29 ene 2016

El muro de Adriano: Una inspiración para Juego de Tronos

El muro nórdico de Westeros.
En el mundo medieval fantástico creado por George R.R. Martin se enfrentan varios principados en una guerra civil tras la muerte de su rey, y durante muchas temporadas se pueden permitir tal lujo gracias a sus dos fronteras “naturales”: El mar en el sur les protege de los invasores nómadas sureños, una mezcla de hordas montados en caballos y cultura de próximo oriente europeo, y un misterioso, enorme muro de los peligrosos andantes del norte.

Ese muro en concreto fue el fruto de una inspiración real: El muro de Adriano.

Fragmento del muro de Adriano.
El imperio romano, tras sus considerables expansiones durante su fase republicana y bajo los primeros emperadores desde el dictador Julio Caesar, llegó a sus límites administrativos y económicos durante los primeros siglos después de Cristo.
En esos momentos el imperio controlaba todos los territorios más fructíferos alrededor del mar mediterráneo, y los consolidaba mediante una densa red de infraestructura, una eficaz administración y un ejército veloz.
Limitado por el océano atlántico en occidente y el desierto de la Sahara en el sur, les quedaba a los militares romanos los campos abiertos el norte y oriente. Sin embargo, en oriente se creó una situación de Status Quo por el poderoso imperio persa, cuya conquista hubiera obligado la concentración de toda la fuerza militar romana en próximo oriente. Y en el norte se podría haber realizado conquistas sin grandes oponentes, pero tanto los densos bosques, como la falta de una agricultura desarrollada y la inexistencia de estructuras administrativas medianamente centralizadas (a diferencia de los celtas e iberos) quitó toda la motivación económica. ¿Para que conquistar unos bosques teutones, si era necesario crear de la nada una organización territorial y una próspera agricultura?
Reconstrucción parcial del muro, con su altura de 5 metros.
La respuesta militar fue la construcción de muros: Los ríos Rin y Danubio evitaban por vía natural la incursión de bandas saqueadores grandes, y el resto se cerró con el Limes, una muralla de madera con varios cuarteles, en Germania y el muro de Adriano en el norte de Inglaterra. Si no es rentable conquistar, ¡Que al menos no molesten!

Y ese muro, cuya construcción fue ordenada por el emperador Adriano entre 122 y 128 d.C., servía para proteger los celtas británicos romanizados de los pictos nórdicos: Un muro de 117,5 km de longitud, 5 metros de altitud y un grosos de 2,5 – 3 metros. Cinco metros no suena mucho, pero cambia si se imagina la imagen de una serpiente larga que cruza los campos británicos.

George R.R. Martin visitó dicho muro 1981 junto con un amigo, y le impactó. Hoy tiene una altura de 2 metros, pero durante la antigüedad eran 5 metros, que son al fin de cuentas casi dos pisos. Se formó en el la idea de convertir el muro en un elemento importante dentro de su mundo medieval fantástico. Según una entrevista en “Rolling Stone” dijo: “Cogí el muro de Adriano, lo hice tres veces más largo y con una altura de 200 metros, y de hielo”. ¡Listo!


Claro, todo el resto, como una guardia negra que vive el celibato y se concentra en una única base, no correspondía con la realidad, cuando los legionarios fundaron familias y se quedaron en las aldeas justo al lado del muro de Adriano. Aldeas que se crearon alrededor de los numerosos cuarteles generales.
Lo que les une es la mentalidad: Se espera y observa al norte, en espera de un posible ataque invasor, en cuyo caso les tocaría defenderlo con el fin de proteger “su” civilización – al borde de su cultura. Una civilización cuyos centros están tan lejanos como la Desembocadura del Rey o Roma. Mientras allí había intrigas por el poder, los guardias de la noche y los legionarios aguantaban un clima frió, helado, observando a los pictos. Y los andantes.


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