Firminus el mayor (272 – 303), un ciudadano romano nacido en
Pompeiopolis (Pamplona), fue educado en su juventud por sus padres cristianos,
en una época cuando los cristianos aún eran una secta religiosa perseguida
puntualmente por los emperadores romanos.
Con 24 años se convirtió en sacerdote católico, y comenzó
misionar clandestinamente en las ciudades francesas Agen, Clermont – Ferrand y
Angers. Como muchos cristianos fue perseguido durante la persecución de los
cristianos bajo el emperador romano Diocleitano, y en 303 se le condenó con el
castigo de la pena de muerte.
Como su padre, Firmo, había sido funcionario romano, se le
ejecutó a Firminus como ciudadano romano: Fue decapitado mediante la espada.
La iglesia católica le santificó siglos mas tarde.
El origen de la fiesta de San Fermín y las
reliquias (1324)
En el año 1187 trajo el obispo Pedro de Paris la cabeza del
santificado Firminus como reliquia al reino de Pamplona. Esa reliquia recobró
importancia durante los siguientes dos siglos, de tal manera que desde 1324 se
había convertido en una fiesta religiosa. Ese éxito tenía tres razones:
- Durante los siglos XII y XIII aumentó la población europea (en el reino de Pamplona (después Navarra) vivieron en el 1300 alrededor de 210.000 personas) y el gótico se convirtió en la moda artística de una sociedad optimista y en auge. Ciudades como los tres Burgos pamploneses prosperaban y manifestaban su bienestar creciente con un aumento de gastos (donaciones, fiestas, construcción de iglesias góticas) hacia la iglesia católica. Una manifestación en el caso de Pamplona fue establecer la fiesta a honor de San Fermín en el día de su santo, el 10 de octubre.
- Simultáneamente hubo un auge de la religiosidad pacifica. Las cruzadas, imponentes (y costosos) durante los siglos XI y XII, perdieron su importancia con las derrotas militares en el próximo oriente. La última cruzada popular, la cruzada de los pastores, fue en 1320. Esas guerras santas fueron sustituidos por una nueva religiosidad popular que consistía en la peregrinación y el culto a las reliquias. ¿Para que ir hasta Jerusalén, si había un Santo más cerca? Cantebury, Hildesheim, Colonia, Conques, San Isidoro de León o Santiago de Compostela se convirtieron gracias a sus reliquias importadas en importantes centros religiosos, numerosos cristianos peregrinaron hacia esas ciudades. La llegada de tantos creyentes beneficiaba evidentemente la ciudad que albergaba las mismas reliquias. Pamplona, y su obispo, no se quedaban cortos: No solo cruzaba el camino de Santiago su ciudad, ¡También tenían desde hace dos siglos reliquias! Que mejor momento para comenzar con las fiestas, para enfocar la atención hacia esas mismas reliquias.
- El
reino de Navarra no participo desde 1234 en la reconquista. Mientras los
nobles de Aragón, Castilla y Portugal lucharon contra los paganos y
servían a la fe cristiana matando no – cristianos, se aleja Navarra, ya
sin posibilidad de expansión, de la política peninsular y se mueve y
desarrolla en la órbita francesa. De allí la posible importancia que
cobraría un santo que, aunque nacido en Pamplona, haya trabajado
principalmente en la parte francesa del imperio romano.
Eso, a mi juicio, fueron posiblemente las causas principales
del comienzo de la existencia de la fiesta de San Firminus, o sea Fermín, en
Pamplona. Una fiesta, creada para agradecer tanto la generosidad del dios cristiano, aumentar el prestigio de los tres Burgos
pamploneses y generar ingresos. Una fiesta, que ni cuatro años más tarde habrá
cambiado de función: Pedir clemencia divina, y que San Firminus hablé ante el
dios cristiano a favor de Pamplona.
¿Qué había ocurrido?
En 1346 había alcanzado la peste Europa, y en 1348 vivían en
Navarra solo 88.000 personas – el 42 % del numero de habitantes de 1300. La
crisis del siglo XIV afectó casi toda la Europa medieval, la aparición de la
peste cambió turno con las malas cosechas causadas por las hambrunas.
La fiesta de San Fermín y la contrarreforma
(Siglo XVI)
En el siglo XV comenzó mejorarse la situación. La fiesta de San
Fermín continuaba siendo una celebración local como en muchas aldeas, y con la
contrarreforma comenzó tener más importancia que nunca.
Con la reforma Luterana se encontraba la iglesia católica en la
defensiva. Después de intentar erradicar, sin éxito, al protestantismo alemán,
se reformó la misma iglesia (Como se ve, la contrarreforma era realmente la
reforma que había deseado Lutero, solo que fue menos drástica). La iglesia
católica, que hasta entonces había sido en latín y muy distanciado de las
masas, se acercó: En España comenzó leerse la misa en castellano, los
sacerdotes miraban hacia los creyentes en vez de darles la espalda, nuevas
ordenes monásticas como los Jesuitas misionarios la sociedad y la Santa
Inquisición se convirtió en el instrumento esencial de los estados modernos
para asegurar la homogeneidad religiosa. Y: las fiestas se convirtieron en el
centro de la fe católica.
Las fiestas con todos sus rituales, reliquias, procesiones,
eran esenciales para renovar la identificación de los católicos, y tanto la
iglesia católica como los monarcas católicos estaban convencidos que de esa
manera podrían asegurarse del control ideológico de la población, protegiéndose
contra cualquier hereje luterano.
En eso esta la Fiesta de San Fermín. San Fermín, que incluso
hoy en día no es el patrón de Pamplona (eso lo es Saturnio de Toulouse), ni de
Navarra (eso lo es Francisco Javier), un santo que había actuado principalmente
en Francia, podría servir magníficamente para los propósitos arriba
mencionados. No era necesario crear una nueva fiesta – solo había que cambiar
las fechas.
Si el día del Santo era el 10 de octubre, se cambió en 1591 al
7 de julio. Principalmente por el clima, era el mejor momento para el
campesinado justo después de las cosechas, y así no coincidía con otras
festividades del otoño. Y ya un siglo antes, en 1500, se había traído las
reliquias que faltaban a Pamplona.
La contrarreforma instrumentalizó muchas fiestas, como San Fermín,
y una manifestación visual era la costumbre de llevar un pañuelo rojo. Desde el
siglo XVI llevaron todos los que querían celebrar las fiestas de San Fermín un pañuelo
rojo para recordar la decapitación del santo.
Y a pesar de las numerosas críticas de la iglesia de prohibir
la matanza de toros, se combinó con esa festividad. Toros, cabezudos, gigantes,
el pañuelo rojo y el cambio de fecha eran elementos importantes para
popularizar la fiesta de San Fermín y defender la fe católica.
El encierro, hoy tan esencial, logró ser importante a partir
del siglo XIX. Los toros, como tenían que llegar a la plaza de toros, tenían
que cruzar la ciudad, y ese recorrido, el encierro,
se convirtió en una prueba de valentía para los jóvenes pamploneses.
San Fermín hoy en día
Gracias a literatos como Hemingway y los medios de comunicación
(periódicos, radio, televisión, Internet) se convirtió el encierro en el pilar
de la fiesta de San Fermín.
¿Y que tienen que ver toros con un santo del siglo III? Nada,
pero son los productos del culto de las reliquias medievales, la contrarreforma
moderna y la comercialización actual.
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