El 10 de Julio de 1925 se convocó el tribunal del mono en la
ciudad estadounidense Dayton. El
profesor auxiliar de biología, John Thomas Scopes (24), había cometido
un tremendo crimen: Enseñar la teoría de la evolución de Darwin.
Eso era en Tennesse estrictamente prohibido por la ley Butler.
¿Cómo puede descender la creación de dios de los monos? Algo que Darwin nunca
dijo de tal manera. Pero, a pesar de todo, se convirtió en un conflicto entre
la ciencia y la religión, de gran interés internacional.
Clarence Darrow de Chicago, carismático, cínico, activista y
enemigo de la pena de muerte, defendió al profesor auxiliar de biología, en
contra de William Jennings Bryan, anterior ministro del exterior de los EE.UU.
y defensor de la Biblia.
Casi 6000 personas llegaron para asistir al tribunal, que tuvo
lugar en esa aldea de 1800 habitantes, y fue, por si fuera poco, transmitida
por radio.
Después de varías entrevistas a científicos y religiosos,
comenzó el showdown en el séptimo día del juicio. Darrow pidió interrogar a
Bryan, quien aceptó. No supo la trampa que le había creado su contrario.
Darrow comenzó su interrogatorio: Bryan, ¿En serio cree que una
ballena ha tragado Jonas? Y la historia de Eva y la serpiente, y el origen de
los idiomas según la torre de babel…¿Era correcta? Bryan afirmó, como en las
clases de confirmación. Pero cuanto más interpretó Darrow la Biblia tal como
estaba escrito, más ridículo parecía. Bryan se avergonzó cada vez más, cuanto
más inocentes y curiosas historias afirmó ser veraces al 100 %. Al final bufa,
que “no se debe interpretar todo a píe de la letra”.
Cabreado, al enterarse que había entrado en la trampa, acusó a
Darrow que quería ensuciar la Biblia: Este respondió lacónico “Yo contradigo su
argumento”.
Los medios declararon Darrow como ganador del juicio, pero el
jurado, todos campesinos religiosos de Dayton, opinaron diferente. Igual como
el juez John t. Raulston, quien ordenó tachar del protocolo las respuestas de
Bryan.
El jurado declaró en el 21. de Julio de 1925 tras solo nueve
minutos al acusado como culpable. 100 $ tenía que pagar Scopes como multa, por
impartir la teoría de la evolución.
A Bryan, quien durante 30 años no había ejercido su oficio, le
había afectado profundamente la interrogación. Permaneció 5 días en Dayton,
comió al mediodía y se hecho la siesta. Nunca más se despertó.
Su contrincante Darrow estaba paseando durante esos días en los
montes de Dayton. Los reporteros le acusaron de haber matado a Bryan por
romperle el corazón. ¡Que va!, dijo Darrow, ¡Más bien ha comidó demasiado!
¿Y Scopes? Este podría haber seguido en el colegio impartiendo
otro curso, siempre y cuando no hablase de la teoría de la evolución. Rechazó –
y se fue a estudiar a la universidad.
Todo ese evento había sido planificado – por los comerciantes
de Dayton. Sabían que pasaría si un profesor impartiría la teoría la evolución,
esperarían la llegada de muchas personas. Apostaron por el interés que causaría
un tribunal tan conflictivo, y ganaron. Por esa razón habían convencido Scopes,
provocar todo este evento. Y efectivamente: Hasta hoy se conoce Dayton como la
ciudad del mono. Y también a la teoría evolutiva le ha convenido este juicio:
Hasta el último rincón de los EE.UU. se llegó a conocer dicha teoría.
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