VIDAL, César, Nuevos Enigmas Históricos al Descubierto
– de
Nostradamus a Saddam Hussein,
edit. Planeta, [1. edit.], 2003, Barcelona.
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Aún así no creo que era necesario decidirse por el titulo Nuevos
enigmas históricos, ya que ningún enigma se ha descubierto hace poco ni se
tratan de enigmas reales sino de hechos históricos poco míticos.
La estructura es simple y claro (en sentido positivo): cada
uno de los 27 capítulos responde a una pregunta que suele ser el titulo del
mismo, iniciando con una breve introducción, siguiendo con la explicación del
enigma (mejor: el hecho histórico) y concluyendo con un breve comentario
bibliográfico. El autor da (casi siempre) respuestas completas a las preguntas.
Es como si se estaría leyendo una enciclopedia escrita de forma fluida (como,
siendo sincero, ocurre con la Wikipedia).
Su colección arbitraria de hechos históricos provenientes de
todas las épocas se caracteriza por su gran variedad temática: desde las
leyendas populares (¿Existió Drácula? ¿Acertó Nostradamus en sus profecías?),
por anécdotas morbosas (¿Cuál fue la verdadera dolencia de Enrique IV elImpotente?), y secretos de conspiración (¿Por qué y como tuvo lugar elasesinato de John F. Kennedy?) hasta ámbitos discutidos por los historiadores
que el autor sintetiza algo forzado (¿Por qué fracasó la Armada invencible?
¿Por qué fracasó el lanzamiento de julio de 1936 en Barcelona y Madrid?).
Algunos capítulos me parecen muy interesantes (¿Cuál es el
origen ideológico de la Constitución de Estados Unidos? ¿Quién escribió los
Protocolos de los sabios de Sión?), en primera linea porque los desconocía.
Todos los capítulos terminan con una breve lista (comentada)
de las fuentes empleadas y recomendadas (excepto las preguntas 24 ¿Cuál fue la
causa del escándalo Matesa? y 25 ¿Quién planeó el atentado contra Juan PabloII?).
Aquí lo que me disgustó: la forma como se cita César Vidal a
si mismo. El hecho que numerosos autores se citen (comenzando por mis propios
profesores universitarios) es normal y adecuado. César Vidal, opino, se pasa.
Su libro tiene 27 secciones, y cita 15, ¡quince!, veces a distintos
libros suyos, en numerosas ocasiones incluso antes que monografías serías y
mejores (reconozco, lo último sería discutible). En el comentario bibliográfico
del capitulo 18 repite una obra que ya mencionó en el capitulo anterior, sino
serían 16 veces. Y en el capitulo 12 tiene el orgullo de citar un capitulo de
un libro suyo.
Es posible que hubiera ignorado eso, con todo las siguientes
frases me obligaron señalar ese aspecto. En el comentario del cuarto capitulo
escribe Titulo (no lo mencionaré, que ya se publica por su cuenta) que, dicho
sea de paso, es mi última novela publicada….es una obra mágica y, precisamente
por ello, el lector sacará sus propias conclusiones de maneras diametralmente opuestas.
O del doceavo capitulo una obra que fue premiada con el premio de bibliografía
de Las Luces del Año (Que si, no es necesario repetir dos veces que es
premiado, ¡ya lo hemos entendido a la primera!). O en el quinceavo capitulo,
tras primero citarse a si mismo, dice con todo, los mejores estudios han
sido… y nombra en continuación las monografías serias. Considero superfluo e
incluso algo arrogante el con todo empleado.
Aparte de la auto citación me parece discutible los juicios
personales que presenta como la verdad única en algunos capítulos. El autor se
empeña de dar una imagen objetiva, con todo se le escapan de vez en cuando
comentarios y adjetivos subjetivos. Por ejemplo cuando trata la cuestión del
problema sexual de Enrique IV: Al fin y a la postre, el reino fue heredado por
su hermanastra, la futura Isabel la Católica. Difícilmente habría podido
concebirse mejor destino para Castilla y para España.
Otro juicio personal que simplifica un hecho histórico es
que el principal responsable de semejante calamidad (se refiere al fracaso de
la armada de 1588) fue un monarca (Felipe II) imbuido de un peculiar
sentimiento religioso que (…) acabaría provocando el colapso del Imperio
español.
Incluso presenta su visión (que es una de varias teorías
de conspiracion) acerca del asesinato de John F. Kennedy. Según su tesis la
mafia, incluso el servicio secreto, contrató a dos asesinos (ninguno de ellos
Oswald) quienes dispararon Kennedy. Es más, César Vidal se inclina por la idea
que los Kennedy planearon crear una especia de dinastía de presidentes (como lo
hacían Bush I y Bush II).
A pesar de toda la critica me parece una obra recomendable por
el estilo fluido y la selección de anécdotas curiosas (¿Quién fue Jack el Destripador? ¿Fue un fraude la victoria electoral de John F. Kennedy?). El
libro me recuerda detalles que había olvidado o nunca me había tomado la
molestía de investigarlos, y es un buen descanso la lectura de algo más ligero
siendo divertido.
Siempre y cuando la y el lector/ -a tenga en cuenta la
presencia subjetiva de César Vidal es recomendable la ojeada de su libro. La brevedad
de los capítulos invita a la lectura puntual y descontinúa, como leer breve uno
o dos antes de dormir.
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