19 jun 2013

Viaje por el Sur: los tres palacios renacentistas de Tudela: la casa del almirante, el palacio del marqúes de San Adrían y el palacio del marqúes de Huarte

Primero la casa del almirante que se construyó alrededor de 1550, con tres plantas de ladrillo y una galería de arquillos en su exterior.
El nombre viene de que durante unas décadas solía alquilar un ingeniero madrileño la casa, y como era hijo de un almirante, se formó la costumbre de llamar a dicho edificio "casa del almirante".

Se trata de un edificio con doble función: por un lado era una casa de cabo de armas, es decir, daba a sus dueños el derecho de asistir en las cortes del reino, y por el otro lado servía para manifestar el poder y la riqueza de la familia. Cuanto más decoraciones tenía, mayor el prestigio adquirido. Finalmente se trata de un edifició al estilo de los palacios del Valle del Ebro: planta baja, piso noble y ático con galería de arquillos.

Se observa en la izquierda la representación de la maldad, una mujer con pelo suelto, y a la derecha la bondad. En medio sujeta el fuerte Heraclés los dos tímpanos. En la parte superior se observa los perfiles de la pareja quien mandó la construcción. Sus rostros se parecen  a los de Isabel de Portugal y del emperador Carlos V.
El interior de la casa del almirante: rectangular, con columnas inspiradas en el clásico. Se observan las primeras tres plantas de acceso de los habitantes nobles.
Evidentemente los nobles tenían su propia escalera, de piedra, ladrillo y madera.
Aquí se observa las típicas columnas de está época proveniende del Ebro, con las llamadas cabezas aragonesas.
El final de la edad moderna coincidió con tres novedades importantes para la clase nobiliaria: la burocratización del estado moderno, la pacificación del interior y el empleo cada vez más notorio de la artillería.
Memento Mori:
la influencia flamenca se notaba
en algunos elementos
decorativos en el interior del
palacio del marqúes de San Adrian.
Primero perdían los nobles sus funciones como guerreros, delegando su papel como apoyo al monarca a los soldados y funcionarios, pero mantenían sus privilegios y derechos. Para demostrar visiblemente sus riquezas y su estatus social, que es una forma de legitimar sus privilegios para nombrar los alcaldes, alguaciles y otros cargos de las localidades donde vivían, comenzaron con la construcción de palacios impresionantes.
Esos palacios se diferenciaban a las antiguas sedes medievales de las familias nobiliarias por su naturaleza arquitectónica: dejaron de ser fortificaciones fríos, pequeños y oscuros para ser casas amplios, ligeros, con mucha luz y espacio. Eso se debe porque por un lado el noble ya no tenía que defenderse ante otros nobles porque el estado aseguró su monopolio de la violencia, y porque por el otro lado la artillería convertía la construcción de una fortaleza eficaz en una tarea harta de realizar.
Llegando desde la Italia renacentista los nobles navarros se inspiraron en sus decoraciones góticos con decoraciones de temas clásicos, naturales o mitológicos.
Eso nos lleva al segundo palacio, del marqués de San AdrianCuando en el siglo XVI la familia nobiliaria Magallón comenzó con la construcción del palacio, que se convirtió en su sede familiar (y más tarde de su nuevo titulo otorgado por Carlos II, el marquesado de San Adrián), crearon una obra excepcional para la península ibérica por sus decoraciones.
En la escalera del patio interior del palacio se encuentran 12 imágenes grises de personajes divinos y mitológicos de la clásica antigüedad grecorromana. Tanto por su grado de conservación como por su mera existencia convierten la sede actual de la UNED en un edificio interesante para la historia. También se fija el espectadur que las columnas pintadas corresponden a unas columas reales, aumentando el efecto de espacio visual de las imagenes.

Exterior del palacio del Marqúes de San Adrian. Normalmente solían haber balcones en la fachada de ladrillo exterior.
A diferencia a la casa del almirante esté si es un palacio real, con un gran espacio en su interior. 
Según las dos leyendas mandó pintar el dueño del palacio a las 12 mujeres para destacar las virtudes de su mujer -  o para recordarla como debería ser. 
En el lado izquierdo están las mujeres castas: Virginia, Lucrecia, Tucia y Sulpicia.
En el centro se úbican las mujeres valientes: Camila, Isicriatea, Tomiris y Cenobia.
Finalmente, en el lado derecho, están las tres mujeres de la belleza: Venus con cupido, Juno y Palas. La cuarta mujer, a la derecha extrema, representa la discordia y el pecado, a modo de única virtud negativa de las 12, que convierte la esposa idealizada en humana por no ser perfecta.


Placa que recuerda la reunión del consejo de guerra en el palacio del Marqúes de San Adrián el 23 de noviembre 1808, antes de la derrota española por los franceses.

Como detalle, un anillo dentro del patio del palacio para sujetar las cuerdas de los caballos.
Escaleras junto al patio interior que llevan hacia un pozo de agua.
Igual como en la casa del almirante destaca la escalera de la nobleza por sus ricas decoraciónes y la mezcla de ladrillo con madera.
Por fín, el palacio del marqués de Huarte en Tudela, que actualmente es la biblioteca y el archivo municipal. Interesa únicamente por su doble escalera imperial y sus decoraciones en la fachada exterior. Construido entre 1742 y 1745 en el estilo barroco servía para demostrar la riqueza y el poder de los marqueses de Huarte, leales vasallos de la monarquía absolutista de los Borbones. 

Fachada pintada, con el balcón obligatorio pero sin ningúna estatua, lo que demuestra el escaso poder de los dueños de dicho palacio.

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