No se puede entender lo que ocurre en Afganistán – su continua
inestabilidad política, la existencia de la Taliban o la gran importancia de
los Warlords del Opio – desde el fin de la guerra fría sin tener en cuenta su
vecino mas semejante, Pakistán.
Cuando en occidente se habla (en las noticias, en los ensayos o
durante la sobremesa) sobre Afganistán y la necesidad de la retirada de las
tropas occidentales (principalmente estadounidenses), se suele olvidarse del
contexto geopolítico. Al menos, fuera del ámbito de los gobiernos y los
expertos.
Uno de esos expertos, el pakistaní Ahmed Rashid, publicó tres
libros analizando la situación política tanto de Pakistán como de Afganistán:
Taliban, Sturz ins Chaos y Am Abgrund. Él considera importante informar sobre
esos asuntos tan complejos y tan desconocidos en occidente, y lo explica con
esmero y muy comprensible.
Su último ejemplar, Am Abgrund – Pakistán, Afganistán und der
Westen, se enfoca en el periodo cuando Obama era presidente estadounidense. La
razón de ese periodo elegido reside en la importante dependencia financiera de
los militares pakistaní respecto los Estados Unidos.
Pakistán y sus principales actores
Pakistán es un país con una situación geopolítica
delicada. Un país sunnita, con un vecino
chiíta poderoso en su oeste (Irán), un vecino hindú el su este (India), cuyo
gobierno les considera enemigos. Rusia y China, otros dos gigantes, son vecinos
cercanos.
Rodeado de tantos países, poderosos en población, economía y lo
militar, el único país al que pueda influir Pakistán es su vecino, aún más
débil (y, excepto las invasiones sovieticas en los años ochenta y la
estadounidense en los años 00, olvidada en occidente desde el siglo XIX):
Afganistán.
Les importa tanto a los militares pakistaní como su servicio de
inteligencia (ISI) controlar Afganistán. No quieren encontrarse completamente
rodeados. Solo: Su forma de control se expresa en el apoyo de grupos
terroristas, como Al Qaida y Taliban, incluyendo otros grupos extremistas que
inestabilizan la región india de Casimir.
Una política que considera Ahmed Rashid, el experto pakistaní,
peligroso.
Por un lado se deterioró la imagen de Pakistán, cuando en 2011
mataron unidades especiales estadounidenses Osama bin Laden, quien residía a
medio kilómetro de la única y prestigiosa academia militar de Pakistán. Es poco
probable que había vivido allí sin que nadie de ejército ni servicio de
inteligencia hayan tenido noticia – o, peor, tendrían admitir que no se habían
dado cuenta que el hombre más buscado de la tierra durante 10 años se
encontraba en una amplia villa en el corazón de una de sus ciudades.
Por el otro lado, se vuelven los grupos instrumentalizados en
contra de Pakistán. Así se separó hace media década un importante grupo de los
Taliban de Afganistán y se convirtieron en los Taliban pakistaní. Desde
entonces luchaban unos en Afganistán
contra los Marines norteamericanos, pero otros contra del propio ejercito
pakistaní. Esa política militar de apoyar unos grupos terroristas y luchar contra
otros es confusa. Dificulta, incluso imposibilita según Ahmed Rashid la paz en
Afganistán, poniendo en peligro Pakistán.
Ahmed Rashid explica numerosos otros conflictos locales, como
en Waziristan (una provincia pakistaní) o el FATA. Según su opinión hay cinco
actores de los cuales, por sus decisiones, depende la paz y guerra en
Afganistán y Pakistán:
- El ejercito pakistaní, cuyos militares se enfocan única- y exclusivamente en India como enemigo. Marcados por sus derrotas en las anteriores guerras entre India y Pakistán, tienen un miedo (que considera Ahmed Rashid irracional) de encontrarse rodeados por sus enemigos. Apela en mejorar, al menos normalizar, las relaciones entre ambos países.
- El
servicio secreto pakistaní, el ISI. Se ha convertido en un estado dentro
del estado, actúa relativamente independiente, apoyando de forma selectiva
grupos terroristas islámicos. Sin embargo, perdió el control sobre muchos
de esos, quienes se volvían en contra de Pakistán. Por el otro lado, se
enfoca igual como los militares en que India sea el peor enemigo – y que
por eso haya que controlar Afganistán para que Kaubl jamás sea controlada
por Nueva Delhi.
- El
gobierno civil pakistaní, que destaca por su debilidad y su miedo en
luchar contra sus militares y agentes. Así pierden el apoyo popular e a
nivel internacional pierden su fiabilidad.
- Los Taliban de Afganistán. Según Ahmed Rashid, han
cambiado. Ellos
saben que no podrán gobernar nunca en Afganistán sin colaborar con el
gobierno de Kabul, y Ahmed Rashid recomienda negociar y cooperar con
ellos. Una tesis atrevida que se comprende mejor leyendo su obra.
- Finalmente,
el gobierno indecisos de Obama de los Estados Unidos de América. América
se apoyó y apoya en Pakistán como aliado, importante para sus asuntos en
Afganistán y como aliado contra el Irán. Sin embargo, realizan ataques de
drones contra todos los grupos terroristas sin distinguir – algo que disgusta
al ISI pakistaní. Y cooperan abiertamente con su aliado más importante: La
india. El considerado archienemigo pakistaní. Desde 2001 la cooperación se
había intensificado, pero con la llegada del gobierno Obama al poder, sus
relaciones empeoraron, principalmente por las actuaciones ambivalentes de
los soldados estadounidenses en ambos países (durante el día apoyan y
ayudan la población durante la noche matan terroristas – y numerosos
inocentes civiles con sus drones), y por numerosos malos entendimientos.
Llegando hasta tal punto que la cooperación se redujo a los mínimos en el
año 2015.
Tanto la política interior de Afganistán y Pakistán como la
relación entre los cinco actores arriba mencionados, los analiza e explica con
muchos detalles e información primaria en su última obra. Y haciendo
referencias sobre los intereses que tienen Irán, India y China en esa región.
Conclusión
Pakistán es un país interesante, en una situación geopolíticamente
privilegiada – y una potencia nuclear, con armas nucleares, y una situación
económica y política de lo más inestable. No sin razón llama Ahmed Rashid su análisis
“Am Abgrund”, pidiendo que “Pakistán, Afganistán y el occidente” actúen con
esmero. ¡Recomiendo su lectura!
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