Hace
un tiempo hablamos mis amigos y yo sobre la teoría, que tocando piano siendo
niño sus dedos crecerían más de lo normal. Una amiga nuestra defendía
energéticamente esta idea: ¡Si se juega al piano, los dedos terminaran siendo
más largos!
Mientras
mis amigos argumentaban en contra usando razones científicas y la experiencia
propia (¡Mira, juego violín y piano
desde pequeño y tengo unos dedos cortos, mientras que él tiene dedos largos sin
haber jugado nunca un instrumentos!), empleé los ejemplos históricos.
En
numerosas culturas las personas se empeñaban en cambiar la estatura física del
ser humano. Y evidentemente, hubo cambios. Gracias a la alimentación diaria y
los avances de la medicina hemos crecido considerablemente a lo largo de los
últimos dos siglos. Por ejemplo, el ciudadano europeo medio del siglo XXI es
casi 15 cm .
más alto que el ciudadano romano medio del siglo II.
El
esqueleto ha crecido, los huesos son más fuertes y más largos que hace siglos.
Es una evolución larga, compleja, y ya sirve de argumento en contra de tocar al
piano. No hemos crecido porque nos hayamos estirado, sino por la mejora
alimenticia y salud, y esa mejora no ha sido durante la infancia cuando crecemos
sino es fruto de siglos de la evolución humana.
Creemos
que podemos modificar partes de nuestro cuerpo, especialmente durante la
infancia cuando se desarrolla. ¡Los mismos nazis intentaron Aricar a los que
no consideraban arios mezclando sangres e empleando la química! De hecho,
podemos modificar a los cuerpos, pero no de esa manera. Con mala nutrición el
cuerpo no se desarrollará como debería, en cambio, si lo entrenamos diariamente
tendremos mejores habilidades motóricas, visuales, olfativas, etc.….dado que lo
que entrenamos es nuestro cerebro y nuestra musculatura, durante toda nuestra
vida. ¡Los dedos no serán más largos si se entrena durante la infancia tocando
al piano, pero si serán más habilidosos o flexibles!
En la izquierda sería a comienzos de la infancia, a la derecha se ve la forma estimada para la madurez. |
En
algunas civilizaciones se quería aprovechar la plasticidad del hueso infantil.
En la civilización Maya se consideraba un frente plano como algo muy bello y
destacado, por esa razón se fijaba una tabla en el frente del niño con el fin
que su frente sea más listo y plano. Y evidentemente: Tanto los esqueletos como
las imágenes demuestran que miembros de la elite maya tuvieron un frente
semejante.
O
la civilización china, donde una mujer debería tener pies pequeños. Se les
ataba a las niñas los pies mediante cuerdas en pequeños zapatos, con el fin de
evitar que crecieran. De hecho, nuestra amiga estaba convencido que
posiblemente los pies así se deformaban, pero que eran de todas formas más
pequeños. Eso es erróneo, como los estudiosos occidentales lo comprobaron
durante comienzos del siglo XX. Calculando la media de altura, masa de grasa y
el tamaño de los pies de la población campesina china y comparándolo con la
minoría que sufría atarse los pies, y analizando sus pies deformados, se llegó
a la conclusión que el tamaño no se reducía de cómo hubiera sido sin el
tortuoso tratamiento, solo se deformaba de acuerdo con la forma del zapato. Tan
grave era la deformación, que impedían las mujeres ir más rápido que con
minúsculos pasitos, tenían el mismo volumen que los pies de las mujeres que no
fueron embellecidos. Ejemplo de una deformación de una mujer japonesa, que durante su juventud trabajó como Geisha. |
Guillermo II, con su brazo izquierdo. |
Llegando
a un ejemplo reciente: Guillermo II, último emperador del segundo imperio
alemán. Su brazo izquierdo resultó ser cerca de 10 cm más corto que su brazo
derecho (que tiene el tamaño que se considera normal según su altura). Los
médicos solían ponerle al joven Guillermo un corsé metálico. Ese corsé
inmovilizaba al brazo sano derecho para fomentar la actividad del débil brazo
izquierdo, es decir, para que se desarrolle su musculatura. Y alternando se
colocaba en el brazo izquierdo una armadura que tiraba el brazo, con el fin que
los huesos durante la infancia se alargaran.
Cosa
que no ocurrió: Guillermo pasó una infancia terrible con esos aparatos que solo
creaban dolor, y cuando era adulto ocultaba el tamaño de su deforme brazo
izquierdo llevando siempre en su mano izquierdo el cetro imperial.
Cada
uno de nosotros intentaba convencer nuestra amiga que su idea era errónea, cada
uno a su manera. Claro, debería haber estado nuestra amiga fisioterapéutica, la
más calificada. ¡La próxima vez que esté, propondré este tema!
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