20 may 2016

El desarrollo de las fiestas de San Fermín en su contexto histórico

San Fermín alias Firminus el mayor (272 – 303)

Firminus el mayor (272 – 303), un ciudadano romano nacido en Pompeiopolis (Pamplona), fue educado en su juventud por sus padres cristianos, en una época cuando los cristianos aún eran una secta religiosa perseguida puntualmente por los emperadores romanos.
Con 24 años se convirtió en sacerdote católico, y comenzó misionar clandestinamente en las ciudades francesas Agen, Clermont – Ferrand y Angers. Como muchos cristianos fue perseguido durante la persecución de los cristianos bajo el emperador romano Diocleitano, y en 303 se le condenó con el castigo de la pena de muerte.
Como su padre, Firmo, había sido funcionario romano, se le ejecutó a Firminus como ciudadano romano: Fue decapitado mediante la espada.
La iglesia católica le santificó siglos mas tarde.

El origen de la fiesta de San Fermín y las reliquias (1324)

En el año 1187 trajo el obispo Pedro de Paris la cabeza del santificado Firminus como reliquia al reino de Pamplona. Esa reliquia recobró importancia durante los siguientes dos siglos, de tal manera que desde 1324 se había convertido en una fiesta religiosa. Ese éxito tenía tres razones:

  • Durante los siglos XII y XIII aumentó la población europea (en el reino de Pamplona (después Navarra) vivieron en el 1300 alrededor de 210.000 personas) y el gótico se convirtió en la moda artística de una sociedad optimista y en auge. Ciudades como los tres Burgos pamploneses prosperaban y manifestaban su bienestar creciente con un aumento de gastos (donaciones, fiestas, construcción de iglesias góticas) hacia la iglesia católica. Una manifestación en el caso de Pamplona fue establecer la fiesta a honor de San Fermín en el día de su santo, el 10 de octubre.

  • Simultáneamente hubo un auge de la religiosidad pacifica. Las cruzadas, imponentes (y costosos) durante los siglos XI y XII, perdieron su importancia con las derrotas militares en el próximo oriente. La última cruzada popular, la cruzada de los pastores, fue en 1320. Esas guerras santas fueron sustituidos por una nueva religiosidad popular que consistía en la peregrinación y el culto a las reliquias. ¿Para que ir hasta Jerusalén, si había un Santo más cerca? Cantebury, Hildesheim, Colonia, Conques, San Isidoro de León o Santiago de Compostela se convirtieron gracias a sus reliquias importadas en importantes centros religiosos, numerosos cristianos peregrinaron hacia esas ciudades. La llegada de tantos creyentes beneficiaba evidentemente la ciudad que albergaba las mismas reliquias. Pamplona, y su obispo, no se quedaban cortos: No solo cruzaba el camino de Santiago su ciudad, ¡También tenían desde hace dos siglos reliquias! Que mejor momento para comenzar con las fiestas, para enfocar la atención hacia esas mismas reliquias.

  • El reino de Navarra no participo desde 1234 en la reconquista. Mientras los nobles de Aragón, Castilla y Portugal lucharon contra los paganos y servían a la fe cristiana matando no – cristianos, se aleja Navarra, ya sin posibilidad de expansión, de la política peninsular y se mueve y desarrolla en la órbita francesa. De allí la posible importancia que cobraría un santo que, aunque nacido en Pamplona, haya trabajado principalmente en la parte francesa del imperio romano.

Eso, a mi juicio, fueron posiblemente las causas principales del comienzo de la existencia de la fiesta de San Firminus, o sea Fermín, en Pamplona. Una fiesta, creada para agradecer tanto la generosidad del dios cristiano, aumentar el prestigio de los tres Burgos pamploneses y generar ingresos. Una fiesta, que ni cuatro años más tarde habrá cambiado de función: Pedir clemencia divina, y que San Firminus hablé ante el dios cristiano a favor de Pamplona.
¿Qué había ocurrido?

En 1346 había alcanzado la peste Europa, y en 1348 vivían en Navarra solo 88.000 personas – el 42 % del numero de habitantes de 1300. La crisis del siglo XIV afectó casi toda la Europa medieval, la aparición de la peste cambió turno con las malas cosechas causadas por las hambrunas.

La fiesta de San Fermín y la contrarreforma (Siglo XVI)

En el siglo XV comenzó mejorarse la situación. La fiesta de San Fermín continuaba siendo una celebración local como en muchas aldeas, y con la contrarreforma comenzó tener más importancia que nunca.
Con la reforma Luterana se encontraba la iglesia católica en la defensiva. Después de intentar erradicar, sin éxito, al protestantismo alemán, se reformó la misma iglesia (Como se ve, la contrarreforma era realmente la reforma que había deseado Lutero, solo que fue menos drástica). La iglesia católica, que hasta entonces había sido en latín y muy distanciado de las masas, se acercó: En España comenzó leerse la misa en castellano, los sacerdotes miraban hacia los creyentes en vez de darles la espalda, nuevas ordenes monásticas como los Jesuitas misionarios la sociedad y la Santa Inquisición se convirtió en el instrumento esencial de los estados modernos para asegurar la homogeneidad religiosa. Y: las fiestas se convirtieron en el centro de la fe católica.
Las fiestas con todos sus rituales, reliquias, procesiones, eran esenciales para renovar la identificación de los católicos, y tanto la iglesia católica como los monarcas católicos estaban convencidos que de esa manera podrían asegurarse del control ideológico de la población, protegiéndose contra cualquier hereje luterano.
En eso esta la Fiesta de San Fermín. San Fermín, que incluso hoy en día no es el patrón de Pamplona (eso lo es Saturnio de Toulouse), ni de Navarra (eso lo es Francisco Javier), un santo que había actuado principalmente en Francia, podría servir magníficamente para los propósitos arriba mencionados. No era necesario crear una nueva fiesta – solo había que cambiar las fechas.
Si el día del Santo era el 10 de octubre, se cambió en 1591 al 7 de julio. Principalmente por el clima, era el mejor momento para el campesinado justo después de las cosechas, y así no coincidía con otras festividades del otoño. Y ya un siglo antes, en 1500, se había traído las reliquias que faltaban a Pamplona.

La contrarreforma instrumentalizó muchas fiestas, como San Fermín, y una manifestación visual era la costumbre de llevar un pañuelo rojo. Desde el siglo XVI llevaron todos los que querían celebrar las fiestas de San Fermín un pañuelo rojo para recordar la decapitación del santo.
Y a pesar de las numerosas críticas de la iglesia de prohibir la matanza de toros, se combinó con esa festividad. Toros, cabezudos, gigantes, el pañuelo rojo y el cambio de fecha eran elementos importantes para popularizar la fiesta de San Fermín y defender la fe católica.
El encierro, hoy tan esencial, logró ser importante a partir del siglo XIX. Los toros, como tenían que llegar a la plaza de toros, tenían que cruzar la ciudad, y ese recorrido, el encierro, se convirtió en una prueba de valentía para los jóvenes pamploneses.

San Fermín hoy en día

Gracias a literatos como Hemingway y los medios de comunicación (periódicos, radio, televisión, Internet) se convirtió el encierro en el pilar de la fiesta de San Fermín.


¿Y que tienen que ver toros con un santo del siglo III? Nada, pero son los productos del culto de las reliquias medievales, la contrarreforma moderna y la comercialización actual.


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