruso. ¿Es tan sorprendente que después de leer el articulo “Totalitarismo: origen y evolución de un concepto clave” de Juan Francisco Fuentes (1) me entró en la mente continuamente la cruz gamada y el hoz – martillo?
El prof. Fuentes describe dentro de su artículo el desarrollo del término “totalitarismo” desde el inicio (años 20 en Italia, inicialmente como palabra acuñada por la oposición a Mussolini) hasta su desuso y sustitución por los vocablos “Terrorismo” y “Fundamentalismo” de la primera década del siglo XXI. Añadiendo tras escribir el ensayo: en varias ocasiones me había pillado escribiendo “terrorismo” en vez de “totalitarismo”, tan influyente es esa “nueva” palabra de turno.
Para eso estudió el autor tanto los autores más importantes que habían empleado esa palabra como la cantidad de veces que usaban dos periódicos norteamericanos ese término durante ese periodo. Es muy curioso ver qué dificultad se tenía durante todo el siglo para poder aclararse sobre ese concepto. ¿Era de derechas o de izquierdas? Las izquierdas se sentían incómodas con ese término ya que lo usaban los primeros regímenes fascistas; entre 1939 y 1941 usaban las democracias occidentales el “totalitarismo” para señalar tanto Alemania como la URSS; entre 1941 y 1945 se “ignoró” ese concepto porque, al fin y al cabo, uno de los totalitaristas era el aliado. La época estrella del uso de ese concepto fue entre 1945 y los años 60, en la época más tensa de la guerra fría. Después comenzó a caer en desuso.
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Esquema del "Führerprinzip" |
Durante ese periodo hubo varias definiciones de “totalitarismo”. En los años 20 para los italianos (y muchos pensadores occidentales) el totalitarismo era el estado total: “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el estado” (2). Alemania lo empleaba de manera diferente, incluso se intentaba evitar esa palabra por su origen italiano cambiándolo por otros, como el “Führerprinzip” (Principio del caudillo) o “Führerstaat” (Estado del Führer). Hannah Arendt definió al totalitarismo como una “mezcla explosiva de terror y propaganda” (3), C.J. Friedrich añadió el elemento de la policía secreta, del partido único y la ideología. Sin embargo la definición nunca fue clara. Para los unos la España franquista también era totalitaria, mientras que los mismos franquistas en los años 70 no se veían como tales; Japón tenía “su” propio totalitarismo con el emperador, con el fin de la URSS parece haber desaparecido el totalitarismo.
A mi entender el totalitarismo sigue existiendo. Aunque “fundamentalismo” (que, a mi vista, parece dejar de estar de “moda”) sea políticamente moderno hoy en día, el concepto del totalitarismo no ha de caer en desuso ni olvidarse. Todo al contrario. Solo que “por fin” ha dejado de estar de moda entre los políticos, reporteros y pensadores políticos y es hora de convertirlo en un termino historiográfico “más”. El “totalitarismo” es una palabra importante como “feudalismo” o “estado absolutista”. Está claro que esas palabras son conceptos simplificados que cuando se intenta aplicar a la realidad tienen que adaptarse a las características singulares. Los conceptos son flexibles y cambian – la del “absolutismo”, por ejemplo, ha comenzado a ser fuertemente criticado – por eso quisiera introducir mi propia definición del “totalitarismo”. Con eso no voy aportar una definición nueva, al contrario, será una definición que cada estudiante de historia puede dar y que en cada manual se puede encontrar. Mi enfoque será la diferenciación entre los elementos “básicos” del totalitarismo y las partes “típicas”. Los primeros son necesarios para la existencia de un estado totalitario; los últimos aparecieron en otros sistemas políticos. Tenía esa idea porque tanto los autores citados por el Prof. Fuentes como él mismo suelen mezclar ligeramente todas las dictaduras occidentales modernas con el concepto del totalitarismo. España por ejemplo en vez de ser era un estado totalitario fue una dictadura militar; la Unión Soviética de Stalin se transformó de una forma de estado totalitario hacia otra durante los años 60 y 70 del siglo XX. ¿Qué es el estado totalitario? Para mí el “totalitarismo” está siempre en conexión con el estado, similar al término original. Eso lo quiero tener claro: el estado totalitario suele tener una cierta estabilidad interna, con unas estructuras y símbolos de poder visibles. Puede estar en guerra (puntual o permanente) con otros estados, no obstante el hecho que esté en paz o guerra no determina si es “totalitario”. Lo que importa es la visión hacia “adentro”, el análisis de la vida diaria y la política interna de ese estado. Ahora bien: ¿Se puede hablar de totalitarismo cuando los serbios, croatas y bosnios luchaban entre si? Ambos bandos tenían una ideología (tanto religiosa como nacionalista), centralismo y practicaban la discriminación de grupos de población concretos. La situación no era estable, ninguno de los tres bandos tenía un estado que era capaz de controlar la propia población – incluso muchas unidades militares actuaban por su propia cuenta. El estado totalitario suele tener dos enemigos: uno exterior (servido normalmente por la ideología) y uno interior (la propia población). En los conflictos de los Balcanes en cierta medida faltaba el último elemento.
Los elementos típicos
Un estado totalitario es una forma de organización política de una sociedad, igual que una democracia parlamentaria o una monarquía constitucional. El estado totalitario suele tener los siguientes componentes, pero esos componentes no son únicos del estado totalitario, eso se tiene que tener en mente. El estado totalitario suele ser...:
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Una visualización artística de "centralismo" |
Centralista. Cada civilización tenía organizaciones políticas más o menos centralistas. Se solía tener una sede de gobierno, que simultáneamente era centro para el culto y centro del poder político y económico. Raramente hubo varios centros, como en el sacro imperio germánico medieval (donde el centro solía ser la persona del emperador), o la Unión Europea (que tiene como mínimo dos centros físicos). También las dictaduras militares y todas las democracias actuales son mínimamente centralistas, incluso la República Federal Alemana. Allí la mitad de las leyes las decide el parlamento central (“Bundestag”) y la otra mitad la asamblea de los representantes de las comunidades autónomas (“Bundesrat”), aun así la ley del “Bund” (del país) es siempre superior a la ley del “Bundesland” (Comunidad autónoma). El totalitarismo es, en cierta medida, la perfección del centralismo. Todo, sin excepción, viene del centro, y solo existe un centro claro, visible e inmóvil. Incluso en una dictadura militar puede haber elementos que no están controlados por un gobierno central, como al nivel municipal. Eso se (pretende) evita en el estado totalitario a toda costa.
- Igualitario. Correcto, el estado totalitario es en un sentido profundamente “igualitario”: igualmente como cada persona puede ser controlada y ejecutada, cada uno puede lograr llegar a ser jefe del estado. Un pintor austriaco, un preso de un GULAG de Siberia, un campesino chino de la clase media – esos tres lograron ser jefes de tres potencias totalitarias. Asimismo no existe el poder hereditario o los privilegios fijos. Un funcionario privilegiado puede encontrarse al día siguiente en un campo de trabajo; para ese recomiendo la magnifica obra “Terror und Traum – Moskau 1937” de Karl Schlögel (2008). Solo en dos regímenes totalitarios se logró mantener el poder “dentro de la familia”: Cuba (de Fidel Castro a su hermano Raúl Castro) y Corea del Norte (Kim Jong II, hijo de su padre).
- Discriminatoria. ¿Se tiene una contradicción con el elemento igualitario que había mencionado? Voy a concretizar: es igualitario con las personas que están dentro del marco ideológico: “obreros”, “arios”, “blancos”, etc.… Trata a todos por “igual” mientras que no pongan en peligro a uno de los elementos básicos del estado totalitario. No se debe olvidar que mariscales, generales, incluso el mismo Trozki, numero dos de Lenin, murieron cuando Stalin aseguró su poder; los poderosos alrededor de Mao temían de su vida; y los altos cargos militares alrededor de Stauffenberg fueron ejecutados una vez descubierto su intriga. Con esto quiero decir que en el estado totalitario también los aparentemente poderosos tenían que temer continuamente perder poder y vida. ¿Por qué esa discriminación no es un elemento único del totalitarismo? Muchas veces se dice que el genocidio es único de los estados totalitarios, cosa que deja de ser correcto viendo las continuas luchas cerca del Victoria Sea en África. Bajo discriminación entiendo la exclusión de un grupo concreto de la sociedad por razones religiosas / nacionales / ideológicos. Puede ser una exclusión espacial (expulsión forzada) o física (genocidios, asesinando a los miembros de ese grupo). Eso había ocurrido durante toda la historia: con los judíos y musulmanes en la edad media especialmente durante las cruzadas; con los mozárabes y judíos españoles en la edad moderna; con los gitanos en toda Europa; con los miembros de la religión errónea durante el periodo de las guerras de religión. Tenían leyes e impuestos más elevados que los otros grupos, tenían que huir o fueron asesinados. ¿Se puede comparar eso con la matanza fabricada que habían hecho los nacionalsocialistas? Opino que sí. Quién sabe que se hubiera hecho en la edad moderna si hubieran tenido vías de ferrocarril. Además: 6 millones de judíos asesinados suena impresionante; ahora bien: entre 1933 y 1945 Europa tenía una población mucho más elevada que en épocas anteriores. Cuando había pogromos judíos medievales desorganizados o matanzas organizadas como en la noche de Bartolomeo moría un porcentaje de la población similar a la de los judíos muertos durante el nacionalsocialismo.Para eso un pequeño juego matemático. Importante: No he investigado los datos a fondo, pero pienso que pueden servir para dar fundamento al tema de la “discriminación”. Los nacionalsocialistas asesinaron (serán más que menos) a 6.000.000 judíos de “toda Europa”. Mantengo esa cifra aunque posiblemente más de un millón de esas victimas tenían otra nacionalidad en vez de alemana. En Alemania vivían en 1932 ca. 66.000.000 alemanes (4). Así que, de manera muy simplista, los nacionalsocialistas discriminaron (mejor dicho en ese caso: mataron) a menos del 9 % de “su” población total. Y eso que he incluido a los judíos que en 1932 NO habían vivido en Alemania. Si hubiera mirado a más fuentes probablemente habían asesinado a 4 millones de judíos alemanes. Entonces el % se reduce. Mantengamos la cifra (alta) de 9 %.Un salto hacia el pasado. El 24 de Agosto 1572, en la Noche de San Bartolomé, los católicos discriminaron (asesinaron) iniciado por la monarquía francesa a 10.000 hugonotes (protestantes franceses), 3.000 de ellos morían solo en Paris.(5) Ca. 1500, 72 años antes (la población habrá aumentado escasamente entre 1500 y 1572, eso se tiene que tener en cuenta), vivían en toda Francia ca. 15.000.000 habitantes (6), y en París unos 200.000(7). Calculando con esos datos (con 72 años de diferencia) murió en esa noche ca. 0.066 % de todos los franceses. Teniendo en cuenta que la mayor concentración demográfica en Francia era París, con 200.000 habitantes y 3.000 asesinados, se mató el 1.5 % de la población parisiense. El porcentaje será menor debido al crecimiento real de la población total hasta 1572, aún así ese 1.5 % sigue siendo significativo. Ultimo ejemplo mal calculado. En 1685 expulsó Luis XIV a los hugonotes de Francia, con el edicto de Fontainebleau. En Francia vivían en 1600 alrededor de 18.500.000 de ciudadanos (8) probablemente en 1600 ya eran 19.000.000. Durante los días siguientes de este edicto huyeron más de 200.000 protestantes (9). O sea que: 1.04 % de toda la población huía pocas semanas después. Con esas cifras se ve: durante una Noche en 1572 o durante unas semanas en 1685 podía discriminar Francia casi 1 % de su población total: 0.066 en 1572, 1.04 en 1685. Alemania mató, bien organizado durante 5 años enteros, a 9 %, mejor dicho, a 1.8 % cada año. Exacto – los porcentajes son ahora muy similares. Únicamente enfoco a esos datos y no las víctimas civiles ni los soldados muertos, porque son muertos militarmente innecesarios sino ideológicos. A esa impresión quería llegar: la discriminación en vez de ser vista como un elemento único del totalitarismo del siglo XX, se debe considerar como algo que ya existió en épocas posteriores. La cifra de 6 millones parece asombrosa frente a los 10.000 hugonotes de 1572, pero en comparación con la población total eso cambia. Repito: En los tres ejemplos los motivos de la matanza carecían de razones militares, tenía motivos “ideológicos” o “políticos”. No se discriminaron a soldados o varones, sino se incluyan a mujeres, niños y ancianos. ¿Y qué ocurre con los campos de trabajo, de concentración? Los hubo en Cuba, Argentina, Alemania, Rusia, China y sí, efectivamente, son inventos del siglo XIX, pero no como elementos únicos. Los regímenes coloniales los habían inventado: Cuba, Filipinas, Sur de África los tenían ya desde 1896. Siendo concreto: ¿Qué son campos de concentración? Son lugares donde se junta geográficamente a una cantidad de enemigos (ideológicos). Son como prisiones, pero “más económicos”, porque no se tiene nada en cuenta la vida de los prisioneros. Los GULAG rusos estaban en Siberia, la vieja presión zarista. Los nacionalsocialistas tenían dos tipos: “Vernichtungslager” (campos de destrucción), donde principalmente se mataba, y “Konzentrationslager” (campos de concentración), en la cual los prisioneros principalmente estaban trabajando. El hecho que un campo “produzca” algo no significa que sea diferente a su definición original: la exclusión y el control total de los enemigos del sistema vigente. Con esa definición quisiera recordar a Guantánamo Bay, que, en cierta medida, es un campo de concentración. No se trabaja ni se arriesga que los prisioneros mueran. Aparte es un lugar de prisión, de exclusión y discriminación de personas que no pertenezcan a la ideología dominante, en ese caso la cultura norteamericana.
- Simbólico con culto al gobernador. Hasta los años 50, 60 del siglo XX la imagen fija, inmovible, fue la más importante para recordar al ciudadano quienes eran sus gobernantes. Sean estatuas, monumentos o pinturas en paredes: mediante símbolos e imágenes de personas. Aunque habían aparecido el cine y la radio, el siglo XX seguía dando una importancia impresionante a las imágenes fijas. Cada gobierno tiene dos elementos básicos para presentarse: con símbolos abstractos y con imágenes de personas. Los símbolos tienen un gran inconveniente: deben ser simples para poder reconocerlos rápidamente y por eso son muy abstractos. La cruz cristiana, el lirio francés, la cruz gamada, hoz y martillo – cada uno los reconoce y puede incluso dibujarlo, pero el símbolo raramente ayuda para identificarse (a mi juicio personal). La solución: personificaciones. Se acerca al ciudadano con una cara, una figura. Es preferible que sea una figura del gobernador: un Augusto, un Napoleón, un Stalin. El ciudadano que ve cuadros, estatuas, fotos de esas figuras que representan a “su” estado totalitario puede identificarse. ¿Quién NO recuerda los cuadros de un Stalin donde aparece como un abuelito amable? Ese simbolismo y culto al gobernador no es único del totalitarismo. ¿Qué pasa con las monedas con los rostros de los gobernantes? ¿O se ha olvidado que los virreyes españoles rendían respeto a sus reyes de rodillas delante de cuadros de los mismos? Los ingleses
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El "Gran hermano" de Orwell te mira. |
victorianos hacían lo mismo en la India. El culto al gobernante totalitario puede parecer excepcional, pero lo es porque gracias a la industrialización se puede reproducir imágenes de Mao “para toda la familia” de manera muy barata, según Walter Benjamin. O simplemente lea “1984” de Orwell, donde los ojos de los pósters del “Gran hermano” estaban en cualquier rincón.
- Personales. En pocos momentos una persona puede reunir tanto poder en sus manos. Eso no significa que sea algo únicamente de los sistemas totalitarios. El presidente actual de los Estados Unidos es igual de poderoso como un dictador militar o un jefe de estado totalitario. Aquí se tiene que ser concreto: no me refiero que Obama puede ejecutar a alguien o iniciar una guerra cuando quiere – pero eso tampoco lo podía hacer Chruschtschow ni Brezhnev. Aunque sean los jefes militares supremos, nunca gobernaron solitos. Lo que sí tienen es poder excepcional en casos emergentes de tensión, como momentos de guerra o crisis de estado. El "Führer" por ejemplo difícilmente podía declarar la guerra a Polonia “por capricho”, porque lo quería. Siempre necesitaba el apoyo de los generales del ejército, de los funcionarios más importantes y de los altos rangos del partido. Da la impresión que se confunde al totalitarismo con una especie de teocracia absolutista. En ningún momento de la historia existía un absolutismo, una concentración de poder en una persona de verdad. Alejandro Magno tras la conquista de Persia parecía el más poderoso de su época – y sin el apoyo de sus hombres no podía conquistar India. Todos los gobernantes totalitarios tenían que moverse cerca de la ideología y siempre tenían que contar con el apoyo de la elite gobernante. Lenin, Stalin, Brezhnev morían en el poder, pero Chruschtschow cayó en 1964, 7 años atde su muerte (1971). Los conspiradores alrededor de Stauffenberg eran conscientes de que en el caso que muera el Führer, tendrían que luchar contra Himmler y Goebbels. En resumen: hay una gran concentración de poder en una persona, pero si esa persona se descuida también puede caer. Es una ilusión pensar que en el estado totalitario hubiera una divinización como en Egipto. Los caudillos tenían mucho poder, y podían ejecutar a casi cualquier enemigo de la política interna. Eso si: con dificultad y mucho cuidado.
Esos serían los cinco elementos básicos que tiene cada estado totalitario en común con otros sistemas políticos. No puede haber un estado totalitario sin esos elementos, lo que no significa que esos elementos sean únicos de ese sistema. Lo que para mi era importante demostrar que esos elementos en vez de ser básicos, esenciales eran más bien elementos adicionales, de “apoyo”, para el totalitarismo.
Los elementos básicos
Aparte de esos elementos se tiene, a mi vista, otros tres que son únicamente del sistema totalitario. Serían los tres siguientes, y todos ellos son “totales” (o sea que no solo son del ámbito político sino también de la vida privada, cultural y religiosa).
- La Ideología. Es el primer pilar. La ideología es todo para el estado totalitario, es lo único que le puede mantener en el poder y justifica sus hechos. Si los gobernantes no cuidan de su ideología caen, como ocurrió en la URSS. Las dictaduras militares son muy débiles porque sólo pueden basarse en la simple fuerza; el estado totalitario pretende controlar la mentalidad de los ciudadanos. La ideología es la nueva fe, una crítica al gobierno es un sacrilegio – de eso soñaron los “totalitaristas”. La ideología es la “religión” de los gobernantes totalitarios, es la realización de la misma. Pero mientras que una religión ya tiene su tradición, su iglesia, sus costumbres entre la población desde hace siglos, la “ideología” es como una religión nueva que se ha impuesto por la fuerza a la población. Como una religión la ideología es “total”, y eso es la gran diferencia en una
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Una caricatura que demuestra el problema de las ideologías. |
dictadura como la de Franco en España. Una dictadura cambia el ámbito político, pero grandes partes de la cultura y sociedad siguen como habían sido antes del cambio de estado. Una ideología, en cambio, impone nuevas costumbres, palabras, normas morales, fiestas, leyes. Puede que para una minoría de la población esa “ideología” ya es algo normal, pero raramente para la mayoría. La ideología, aparte de ser una cultura y religión nueva, tiene los mismos errores como cada religión occidental. Difícilmente es flexible y en cambio muy dogmática. El catolicismo necesitaba mucho esfuerzo para intentar “modernizarse” y sigue siendo muy conservador. Lo mismo ocurre con la ideología. En la URSS comenzó a caer en crisis en el momento en que Stalin lo mezcló con el nacionalismo y excluyó la idea de la “revolución mundial”. Allí la ideología se había modificado mínimamente y se dejó de cambiar hasta el fin de la URSS. Los nacionalsocialistas tenían el otro problema: para garantizar la ideología tenían que aplicarla, y eso incluía también una guerra agresiva, incluso la lucha contra la URSS. Una idea fuera de la razón cuando se estaba luchando contra Inglaterra al mismo tiempo. Una última cosa: igual como en la religión para la ideología un “hereje” es peor que el “enemigo natural”. Un comunista soviético tenía que odiar al “trotskista” y al “titoista” más que al “capitalista”, como un “católico” que odiaba menos al “musulmán” que a los “protestantes” durante el siglo XVI.
- El control diario / apoyo poblacional. El estado totalitario logró lo que muchos estados habían intentado muchas veces. Dos piezas eran necesarias: la tecnológica y la ideología. Los estados del pasado tenían el elemento de la “ideología” o la cultura dominante. En la Francia revolucionaria se denunció a los que no eran revolucionarios, en la Holanda Moderna era mejor no tener una estatua de María en casa y cuando un protestante visitaba la España de Felipe II mejor que haya olvidado su edición alemana de la Biblia traducida por Lutero. Mediante denuncias, la Inquisición y la “policía secreta” (creada por ejemplo en la Francia napoleónica) se podía lograr un control mínimo sobre la vida diaria de la población. Ese control era insuficiente. Incluso en las primeras décadas del totalitarismo no eran muy sofisticados: funcionaban en gran medida como en siglos anteriores mediante denuncias y con un aparato de control policial. Junto a eso se tenía la psicología: los que no apoyaban al gobierno estaban en “terror” por el miedo a las denuncias. Desde los años 50 del siglo XX se añadió al segundo elemento para el control: la tecnología. Mediante el uso de instrumentos sofisticados el estado comenzó a controlar la población, cada vez con mayor eficacia. No recuerdo ningún intento de golpe de estado en la URSS, mientras que en la Alemania nacionalsocialista hubo varios intentos – tanto de atentado como de golpes de estado (Stauffenberg). El terror – bien descrito en 1984 – aumenta notablemente su eficacia. El ciudadano “libre” teme más ser pillado, incluso si habla por teléfono o en voz alta en su casa no está seguro de los micrófonos escondidos o de las cámaras de vigilancia. La China actual, por ejemplo, ya es tecnológicamente muy sofisticada, y solo el gran numero poblacional y una ideología muy “débil” (por intereses económicos) impide un control total.
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Stauffenberg |
- Los dos poderes. Un estado que no es totalitario suele tener más que dos poderes, como en la España Franquista. Allí gobernaron Militares, el partido de los fascistas y la Iglesia. En un estado totalitario los gobernantes son solo dos: el partido y el ejército. Por naturaleza son dos ámbitos diferentes y se vigilan mutuamente entre si. El partido controla al aparato burocrático y la economía, está respaldada por la ideología y liderada por un caudillo conocido y prestigioso. El ejército es diferente: suele tener tradiciones y elementos ajenos a la ideología. Eso se ve tanto en la Wehrmacht alemana como el ejército rojo de la URSS y de China. Los primeros apoyaron la ideología NS, mientras que hubo éxitos militares. Un buen ejemplo sería el mismo Stauffenberg. Fue un militar antidemocráctio; inicialmente también apoyo los Nacionalsocialistas. Durante la guerra cambió de opinión; y junto con otros cargos militares quería crear una dictadura militar una vez eleminado los altos rangos nacionalsocialistas. El ejército rojo inicialmente se construyó conforme la ideología: igualdad y democracia. Pero Trotski rápidamente se dio cuenta que eso imposiblemente funcionaba y volvió a un orden jerárquico con disciplina estricta. ¿No sorprende que a cada ejército le seguían los comisarios políticos? ¿Y las tensiones que había entre Wehrmacht y la NSDAP? Esas tensiones son comprensibles – porque si el ejército decide puede iniciar un golpe de estado en cualquier momento. La revolución cultural de Mao, por ejemplo, es un ejemplo magnífico. Mao inició la lucha contra los “traidores” – la elite en partido y ejército – movilizando a la juventud del partido comunista. El ejército intentó evitar esa “revolución” y fracasó. En la URSS Stalin liquidó hasta 1939 la mayor parte de los oficiales por miedo a un golpe de estado. Y la lista podría seguir...
Esos serían en mi opinión brevemente los elementos esenciales del totalitarismo. Y teniendo en cuenta esos elementos, quisiera aclarar que, en mi opinión, hay dos tipos de estados totalitarios: los primitivos y los modernos. En los primitivos la tecnología simplemente aún no está suficientemente desarrollada, mientras que en los modernos ya se tiene ese caso. Otro elemento esencial de ambos tipos de totalitarismo es la imposibilidad de huir. Tan completo es el control que ningún ciudadano puede viajar sin sufrir controles continuos; y raramente puede abandonar al país.
La España franquista sería una dictadura militar “clásica”, cuyo apoyo recibido por el partido fascista había sido adicional. Muchas dictaduras africanas e iberoamericanas eran del mismo estilo: Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Chile.
La Italia de Mussolini, la Alemania nacionalsocialista y la URSS de Lenin y Stalin serían los “totalitarios primitivos”. También se incluye en esa categoría al estado apartheid del sur de África y, en parte, Argentina previo a 1983. Aunque todos ellos cumplen con los “dos poderes” y la “ideología” son imperfectos respecto al “control diario” del ciudadano.
Justamente cuando el término – recordando el artículo que mencioné al inicio – deja de ser usado en los años 60 comienzan lo que llamo los “totalitarismos modernos”. La DDR construye el muro de Berlín; nadie puede ni salir ni entrar del bloque soviético. Con radios y micrófonos puede controlar la policía secreta cada vez mejor la población. Cuando cae el bloque soviético, sigue en pie el comunismo en al menos cuatro estados: Cuba, Vietnam y Corea del norte, que serían totalitarismos primitivos, y China. Hoy en día China es un totalitario moderno, con el gran problema que por un lado tendría la tecnología suficiente para vigilar a cualquier ciudadano y garantizar la ideología; pero por el otro lado su población es demasiado amplia y se ha abierto al mercado global e Internet que eso es cada vez más imposible.
Conclusión
Eso es lo que quería decir sobre el “totalitarismo”. El terminó “totalitarismo” ha caído en desuso, lo que no significa que haya desaparecido. China, a pesar de lo mencionado arriba, sigue siendo un estado totalitario, que raramente respeta los derechos humanos y que sigue censurando a su población. Igualmente Corea del Norte, que continuamente molesta a Corea del Sur y Japón; o Cuba, el totalitarismo tiene una cierta actualidad política.
La historiografía tiene que tener en cuenta eso cuando desarrolla el concepto de “totalitarismo”. No es una palabra del pasado, aún está presente. Y ya es hora que se busque a una definición más clara de ese concepto.
(1) FUENTES, Juan Francisco, “Totalitarismo: origen y evolución de un concepto clave”, en Revista de Estudios Políticos, 2006, Numero 134, Pág. 195 – 218.
(2) FUENTES, pag. 199.
(3) FUENTES, pag. 212.
(4) Die Deutsche Geschichte, edit. Weltbild, 2001, Braunschweig, Vol. 3 „1756 – 1944“, Pág. 453, mapa con gráfico de la elección al Reichstag el 6 de Noviembre 1932.
(5) Duden Geschichte, edit. Brockhaus AG, Mannheim, 2003, pag. 54.
(6) ALBEROLA, Primitivo, “Crecimiento demográfico y expansión económica”, en Historia Moderna Universal, edit. Ariel, Barcelona, 2005, gráfico de Pág. 245.
(7) BARRACLOUGH, Geoffrey, Knaurs Historischer Weltatlas, edit. Knaur, 1999, München, Pag. 180.
(8) ALBEROLA, Pág. 245.
(9) RÜCKERT, Ulrike, „Die grosse Flucht“, en GeoEpoche – Der Sonnenkönig, Hamburg, 2010, pag.141.