21 mar 2015

¿Realmente existen razas humanas?

Los estereotipos no son razas

Hace unos meses tuve una interesante conversación con buenos amigos, donde estaba sorprendido de lo que estaban convencidos sobre la existencia real y cientificable de razas, y lo defendieron empleando como ejemplos estereotipos (principalmente físicos) y de que “en los animales también hay razas”.
El hecho que estén convencidos sobre la existencia de razas no los convierte en racistas. Sin embargo, tuve otra experiencia desagradable justo dos semanas antes. Vivo en una pequeña aldea al norte de Pamplona, donde los vecinos se conocen entre sí. Entonces llegó una caravana de Roma y Sinti, llamado gitanos. Un detalle: Mientras en España los representantes de los Roma y Sinti se llaman a si mismos gitanos, eso en Alemania sería un suicidio político, donde se emplea el otro término para ser políticamente correcto. Y ya comenzó difundirse por vía oral y mensajes a través de Whats Up frases al estilo “Cuidado, han llegado los gitanos”, “Ojo, que hay que tener cuidado”, “Gracias por avisar, por si acaso….”.
¿Y que tiene que ver lo uno con lo otro? Un chiste sobre narices judíos, alemanes nazis y gitanos sucios se puede convertir fácilmente en la convicción sería de menospreciar a las personas que se consideran de esta manera. Y allí veo un problema: Que esos estereotipos, productos culturales artificiales, se conviertan en verdades biológicas cientificables.
El paso de creer que un gitano sea un ladrón hacia estar convencido que todos (o, como también gusta decir, “la mayoría, no todos”) los gitanos, por el hecho de pertenecer a “una raza gitana” (como ellos mismos también afirman que son), sean ladrones natos, es pequeño.

Los estereotipos existen y su existencia es innegable. Los hay con y sin valoraciones subjetivas, tanto buenas como malas. ¡Si por cada vez que la gente diga que soy puntual por ser alemán hubiera recibido un euro, ya tendría mi propia casa! Soy puntual por mi personalidad, no por ser alemán o hijo de un alemán, ni por haber vivido en un entorno cultural alemán. Es un estereotipo positivo, pero no significa que por eso mis hijos biológicos automáticamente sean igual de puntuales.

El desarrollo del concepto de raza

Volviendo a la cuestión inicial: ¿Existen Razas?

Desde siempre el ser humano ha intentado clasificar los seres humanos, para identificarse y diferenciarse. Y no necesariamente en el sentido biológico, sino sociocultural y religioso. Así según Aristóteles había solo dos razas (griegos y bárbaros) o en la edad media solían haber cinco (cristianos, judíos, paganos, herejes y musulmanes). Curioso es la primera vez cuando se usaba la palabra raza: El sacerdote español Alfonso Martínez de Toledo escribe en 1438 que el campesino es una “rraça”, y el noble otra “rraça”, haciendo referencia simplemente del linaje conocido del noble y del inexistente del campesino.
En la edad moderna solía haber dos. Según Henri de Boulainvilliers la nobleza y el pueblo, según Augustin Thierry la nobleza franco-germana y el pueblo gallo-celta, o según Edward Coke los Stuarts normandos y el pueblo anglosajón. Como se ve, se confundía el término actual de raza biológica con clases sociales, grupos culturales o la pertenencia a comunidades religiosas.

Se comenzó diferenciar los humanos según una raza biológica tras la reconquista en España. Como todos los ciudadanos tenían que convertirse al cristianismo, la diferenciación racial medieval ya no era más útil. Era importante que por ejemplo para ser cura no se haya sido un converso reciente o haber estado influido por padres o abuelos musulmanes o judíos. Por eso se comenzó hacer las famosas pruebas de sangre. La idea principal no era diferenciar los seres humanos por su raza biológica, sino según la história genealógica del ser humano en cuestión. Se quería garantizar que no haya ninguna influencia familiar de alguien que no tenga antepasados cristianos. Y con la expulsión de los moriscos mitades del siglo XVII, la pureza de sangre perdió definitivamente importancia, porque para entonces un converso estaba en la tercera o cuarta generación sin haber tenido un familiar con la fe no cristiana que lo podría haber corrompido. Es decir que continuaba el criterio religioso, y tras tres generaciones ya se consideraba un español como cristiano.


En mitades del siglo XVIII hubo la primera sistematización “seria” según criterios biológicos por el francés Carl de Linné, con su Systema Naturae. Diferenciaba entre cuatro razas (americanos, africanos, asiáticos y europeos) y los asociaba con rasgos físicos y el temperamento emocional. También filósofos como Immanuel Kant seguían ese estilo. Había los europeos blancos, los más aptos para la razón, los indios amarillos, los negros, y los menos razonables: los americanos marrones. En todas esas cuatro razas el uso de la razón es hereditario. Blumenbach añadió en 1795 una quinta raza: la de los judíos. Edward Long en su history of Jamaica de 1774 lo vuelve a reducir a tres: blancos, negros y los monos sin cola, al inicio del siglo XIX habló Georges Cuvier de tres, James Cowles Prichard de siete y Louis Agassiz de ocho razas, y así continuando.…Como se ve tanto el numero como la diferenciaron entre razas era muy discutido y poco claro, pero visible es la valoración que se continuaba empleando. Habitualmente los miembros de la “raza negra” apenas podían usar la razón, eran como niños adultos a los que se les tenía que controlar y vigilar. Y lo único que quizás entendían era la fe cristiana, así al menos sus almas estaban seguras. Los dueños de plantaciónes caribeñas, del sur de los estados unidos y posteriormente los colonizadores franceses, ingleses e alemanes les gustaba creér que la esclavitud o la administración colonial paternal sería lo mejor para los pobres “negros”.
Volviendo a los autores: ¿Qué criterios empleaban?
Todos los autores diferenciaban a las razas o según donde habitaban o según aspectos puramente físicos (principalmente la piel) y los evaluaban de manera sujetiva.
Esa valoración comenzó tener importancia cuando el autor francés Arthur de Gobineau con su “Essau sur l´inégalite des raçes humaines” (1852 – 1854) introdujo los conceptos de lucha de razas y la mezcla de razas (que causa el hundimiento de una raza), aparte de hablar de una raza aria. Es más: durante el siglo XIX explotó el numero de razas, llegando al extremo que se confundió una nación con una raza, que no solo tenía diferencias físicas sino también psicológicas como su personalidad.
Por si fuera poco, todo eso es hereditario. Llegado a su culmen con el nacionalsocialismo, donde incluso una bisabuela que estaba casado con un judío podía significar la perdida de trabajo, y cuanto más junto era el lazo familiar, más probable de ser clasificado como judío y ser asesinado.

La inexistencia de razas biológicas

Como se puede observar se distinguió las razas hablando en términos biológicos y cientificables solo por aspectos puramente visuales, añadiendo posteriormente ideas sujetivas (el gitano ladrón, el español/italiano vago, mujeriego pero buen soldado feroz, el frances orgulloso, el alemán trabajador….).
El término raza, en la biología actual en desuso, se emplea únicamente con los animales domésticos.
Una raza solo se tiene si un grupo de seres vivos comparten una amplia seria de características en común. Con los animales domesticados eso es posible, porque el ser humano los controla y modifica directamente, haciendo que una raza determinada de ovejas produzca más lana, la otra de vacas más leche y otra sea muy resistente al frío. Si se habla de razas “en los animales” solo es aplicables con animales domésticos, y solo porque se ha criado directamente durante cientos de años.
Un tigre, un león y un lince son tres animales que pertenecen a la familia de los grandes gatos. Son de la misma raza. A pesar de que los haya de diferentes tamaños, largura de pelo y cazan diferentes animales. Todo eso viene debido al entorno climático y de la biosfera de su habitad. Si cogo a leones africanos y los llevo a siberia, despúes de miles de años posiblemente se parezcan a los linces, debido al frio, las presas y la nieve.
Todos los gatos, todos los felinos, son la misma raza: lince, gepardo, león, tirge, pantera, jaguar, puma….y solo para clasificarlos hablamos de “familias felinas”.

En el caso del ser humano solo sería posible implantar la creación de razas humanas si se practicaría la cría controlada con los seres humanos, como se intentó a partir de 1890 con la eugenesia en Alemania, Inglaterra, los EEUU y Escandinavia. Crear a personas de raza pura, mediante prohibiciones de relaciones sexuales y esterilización forzada.
Genéticamente un lobo tiene similitudes con un Chihuahua, pero ya no son más la misma raza. Se ha modificado al lobo de forma tan extrema, que un Chihuahua no se parece en cada aspecto al lobo original. Sin embargo, un lobo salvaje del norte de Europa es genéticamente el mismo que uno en America.
El hecho que un ser humano tenga una piel más blanca que otra es como tener un gato persa cuyo pelo es negro y la de otro es blanco: ambos son gatos persas de la misma raza, igual como ambos seres humanos son iguales. O si cogemos a una foca negra y a una foca gris…
Sin embargo, un hombre neandertalis y un homo sapiens sapiens (nosotros) si son dos razas humanas diferentes, que se separarón hace mucho tiempo del antepasado común. Tenían esqueletos diferentes, variedad del numero de los huesos, el cuerpo de ambos estaba muy diferente desarrollado, igual como el volúmen celebral y otras capacidades.

La variedad entre los humanos (homo sapiens sapiens) tiene una variedad genética de 0.01 %. Hay más variación genética entre la población japonés aislada del año 1600 que entre los aborígenes australianos y los europeos. Richard Leowntin y Luigi Cavalli Sforza mostraron a partir de 1970 que el color de piel, del pelo y la forma de la nariz son solo adaptaciones del ser humano a su entorno climático.
Si esa variación genética de 0.01 % sería relevante, los indios norteamericanos y los indios suramericanos tendrían que parecerse (me refiero genéticamente) más entre si que por ejemplo con los europeos. Y simplemente porque hace miles de años los europeos marcharon hacia el oeste y los antepasados de los indios hacia el este.
Sin embargo: Físicamente los indios norteamericanos se parecen más a los europeos que a sus familiares genéticamente más cercanos en Suramérica. Y los aborígenes australianos se parecen físicamente mucho a los africanos del centro del continente africano, y eso que genéticamente hay una (minima) diferencia genética del 0.095 %.

Es decir, el puro aspecto físico no significa que se pueda asociar con un componente genético. El mayor argumento (“¡Que se parecen diferentes!”) se deshace porque el mismo cuerpo humano se adapta. Si se coge a 10.000 vascos y se les aísla completamente dejándolos vivir autosuficientes en el centro de África, después de cinco generaciones su físico ha cambiado, pero genéticamente seguirían siendo los mismos como sus familias en el país vasco. Sus pieles se volverán más oscuro, su nariz se agrandará y posiblemente todos se vuelven intolerantes a la lactosa.

¿Y que hay de la raza caucásica? Muy simple: Johann Friedrich Blumenbach, el mismo quién mencioné antes, escribió en la tercera edición de su “Manual de la historia de la naturaleza” de 1795 sobre las cinco siguientes razas: la mongol, la etipoiana, la americana, la malaysiana y la raza caucásica. Según Blumenbach es la raza caucásica de piel blanca, con mejillas rojas, pelo oscuro o negro y otras descripciones físicas. A dicha raza pertenecen todos los que viven en Europa, los asiáticos occidentales hasta el mar caspio y hasta el Ganges y la población del norte de África. ¡Nada de razas eslavas o judías de por medio! Más tarde se empleó otros sinónimos de otros ámbitos (por ejemplo de los lingüistas) como arios, indogermánicos y semitas. La descripción física lo intentó cientificar por ejemplo el antropólogo Carleton Stevens Coon, pero que en los años 70 del siglo XX perdió toda su base científica.
Lo que queda de “caucásico” es solo la descripción física, otra palabra que se emplea por ejemplo en los EEUU si se habla de gente con piel blanca.

Los historiadores no dudan que hubo un pueblo, una etnia quienes eran los arios, provenientes del centro de asía, de quienes derivan casi todos los idiomas entre Europa y Mesopotamia con sus rasgos culturales. Por esa razón palabras básicas como padre o madre fonéticamente se parecen mucho, sea si se habla en persa antiguo o en inglés. Como he dicho: Eran una etnia, un pueblo, no una raza biológica (como lo suponían no solo los ideólogos nacionalsocialistas). Había otras etnias, otros pueblos que físicamente eran identicos, pero cuya cultura, religión e idioma eran diferentes.

Interesante es la evolución del termino de la raza con los judíos. Se comienzó ver a los judíos no como una etnia sociocultural cuyo rasgo principal de identificación es la fe, sino como una raza biológica hereditaria. La “nariz judía” y la fama de ser avariciosos con el dinero se convierten de estereotipos negativos en algo supuestamente objetivo y verdadero.

Como mucho se puede hablar de una raza humana, el homo sapiens sapiens, junto a los otros extinguidos, como el Homo sapiens neanderthalensis, que si se diferenciaba en más de una cosa (como el mismo tamaño del celebro), o los humanos Denisova.

Llegando a tal punto, creo que ha quedado claro que no se puede hablar de razas humanas en el sentido cientificable biológico.

Otras formas para clasificar

Entonces, ¿Cómo se pueden diferenciar o identificar, si no es con raza, a los seres humanos? Teniendo siempre en mente que todas las clasificaciones son construcciones sujetivos, artificiales y solo como medio para conversar, se podría emplear términos como etnias o su sinónimo pueblo. Sería como se empleaba hasta el siglo XX el término raza sin su componente biológico, siendo una forma de clasificar flexible y sociocultural.
Una etnia o un pueblo es un grupo de individuos que tienen una serie de rasgos comunes socioculturales como la religión, el habitad, costumbres o el idioma. Entonces, y solo en ese sentido, si se puede hablar del pueblo judío o la etnia de los Roma y Sinti. Entonces también se confunde con el termino de nación.
Otro término, el de población, hace referencia a un grupo de individuos en una región geográfica concreta, lo que hace que hablar de poblaciones sirve más bien como instrumento de estadística, porque es puramente sujetivo.
Eso significa que un Roma y Sinti, católico, dominando el idioma rumano y respetando las costumbres de su pueblo, puede integrarse por completo en la cultura alemana aprendiendo su idioma e identificandose con las tradiciones alemanas.

Por eso, si alguien me pregunta a mi si soy “español o alemán”, me hes imposible decidirme dado que socioculturalmente ambos pueblos me han influido, domino ambos idiomas y he vivido en ambos países toda mi vida. Mi respuesta suele ser a que estado pertenezco, de cuyo ciudadano soy: Europeo, ciudadano de la Unión Europea. Sus valores, su pasado y sus rasgos en común hacen que me identifique.

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