20 ago 2020

Un breve análisis sobre el populismo basado en la teoría de Kolja Möller (IV)

(Eso es una continuación de la tercera parte del análisis)


La revuelta progresista


Vamos a llegar a la última parte de la obra de Kolja Möller: Su “revuelta progresiva” y su “revuelta buena”. 


Una revuelta progresiva – guiada por partidos como Podemos (España), Bündnis 90/Die Grünen y Die Linke (Alemania), Labour Party (bajo Corbyn) y Synaspismos Rizospastikis Aristeras (de Alexis Tsipras) – procuran movilizar al pueblo, pero sin el concepto identitario como lo define Kolja Möller, es decir: Sin suponer la existencia de una nación preconstitucional a la que se pertenece por nacimiento, sino al contrario. El populismo progresivo hace referencia a un pueblo constitucional. 

El populismo progresivo también se caracteriza por la generalización y popularización de los intereses de grupos concretos (como de minorías discriminadas, las mujeres, etc.), ampliando de esta manera los intereses, pero de una forma constructiva (a diferencia de las propuestas del populismo autoritario, en la que se exige asimilación o expulsión de las minorías discriminadas que ponen en peligro a la “mayoría silenciada). 


La clara visualización de líderes - tanto en partidos populistas de derecha 
(como Ciudadanos o VOS) como de izquierdas (como Podemos o Más País) 
en el fondo sigue la tradición (y el error) de los grandes,
antiguos partidos populares (sin ser populistas, como PSOE o PP).


El origen del populismo progresivo es similar al del populismo autoritario: La globalización y la toma de decisiones “desde arriba” (WTO, IWF, ISICSD, UE) sin pedir la opinión al pueblo. En este sentido se sigue el concepto básico del populismo: Abajo contra arriba, omitiendo la trampa identitaria. 


Ahora bien, según Kolja identifica un grave fallo en el populismo progresivo: Se repite el error voluntarista. La voluntad del pueblo es lo esencial, y si algo no funciona, era porque no hubo suficiente voluntad – así que: La próxima vez se conseguirá los objetivos con MÁS voluntad. Por ello fracasan o tienen dificultades para triunfar.


A mi juicio, se le escapa a Kolja Möller otro error (que tiene también el populismo autoritario): La existencia de “líderes” con los que se asocian los movimientos (como Pablo Iglesias para Podemos).


El “buen” populismo y valoración final


Eso nos lleva al santo grial Mölleriano: La buena revuelta. Que en el fondo es como la revuelta progresiva, pero propone como alternativa de buscar los errores en la voluntad popular en la búsqueda de soluciones factibles. Y eso es el mayor drama que hay, a mi juicio, con su obra: Hace una excelente definición del populismo, una clasificación útil y explica especialmente bien al populismo autoritario o identitario. Solo su “buena” revuelta se reduce, básicamente, en aplicar el lema “tened un objetivo, pero aprended de los errores” (=”Strebt, aber lernt!”), como si el populismo progresivo no lo hiciera. 

Exceptuando esta crítica, me parece una teoría tanto válida como práctica para el análisis de la política de la segunda década del siglo XXI.



5 ago 2020

Un breve análisis sobre el populismo basado en la teoría de Kolja Möller (III)

(Eso es una continuación de la segunda parte del análisis)

La revuelta invertida: El populismo autoritario

Todas las pequeñas revueltas tienen, según Kolja Möller, el peligro de cometer uno de los siguientes errores: 

  • El error voluntarista: Solo con la voluntad del pueblo se puede conseguir cambios (dejando la base socio – económica sin modificar). 
  • El error identitario: Se presupone la existencia de una nación, incluso previa a la formación de cualquier tipo constitucional. Es más, según la índole ideológica se cree que existe un pueblo homogéneo – sean Españoles de raza española o sean Obreros del proletariado. Esos pueblos homogéneos vivían contentos y felices, hasta que el mal llegó del exterior (sean políticos perro flautas o capitalistas chupa sangre) corrompiendo y trayendo el caos heterogéneo al pueblo homogéneo. Esa idea de la existencia de una identidad previa es lo que limita y distrae las metas del movimiento populista. 
  • El error autoritario: Se busca y se apoya a un caudillo, a un líder, quién pretende ser la voz del pueblo. La revuelta, que se inicia alegando que la élite se haya distanciado del pueblo, tiene peligro de preferir como resultado una forma de gobierno autoritario (como ocurrió con Pisístrato en Atenas, Julio Caesar en Roma, Cola di Renzo en Roma, Napoleón en Paris….) y apoyarlo de forma tanto pasiva como activa. 

La gran mayoría de los movimientos populistas – tanto el populismo autoritario como el populismo progresivo – suelen cometer el error voluntarista. Sin embargo, en cuando cometen (encima!) el error identitario, los clasifica Kolja Möller como Revuelta invertida o Populismo autoritario.

Logo del populismo autoritario: El adjetivo identitario es la nueva
forma para hablar de un nacionalismo racista sin nombrarlo.
Eso es cuando se cree en la existencia de un pueblo homogéneo previo, con límites claros, cumpliendo el estereotipo de un hipotético nosotros. Para un populista identitario un Español es, quien ha nacido en España, tenga padres Españoles, sea católico, tenga una piel clara y no se identifique con el nacionalismo catalán o vasco. Y posiblemente prefieren que no sea homosexual ni transexual, tenga un, mejor dos niños y apoye al rey. Así eran los Españoles, desde la edad antigua, desde que llegaron los visigodos (pero para nada pueden tener antepasados de los árabes, sirios ni bereberes musulmanes, eso sería inaceptable). Este sería la imagen utópica de un populista identitario - porque AQUÌ es, cuando el populismo, que es un enfrentamiento entre el pueblo y la élite, añade esta componente identitaria: Un nosotros contra un ellos. En la diferencia Pueblo/Elite ahora hay también un Nosotros/Ellos. Solo que Ellos no tienen que ser miembros de la élite, y miembros de la élite también pueden formar parte de nuestra identidad. El populismo autoritario sería la lucha simultánea tanto contra una élite (una minoría poderosa que discrimina la mayoría y se ha distanciado de ella) como contra unos enemigos de la identidad del pueblo (que pueden ser incluso otras minorías, pero con menos o sin poder).

Santiago Abascal (España), Björn Höcke (Alemania),
Marine Le Pen (Francia) y Matteo Salvini (Italia): Politicos ejemplares
del populismo autoritario.
Con este concepto se entiende como la AfD alemana y la VOX española puede identificar como enemigo una supuesta élite poderosa y financiera (universitarios y profesores perro flautas, medios de comunicación mentirosas, bancos internacionales judíos, etc.…) y al mismo tiempo minorías completamente ajenos del poder (migrantes violadores que se aprovechan del estado del bienestar y simultáneamente logran quitar el trabajo modo gato de Schrödinger, musulmanes terroristas, etc.…). Por eso Trump es capaz de ver uniones y conspiraciones entre una élite del partido demócrata y los trabajadores ilegales mexicanos, por eso Viktor Orbán ve una conspiración detrás de los refugiados sirios y el multimillonario George Soros: Porque en todos los casos los populistas de derechas se identifican como miembros de UN pueblo homogéneo, que es atacado por una élite que a su vez no quiere formar parte de dicho pueblo y se aprovecha de otras minorías para intercambiar las razas, sustituyendo los “pueblos originarios” (ya que fueron al parecer Españoles quienes lucharon incluso contra los cartaginenses sin que lo supieran) por migrantes fácilmente controlables. (Por curiosidad, esta teoría conspiratoria se denomina el gran reemplazo). Obviamente, el mismo peligro corren los movimientos populistas de izquierda, pero hasta 2020 no hay movimientos que se asemejen en grado de importancia a los movimientos populistas de derecha.

La manera de identificar al pueblo con características biológicas, pseudocientíficas y/o religiosas hace que el conflicto nunca se terminará, dado que es imposible proteger la homogeneidad de un pueblo en una sociedad que siempre se está transformando. El conflicto se convierte en permanente, y el orden que promete el populismo de derecha, en algo utópico.

Trump, Marie Le Pen, la AfD: Todos ellos son populistas porque luchan contra una supuesta élite – pero SIEMPRE cometiendo el error identitario, volcando de esta forma a la revuelta: Diciendo que luchan contra los de arriba (como Merkel), se enfocan en luchar contra los de afuera (como los refugiados).
Un hermoso ejemplo para evitar el error identitario es el video musical del satírico Jan Böhmermann de marzo de 2016:

En este video contrasta Böhmermannlas definiciones de los pueblos. Por un lado está la identidad del pueblo pre-constitucional como lo ve el populismo de derechas: El alemán gris, blanco, con mente conservadora - cerrada, discriminatorio, en contra del alemán multicultural, colorido, que incluye todas las personas, independiente de orientación sexual, religioso y pro decencia. En el primer caso tendríamos la Alemania identitaria que busca la exclusión, mientras la otra Alemania es la integradora.

Una vez cometido el error identitario, llama Kolja Möller la atención sobre la muy probable caída en los otros dos errores:

  • El error voluntarista se convierte en una política de aclamación: El populismo de derechas cree, que todos saben, quien es del pueblo, y todos saben, que hay que hacer. La voluntad del pueblo ha de ser homogéneo, no se reflexiona, sino solo se acepta, se aclama, se está de acuerdo en lo que hay que hacer – la autocrítica brilla por su ausencia. El pueblo aclama - aplaude, hace gritos de apoyo ante todo lo que se decida. Se tiene una paradoja: La voluntad del pueblo es manifiesta – pero al mismo tiempo, se impide toda voluntad critica, ya que puede ser contraria. Eso lleva a que no se discute lo que se declara como voluntad del pueblo, y fue la mayor justificación para todos los regímenes totalitarias. 
  • El error autoritario – de allí que esta forma de revuelta invertida también lo denomina populismo autoritario. El populismo de derechas – al menos hoy en día, verano del 2020 - aún no es fascista, dado que aún no otorga (a diferencia del fascismo originario) hacia la violencia una potestad creativa. Sin embargo, Kolja Möller recuerda que no se puede ignorar todas las investigaciones sobre el fascismo: Siempre hay el peligro de caer al autoritarismo. La Falange, el fascismo italiano y el nacionalsocialismo fueron movimientos rebeldes, proletarios y anticapitalistas – y su crítica a las élites se manifestaba en su fuerte antisemitismo y un temor de supuestas conspiraciones comunistas. Lo mismo puede ocurrir hoy de nuevo, y un Björn Höcke podría ser, igual como un Santiago Abascal, un nuevo Führer o Caudillo. 
 
Kolja Möller intenta explicar las causas del éxito del populismo autoritario, sin embargo, su tesis – se educa a las futuras generaciones una identidad egoísta, un YO egoísta contra el solidario NOSOTROS – no me convence mucho, pero estoy de acuerdo con su definición sobre este tipo de populismo autoritario.