A finales de la edad antigua, al comienzo de la edad
medieval europea, llegaron unos hombres desconocidos en carros de combate al
rio Tarim He, en el desierto occidental Taklamakan de la china actual. Una región seca, un
desierto ubicado entre el Himalaya al sur, el desierto Gobi en el este, y las
estepas montañosas al norte y oeste.
Esos extranjeros llegaron en son de paz. Los emigrantes
europeos no trajeron guerra, sino ovejas y cabras de su antiguo hogar –
animales desconocidos en el desierto de Taklamakan. Más importante que sus
animales domésticos era su fe: Trajeron consigo una religión mundial hacia
Asia.
Tocarios llamamos a ese pueblo,
que emigró alrededor del siglo V d.C. hacia el extremo occidental de la actual
china, pero en contacto con el entonces imperio chino de los Sui hacia el este
y el imperio sasánida en Persia hacia el oeste. Ya el término Tocarios es un error nuestro, sus
contemporáneos los conocieron como Arsi y Kucha, basándose en los nombres de
sus capitales.
Sin embargo, esta cultura tan enigmática y misteriosa
apareció sin apenas dejar rastro.
Texto Tocario, siglo VII d.C. |
Los historiadores sabemos hoy en día de su existencia
gracias a las obras de los arqueólogos, quienes encontraron en el desierto de
Taklamakan miles de restos de papeles, que indicaban la existencia de una
sociedad culturalmente avanzada. Hace casi cien años lograron los indoloros
alemanes Emil Sieg y Wilhelm Siegling, tras años de trabajo, identificar y descifrar
las letras como partes de un idioma desconocido. Sorprendidos descubrieron que
este idioma pertenecía a la familia indogermánica, cuyo idioma se había
extendido hace miles de años desde Europa hasta la India, siendo sus herederos
el persa, indio, latín o griego.
Desde entonces intentaban los historiadores y arqueólogos
llevar la luz hacia el pasado. El hecho que numerosos fragmentos escritos se
encontraban en colecciones privadas difícilmente facilitaba la investigación. Por
si fuera poco, menos de veinte personas en todo el mundo conocen este idioma.
Una de ellas es la filóloga Melanie Malzahn de la
Universidad de Viena. Construyendo una amplia base de datos, junto con un
equipo, coleccionan la mayor parte de los restos escritos conservados y traducidos.
Cualquiera puede acceder a esta base de datos e
informarse sobre el idioma de los Tocarios (www.univie.ac.at/tocharian). Pero
el mayor enigma se sigue desconociendo: ¿Quiénes eran los Tocarios, y como llegaron de Europa a China?
Los Tocarios serían el grupo azul (TOK). |
Se sabe que durante siglos fueron comerciantes
importantes en la ruta de seda, su idioma era una de las lenguas francas. Es
más, lograron transportar la fe budista desde la India hasta China.
La mayor parte de los restos escritos estaban en
monasterios budistas. Antiguas pinturas rupestres informan sobre sus
habitantes. Se ve personas barbudas con pelo rubio, algo inusual en Asia. En
estas regiones se descubrió hace tiempo una momia (un cadáver que se había
conservado excelentemente en el desierto), el hombre de Cherchen. Un gigante de
dos metros de altura, con pelo rojo y barba roja, y una nariz larga. Rasgos
físicos que son más habituales en Europa que en el centro de Asia.
Pintura de monjes budistas, siglo VIII d.C., de un monasterio budista en el oriente del valle del desierto Taklamakan. El monje de la izquierda posiblemente era un Tocario. |
Solo: La momia tiene más de 2000 años de antigüedad,
mientras los textos provienen del siglo IV d.C.. Desde el siglo XIII se dejó de
escribir, al menos no hay textos posteriores.
¿Desapareció la cultura budista Tocarios porque la población había cambiado de cultura, como al
Islam chiíta? También probable que la crisis en oriente (China estaba dividida
desde el siglo XII en varios reinos combatientes) y occidente (se peleaban
entre si los reinos islámicos), que facilitó la exitosa expansión mongol,
provocó una larga crisis comercial para la ruta de seda, que no se recuperó
hasta el siglo XIV.
De todos modos, sabemos que tenían preocupaciones muchos
más profanos. Un Tocarios escribió:
“Antes no me
gustaba ningún ser vivo más que tú. Solo el dios de los hechos conoció mis
pensamientos, por eso sembró bronca, me arrancó el corazón que te pertenecía.
Te alejó de mí, te separó de mí, me dejó participar en toda la pena, me quitó
la facilidad de ti”.
Fuentes:
- THADEUSZ,
Frank, Rotbärte an der Seidenstrasse, en "Der Spiegel", Nr. 28, 2012, S.
100.
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