La historia contrafactual - Introducción
BRODERSEN, Kai (Coord), Virtuelle Antike - Wendepunkte der Alten Geschichte, edit. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 2000. |
Bajo el
término de la historia contra factual se pueden reunir todos los ensayos,
comentarios, reflexiones y teorías que
reflexionan sobre la pregunta “¿Qué hubiera pasado, si….”, sin caer del todo en
el mundo de la fantasía novelística.
Sin embargo,
el término contra factual es difícil, dado que implica que las reflexiones van
en contra de datos y hechos objetivos, mientras que en la realidad los
historiadores inevitablemente hacen una selección y valoración subjetiva de los
datos objetivos disponibles. Gregor Weber propone, dos conceptos diferenciables:
La historia alternativa y la historia no ocurrida.
Gran parte de
mis argumentos e ideas los he sacado de “Virtuelle Antike – Wendepunkte der
Alten Geschichte”, donde Kai Brodesen ha reunido una serie de interesantes
ensayos, escritas por historiadores actuales (Gregor Weber, Wolfgang Will,
Arnold Toynbee, Holger Sonnabend, Alexander Demandt, Karen Piepenbrink y Veit
Rosenberger) como del pasado (Tito Livio, Heinrich Heine).
A) La
historia alternativa.
Bajo ese concepto
reúne todos los pensamientos contemporáneos acerca de acciones tanto específicas
como individuales. Es decir, siendo en si fuentes primarias para los
historiadores actuales, ¿Qué alternativas plausibles veían los autores contemporáneos
ante acciones puntuales de su época? ¿Qué alternativas había ante sucesos puntuales?
Habitualmente era una herramienta política para destacar la importancia de
ciertas decisiones. Un ejemplo magnifico es Heródoto, en su VII libro, párrafo
CXXXIX.
CXXXIX. Viéndome aquí obligado a decir lo que siento, pues
aunque bien veo que en ello he de ofender o disgustar a muchísima gente, con
todo, el amor de la verdad no me da lugar a que la calle y disimule. Afirmo,
pues, que si asombrados los atenienses de ver sobre si el peligro hubieran
desamparado su región, o si quedándose en casa se hubieran entregado a Jerjes,
no se hallara sin duda nación alguna que por mar se hubiese atrevido a oponerse
al rey. Y en caso de que nadie por mar hubiera podido resistir a Jerjes, creo
que por tierra no hubiera podido menos de suceder que, por más baluartes y rebeliones
con que cubrieran y ciñeran el Istmo los peloponesios, con todo, desamparados
al cabo los lacedemonios de sus aliados, que lo habrían hecho, obligados a
despecho suyo al ver sus ciudades tomadas por la armada del bárbaro; viéndose
solos, repito, hubieran sí recibido al enemigo con las armas en la mano, pero
haciendo prodigios de valor quedaran todos en el palenque. De suerte que por
necesaria consecuencia, o hubieran acabado así los lacedemonios, o viendo antes
de este lance que se echaban todos los demás griegos al partido del medo,
hubieran ellos también capitulado con Jerjes, y así en uno y otro lance quedara
la Grecia en poder de los persas, pues no alcanzo por cierto de qué hubieran
podido servir las fortificaciones construidas sobre el Istmo, si el rey hubiera
logrado la superioridad en el mar. Lo cierto es que, atendido lo que pasó,
quien diga que los atenienses fueron los salvadores de la Grecia, razón tendrá
para decirlo, pues su situación era tal, que debía la fortuna seguir cualquiera
de los dos partidos a que ellos se inclinaran. De donde habiendo elegido el
partido de conservar libre a la Grecia, fueron sin duda los que impidieron la
esclavitud de los que en ella no se habían entregado al medo, y los que
naturalmente hablando arrojaron de ella a aquel soberano; en lo que mostraron
su valor, no pudiendo recabar de ellos los oráculos espantosos y llenos de
terror que de Delfos les venían, que dejasen los intereses de la Grecia,
resueltos a hacer cara al enemigo que les embestía y quedarse firmes en su
patria.
En resumen: Si los atenienses no hubieran
decidido como lo habían hecho en la realidad, hubieran perdido la guerra contra los persas – según Heródoto.
B) La historia no ocurrida como fuente
secundaria.
Este concepto propuesto por Weber es, a
mi juicio, una evolución del anterior concepto de la historia alternativa, y ya
entra mucho en el mundo de la fantasía, porque desarrolla a largo plazo las
posibles consecuencias de decisiones o hechos puntuales.
La historia no ocurrida otorga un valor
considerable a hechos muy singulares, pero procura, a diferencia de una
fantasía, moverse dentro de unos canales plausibles. Un ejemplo erróneo sería, suponer
que si Hitler hubiera muerto en el atentado del 1944, hubiera terminado de
inmediato la segunda guerra mundial. La historia no ocurrida reflexionaría y tendría
en cuenta el peso del contexto de la realidad, como el hecho que la decisión de
Hitler no fue tan poderoso como sugieren las películas, sino también de las
otras elites del Reich.
La desventaja de la historia no ocurrida
es entonces el peligro de desarrollar una explicación mono casual, como si un
hecho puntual hubiera cambiado toda la historia. Sin embargo, sirve para
valorar al menos la importancia de ciertos sucesos, elegidos subjetivamente por
los historiadores, y experimentar si realmente fueron tan importantes.
Algunos historiadores, como Karen
Piepenbrink, reflexionan sobre la pregunta, de que si Constantino no hubiera
apoyado al cristianismo. ¿Hubiera cambiado la historia? Ella postula que no,
dado que Constantino solo se adaptó a sus contemporáneos. Un ejemplo de lo
contrario sería Julio Apóstata, quién intento reimplantar la mitología pagana,
o Akenatón: Ambos, personas poderosas, intentaron implantar sus visiones
religiosas minoristas, y eso fracasó inmediatamente después de su muerte.
Igualmente opina Holger Sonnabend, quién postula, que ante la muerte temprana
de Augusto hubiera continuado la idea de un imperio con principado. Es decir,
en su caso de la historia no ocurrida, reducen la importancia de los hechos
sucedidos.
Otros historiadores, como Arnold Toynbee
(Alejandro Magno se hace viejo) o Alexander Demandt (Ponto Pilato perdona a Jesús
su vida), señalizan por el contrario a Piepenbrink o Sonnabend la importancia
que tuvo la decisión personal, tanto de Alejandro Magno en escuchar sus médicos
como de Ponto Pilato en ignorar los rabinos. En el primer caso se construye un
imperio global, en el segundo nunca existió la cristiandad.
La desventaja que
tiene su historia no ocurrida es que se observa su argumentación mono casual: Alejandro
gana todas las batallas, todas las guerras, no hay ni accidentes, ni atentados,
ni otros generales magníficos, ni epidemias, y termina conquistando todo desde la península
ibérica hasta China. Si los primeros años que cuenta Toynbee se mueve en un
ámbito plausible, como la conquista de la península arábica, ya después
abandona el campo fiable. Tiene en cuenta las circunstancias históricas de
China, India y del Mar Mediterráneo, y también las ideas que tuvo Alejandro
Magno y su élite. Pero presupone que Alejandro no comete ningún error, ni
militar ni político, durante el resto de su trayectoria, la lealtad de sus
súbditos y la falta de guerras de sucesión una vez muerto el carismático Alejandro.
Alexander Demandt confabula igualmente con un mundo fantástico, donde el cristianismo
no tiene éxito dado que Jesús no murió en la cruz. También su propuesta es
discutible, porque Jesús podría haber muerto después del juicio por un atentado
de la élite judía cabreada, en temor ante el creciente éxito de un hereje entre
sus filas. De todos modos, el éxito de la religión cristiana no surgió tanto de
que haya renacido su profeta, sino más bien de sus ideas. Tampoco hay que
olvidar que el símbolo inicial de los cristianos no fue la cruz, sino el Alfa y
Omega, y el símbolo del pez. Con la consecuencia que hoy en día, en vez de
tener cruces en las iglesias, se podrían tener otros símbolos.
De todos modos, se puede ver que es
relativamente fácil demostrar con la historia no ocurrida la escasa importancia
de ciertos hechos, pero más difícil destacar su importancia, como lo intentaron
Toynbee y Demandt.
C) La historia no ocurrida como fuente
primaria
Finalmente, dentro del ámbito de la
historia no ocurrida, tengo que mencionar a dos historiadores: al griego
Tucídides y al historiador Tito Livio. Ambos juegan también con este concepto.
El primero supone que Pericles no hubiera muerto por la peste en 429, y el otro
que Alejandro Magno hubiera vivido lo suficiente para conquistar Italia. ¿A qué
conclusiones llegan?
Tucídides ve en su historia no ocurrida la victoria
ateniense sobre los espartanos, dado que se hacía todo lo correcto escuchando a
Pericles. En eso se parece un poco a Demandt y Toynbee. Mientras que Titus
Livius deja derrotar a Alejandro Magno, en su lucha contra los romanos. Ambos
historiadores transmiten con sus obras sus valores personales: El primero
glorifica Pericles (¡Eso con Pericles no hubiera pasado!), el segundo las
legiones romanas (¡Eh, ganaríamos incluso a Alejandro Magno, eh!)
Conclusión
La historia contra
factual es, sin duda, muy interesante, e útil dentro de sus márgenes. A mi
punto de ver, tiene dos posibles campos de utilidad: Por un lado invita conocer
mejor las reflexiones de los contemporáneos, por el otro lado ayuda valorar la
importancia de sucesos únicos.
Como fuente
primeria, porque por un lado nos permite ver las alternativas conocidas entre
los que podían elegir en una determinada situación y de los que estaban
conscientes (Herodoto), y por el otro lado nos permite ver los ideales y
valores que destacaban o se quería valorar (Tucídides, Tito Livio).
Como fuente
secundaria sirve porque nos hace valorar la importancia de eventos puntuales.
¿Realmente era tan importante esa decisión, ese hecho? Ayuda para desmitificar
(Piepenbrink, Sonnabend), e invita seleccionar y reflexionar (Demandt,
Toynbee). Lo importante es mantenerlo en un contexto plausible, sin comenzar
introduciendo inventos y sin alejarse cronológicamente demasiado.
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