12 jun 2020

Un ejemplo de propaganda fascista: El ultimo baluarte de la Esclavitud

El contexto: Buscando tierras, pero a quién quitarles?


    Con la marcha a Roma - un golpe de estado, nada más - en octubre de 1922 instauró Mussolini en Italia el fascismo: Una nueva ideología se convirtió en doctrina política de un estado. Asombroso miró el mundo hacia la península apenina, curioso sobre los resultados de este nuevo experimento político - pero ya pronto se vio: Era un nuevo vino pero almacenado en botellas antiguas. Una característica, sobre la cual me interesa hacer un breve comentario, es su táctica propagandista (innovadora) para sus fines imperialistas (antiguas).


    Desde la unificación italiana entre 1861 y 1870 numerosos políticos y filósofos nacionalistas reclamaban - igual como ocurrió en Alemania, unificada en 1871 - la conquista de colonias para su nación reunificada. La famosa frase

Con otras palabras: No queremos poner a nadie en la sombra, pero también exigimos un lugar en el sol

del secretario estatal alemán Bernhard von Bülow, se podía aplicar igual a los gobiernos italianos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. El interés nacionalista para obtener colonias (en un mundo, donde casi todo estaba repartido entre las potencias coloniales como Inglaterra o Francia les hacía incluso cambiar de bando durante la primera guerra mundial en el tratado de Londres de 1915, cuando la Triple Entente les prometió varios territorios del imperio austro-húngaro (como Istria, Kotor o Liubliana). Sin embargo, no era suficiente - y los nacionalistas italianos reclamaban más territorios. 


    Desde 1911 Italia intentó (y consiguió) obtener sus colonias, arrebatándoles a otro imperio ya debilitado: El imperio Osmano. Entre 1885 y 1889 ocuparon la futura Eritrea (en concreto, las ciudades Baylul y Massaua), y durante guerra italo-turca de 1911-1912 lograron arrebatarles Libia. Otra estrategia era, que comerciantes privados obtuvieron territorios de gobiernos locales indígenas (igual como lo hizo Alemania por ejemplo en Tansania con su Compañía Alemana del África Oriental), y después lo convierten en protectorado oficial del estado. Eso ocurrió con Somalia. 



    Ahora bien: Apenas quedaban más territorios asequibles después de la primera guerra mundial para Italia: Las antiguas colonias alemanas y muchos territorios del imperio osmano desaparecido pasaron en gran parte a estar bajo control de Londres y París, y en los territorios del imperio austra-húngaro se formaron nuevos estados capaces de defenderse ante otras potencias agresoras. Un estado, en la costa africana oriental, cerca de las colonias italianas de Eritrea y Somalia, podría ser una presa para Italia: El antiguo reino etíope, llamada Abisinia, que existió desde 1270. Ya en 1895 intentó conquistarlo Italia, pero fracasó rotundamente y se firmó un tratado de paz provisional al año siguiente. Su emperador Menelik II había ido reformando y modernizando a Abbasí, con el fin de evitar caer bajo control europeo - algo que no impidió el continuo interés por parte de Roma de quizá intentarlo una segunda vez - más adelante. 


    Desde el fin de la primera guerra mundial habían cambiado las circunstancias: Existía la Sociedad de las Naciones, y Libia era - junto con Egipto y Liberia - uno de los tres (únicos) estados independientes del continente africano que entró 1923 en dicha organización internacional. En teoría se quería prevenir usar la guerra como otra herramienta de la política, la Sociedad de las Naciones quería proteger la paz e perseguir las agresiones entre los estados. Por esa razón, Italia no podía intentar ocupar Etiopía como lo había intentado 1895. Mussolini, consciente de ello, necesitaba un pretexto, una justificación oficial - y se inició toda una maquinaria propagandística para poder conseguirlo.


El último baluarte de la esclavitud 




    Una prueba es un folleto, un libreto de 80 páginas, escrita en 1935 por el Profesor G.C. Baravelli de la Real Universidad de Roma, impreso por la Societa Editrice Di Novissima Roma, conocida como El ultimo baluarte de la esclavitud

    Su autor nos lleva en dicho folleto hacia un país desolado, lleno de sufrimiento, un país en el cual la absoluta falta de toda higiene y de las más elementales medidas de policía facilita las epidemias y los contagios (pag. 18), donde no puede decirse, en verdad, que el gibierno de Addis Abeba se haya preocupado gran cosa de la “conservación de las poblaciones indígenas y del mejoramiento de sus condiciones morales y materiales”, como prescribidle el compromiso solemnemente asumido ante la Sociedad de las Naciones (pág. 31). Un país, en el cual las mujeres no analfabetas pueden contarse con los dedos: apenas una por mil (pag. 14) - y por si fuese poco: Con dos millones de esclavos (pag. 31). En fin: Un país subdesarrollado, nada civilizado, donde su población vive en miseria y tiene a su vez numerosos esclavos.


    El mismo país que había derrotado a Italia pocas décadas antes, pero sobre este detalle pierde su autor apenas palabras, para enriquecer su descripción con numerosas fuentes primarias sobre personas, quienes cuentan anécdotas sobre lo mal que vive la población. Es innegable que existía la esclavitud en Etiopia, y que fue desde la Edad Moderna un centro del comercio de esclavitud para el próximo oriente - y este hecho lo iba utilizar Italia como pretexto. 


La justificación


    Los conquistadores y los colonizadores estaban conscientes que pocas veces ocupaban tierras deshabitabas o no gobernadas - y ya desde el siglo XV buscaban argumentos para justificar la toma de tierra y la conquista (en varias ocasiones, violentas) injusta. Cualquier argumento es mejor que colonizar para aprovecharse de los recursos naturales y de mano de obra barata (= esclavizada). 

En este panfleto se refleja la arrogancia y mayor justificación que tenían los europeos para colonizar, el primer y más antiguo argumento: El autor cita al estadounidense James E. Baum, quien escribió tras su visita por Etiopia: Lo observé que si Abisinia no hace algo más concreto en el sentido de llegar a la abolición de la esclavitud, y si no se decide a hacerlo pronto, podría suceder que un Estado europeo obtuviera el consentimiento y el apoyo popular del mundo civilizado para aplicar un plan que tienda a convertirlo en dueño y administrador de este país (pag. 39). Ya tenemos el pretexto, ya está la razón: Como este país se reforma y moderniza más lento que Japón con su Revolución Meiji y aún no ha abolido la esclavitud de forma eficaz, habrá que invadirlo y ocuparlo para civilizarlos a la fuerza.


        Otros argumentos, ya más débiles (como si fuere posible darle peso a este tipo de argumentos!), se mencionan igualmente:


  • El capítulo Razones de vida, no imperialismo (pag. 69) intenta justificar la necesidad de colonias con el pretexto, de que “más de diez millones de italianos viven lejos de la Madre Patria” - el segundo argumento favorito del imperialismo, pero ya entonces había pocas colonias hacia la cual habían emigrado muchas personas de la potencia colonial. 


  • En el mismo capítulo se usaba un tercer argumento - la economía. La tierra italiana era tan pobre que, a pesar del saneamiento agrícola integral, la batalla del trigo, emprendidas con una energía que solamente Mussolioni podía ser capaz, no pueden asegurar largamente la tranquilidad, la paz, el trabajo, al pueblo italiano (pag. 70) - es decir, se necesita más tierra. Pero en vez de buscar un “Lebensraum” (nacionalsocialista) en oriente, se quiso las tierras en el África oriental.


  • El cuarto argumento es el más simplón: Todos tienen colonias grandes, menos Italia. Todo el capítulo El mundo de los otros (75 - 79) es una queja de que Londres, París, e incluso Bruselas tenían colonias más grandes que Italia. 


El panfleto como herramienta fascista


Cartel propagandistico
con Mussolini y simbolos
del Imperio Romano 
(Fascis, SPQR, Loba romana)

    Una justificación bien planteada, eso sí: Se tradujo al inglés, francés, alemán y castellano, su título “El último baluarte de la esclavitud: La Abisinia” nos invita a mal pensar sobre este país, y por si fuera poco, unas cadenas y un mar de sangre decoran la portada para qué alzamos los brazos al cielo: Hay que salvarlos! Su autor, el misterioso profesor G.C. Baravelli, quién publico también libros como El brindis de Stalin o La reclamación de la tierra en Italia, parece ser, según Amalia Ribi Forclaz, “a pseudonym for the Fascis journalist Mario Missiroli” (Humanitarian Imperialism: The Politics of Anti-Slavery Activism 1880-1940, 2015, pag. 165-166). Hasta la página 69 ni se menciona a Mussolini - pero entonces, hasta el final, es idolatrado, igual como su ideología (el gran hombre de Estado (pag. 69), ...los esfuerzos sobrehumanos realizados por el Fascismo en una serena y objetiva visión de la realidad presente y futura (pag. 71)).


    El panfleto, que intenta presentarse como un grito de llamamiento hacia los pobres etiopianos, e intenta proponer una solución para ayudarles y también a la pobre Italia, deja caer su máscara en su penúltima frase:

La Italia de Mussolini no soportará las imposiciones que mortificaron a la vieja Italia, que todavía no había llegado a elevarse hasta la conciencia de la propia historia. Los 600.000 muertos italianos en la guerra y los caídos de la Revolución fascista, la autorizan a ser único juez de sus derechos y de sus deberes(pag. 79) 

    Es decir, en el caso de que quisiera ocupar Etiopia, nadie tendría supuestamente derecho a decir nada. Y efectivamente, en el mismo año, en octubre de 1935, se puso en práctica: Con el pretexto oficial de abolir la esclavitud invadió Italia al país soberano de Etiopia. Hasta el 9 de mayo de 1936 logró Italia esta vez, ocupar casi el país e unificarlo con sus dos colonias vecinas Somalia e Eritrea. Debido al uso del gas mostaza murieron entre 1935 y 1941 entre 350.000 y 760.000 Etiopianos (de los 10 Millones). 

    Sin embargo, la reacción internacional fue excusa: Tanto Paris como Londres aplicaban la política de apaciguamiento, el Appeasement. No se quiso arriesgar una segunda guerra mundial - y por ello se consintió que Alemania anexionara Austria 1938, Italia ocupase Etiopia, y ambos podían apoyar al bando franquista durante la guerra civil española (1936 - 1939) sin consecuencias. 

    Las sanciones que habían puesto la Sociedad de Naciones - ineficaces durante toda la guerra - terminaron con el fin de la conquista de Etiopia. Y a pesar de todo, en 1937 Mussolini salió de la Sociedad de Naciones. ¡No es irónico, sino clarificarte el uso hipócrita que hizo el autor del panfleto de dichas Sociedad de Naciones, cuando intentaba justificar una posible intervención justamente porque acusaba a Etiopia de NO haber cumplido los requisitos para ser miembro de la misma!



Imprimir artículo