21 dic 2013

Viaje por Estambul: la Hagia Sophia

Cuando Justiniano I heredó el trono, tenía bien claro que quería nada menos que restaurar la gloria del imperio romano. La parte occidental se perdió a los ostrogodos, visigodos, borgoñeses, vándalos y francos. Quería reformar al imperio en profundidad, y gracias a sus legalistas y generales logró crear un fundamento estable que duraría hasta las invasiones árabes en el siglo VIII.

El año 532 era para eso esencial. En el año de su victoria sobre los sasánida persas tras cinco años de guerra, podría haber sido igualmente su final. En su afán de renacer al imperio romano con una simbiosis intima del cristianismo, sus reformas de ahorro financieros, la aún discutida de la dinastía reinante y el apoyo incondicional de Justiniano al bando de los azules (un equipo de carreras del hipódromo) provocó un gran descontento entre la población urbana de Constantinopla. 
La revuelta Nike comenzó cuando Justiniano rechazó liberar dos famosos pilotos de los carruajes de carrera del equipo opuesto quienes estaban condenados a muerte. Durante estas revueltas pensaba Justiniano durante un tiempo en huir, pero gracias a la rápida intervención de sus militares, entre ellos el general Belisario, aplastaron brutalmente cualquier protesta. Sin embargo no lo suficiente rápido: durante las revueltas se incendió la gran iglesia (Megále Ekklesía) de Constantino I (que, por cierto, también se había quemado durante la revuelta de los seguidores de Juan Chrysostomos en 404). 
El emperador Justiniano I no solo quería reconstruir la iglesia, ¡quería demostrar el prestigio y poder de la roma renaciente, una simple iglesia era para este fin insuficiente! Quería celebrar su victoria sobre los sasánida paganos, legitimar su puesto como protector de la verdadera iglesia cristiana ortodoxa contra los herejes bárbaros en occidente y silenciar sus enemigos en Constantinopla.

La arquitectura tenía que ser excepcional. Según la leyenda dios le reveló a Justiniano el plano en un sueño. Como tipología arquitectónica se decidió por una basílica con cúpula. Hasta entonces la basílica era nada más que un lugar de reunión multiusos: para mercado o para asambleas políticas. Como tal se podía usar este edificio para un templo cristiano libre de la herencia pagana. 
Se le añadió una enorme cúpula que representaba la cúpula del cielo. Al norte y al sur se construyen dos naves laterales para recoger la presión, en este y oeste se encargan capillas con cúpulas medias de está función, que a su vez se apoyan en cuatro cúpulas pequeñas cada una. La iglesia tiene forma rectangular, casi cuadrada, con un núcleo central. Los cuatro grandes pilares están unidos entre si con arcos de medio punto, colocadas por pecinas. En la segunda planta se construyó una tribuna imperial, y en los lados laterales había galerías para mujeres (Gynaekoitis). La arquitectura no impresiona por su tamaño, sino por el hecho que la cúpula se apoya únicamente sobre cuatro enormes pilares (algo que se copiará siglos más tarde en la mezquita de Süleyman el magnifico y la mezquita azul de Ahmed I), dando una impresión de ligereza. El material empleado era de piedra (pilar), ladrillo (muros y bóvedas), mortero de arena y de sal. 
Aunque en 553 y 558 sufrió la cúpula ciertos daños durante dos terremotos, se reconstruyó entre 558 y 562 la cúpula por Isidoro de Mileto el joven. Es el sobrino del arquitecto matemático Isidor de Mileto, así que en 562, aun viviendo Justiniano, podía contemplar su obra finalizada y arreglada. 
Como hubo problemas en otros momentos (gran terremoto 989, y 1346), se decidió añadir en el siglo XIV endosas de apoyo en el lado exterior de la iglesia, modificando claramente la impresión visual. Las 40 ventanas sirven en primera línea para evitar que la cúpula tenga daños, desviando el peso. Es posible que se inspiraron en el panteón.

 Semi cúpula oriental, con la imagen de virgen y el niño.
Justiniano I deseaba superar la famosa iglesia Polyeuktos de Anatstosio (es decir: de la anterior dinastía), construida 520 como copia de la iglesia de Salomón. Por esa razón cuando entró Justiniano una vez construido en 537, exclamó Alabado sea Dios por haberme considerado digno de tal obra. ¡Oh Salomón, te he superado! Era una manifestación del poder y la unión de iglesia y estado. La Hagia Sophia, la santa sabiduría, estaba al lado del palacio imperial. En 641 se convirtió en el lugar tradicional de la coronación debido a Constantino II (bajo su antecesor habían comenzado los ataques musulmanes, y el imperio había perdido numerosas provincias, como Egipto. Era necesario recuperar la legitimación y refortalecerse). En su centro estaba el omphalion, que eran placas de mármol negros, verdes y rojos, el sitio de los emperadores durante la liturgia.

 La Hagia Sophia servía como inspiración para todas las nuevas iglesias ortodoxas. Inspiraron otros edificios (como San Marcos de Venecia y las mezquitas osmanlí) y se extendió el modelo arquitectónico: una forma cúbica con una cúpula sobre un interior con forma de cruz. Desde Justiniano se convirtió en la norma, y también la liturgia se adapto, dado que se celebró en el centro de la iglesia a partir del siglo VI. Justiniano I pagó al parecer entre 145 y 360 toneladas de oro, y se cubrió la cúpula con oro. Tal era la impresión que causó, que hasta la construcción del Vaticano se veía la iglesia más grande de la cristiandad como una octava maravilla mundial.
Ppilar con placas de marmol en la planta superior.
En su interior se destacan los mosaicos. En el arte byzantino hay un gran gusto por mosaicos con colores vivos, hasta la tercera edad de oro del arte. Destacan por sus fondos neoatticos: sin paisajes ni nada, con escenas doradas, un mosaico sin perspectiva ni profundidad. Las figuras suelen ser planas, sin volumen, pero muy detallados. 
Durante el periodo iconoclasta e osmanlí se destruyeron muchos mosaicos y pocos se conservan. Entre esos se tiene en el ápside una representación de la Virgen y el niño. 
En las galerías superiores están los mosaicos más espectaculares de la basílica. Así se tiene al Deesis (Juicio Final) del siglo XIV, con Cristo en el centro, la Virgen María a la izquierda y Juan el Bautista a la derecha. En el ábside del extremo de la galería sur está el retrato de la emperatriz Zoe (1028 – 1050), que tuvo tres maridos y cambio el retrato con cada uno; el del tercero, Constantino IX Monomaco, se conserva porque sobrevivió a su esposa. A la derecha hay otro: María que sujeta el niño Jesús, con el emperador Juan II Comneno el bueno (1118 – 1143) y su madre, la emperatriz Irene (conocida por sus obras de caridad), junto a ellos esta el esposo de Irene y padre de Juan II: Alejo Comneno (1081 - 1118). 

Mosaico: Jesús entre virgen Maria y Juan el Bautista.
Juan II Comneno, Irene y Alejo (en la derecha), en medio la virgen Maria.
Retratos de emperatriz Zoe (izquierda), la virgen con el niño y Constantino IX.

 La conquista osmanlí no significo solo la destrucción de numerosos mosaicos, también se amplió la Hagia Sophia con nuevos elementos. Tras quitar el altar, los iconos y las cruces se instaló cerca de la columna principal nórdica un sitio para el Sultan. 
Plataforma elevada, al lado del Omphalion.
En 1453 se construyo un minarete, otras dos se añadieron en las décadas siguientes. Una se destruyo en 1573 para sustituirlo por otro, y se añadió una última torre, teniendo hoy 4 minaretes. Finalmente se construyó una plataforma (el Müezzin Mahfili) para el Muezzin (quien canta para orientar a los creyentes durante la liturgia).

Lo que salta al ojo son cuatro grandes placas de madera de 7.5 metros de diámetro: son tablas del artista caligráfico Kazasker Mustafa Izzed Effendi (1801 – 1877) con bendiciones a la fe y Allah. Las señales redondas se colocó entre 1847 y 1849, sustituyendo las placas cuadradas que se habían colocado por orden de Abdülhamid I medio siglo antes. Al final, en el lado exterior, se ha construido en 1740 un pabellón con una enorme fuente, al estilo rococó turco.

Vista lateral del pulpito.

Vista desde la cámara del sultán en la segunda planta.

Antes de terminar, otros dos elementos interesantes. Por un lado la tumba del mayor intrigante de las cruzadas: el dogo Enrico Dandolo de Venecia. En 1202 logró presionar a la cuarta cruzada que, con el fin de pagar sus deudas no pagadas por construir una flota con el fin de llevarlos a Jerusalén, se veían obligados a reconquistar la ciudad veneciana Zara y ayudar al príncipe byzantino Alexio en recolocarle en el trono del imperio. Cuando el príncipe no pudo pagarles el dinero prometido por el apoyo, convenció Enrico Dandolo los líderes conquistar Constantinopla por traición. En toda su historia se conquistó la ciudad dos veces: por la fuerza en 1453, por traición en 1204. Se proclama el imperio latino, y el anciano dogo, medio ciego, anexiona numerosas islas estratégicas para su republica. Fue enterrado en la galería de la planta superior de la Hagia Sophia.  
Tumba de Enrico Dandolo.
Por el otro lado están los restos de la anterior iglesia. De la primera Megale Ekklesia no quedan restos cuando se destruyó en el incendio de 404, pero si del segundo ejemplar. Teodosio II (405 – 450). Era una basílica con tejado de madera, construido por el arquitecto Rufinos. Se inagruó en 415. Se conservó unas columnas, capiteles y unos relieves de piedra (como el relieve de las 12 ovejas – los 12 apósteles).

Ruinas de la iglesia de Teodosio.

Fragmento de la parte frontera del segundo templo cristiano.
 Y eso fue resumiendo la historia de la iglesia, que fue ortodoxa de 537 hasta 1453 (excepto su fase católica 1204 – 1261), una mezquita de 1453 hasta 1931, y un museo desde decreto de Atatürk.
Vista desde el lado sur-oeste, con la fuente (Sadivan).
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