12 mar 2011

Diversión y Aburrimiento: depende del tipo de Museo

Römisch - Germanisches Zentralmuseum
Los museos. Son instituciones cuya única ocupación es la de depositar, cuidar lo que quedó del pasado y estar disponibles a los contemporáneos con el objeto de ver cómo eran las cosas materiales del pasado. Nada más. Aparte de todo lo que se pretende señalar del sentido de museos – educación, enseñanza, etc.… – realmente se debe reconocer que la mayoría son realmente aburridos. En mi opinión existen tres tipos de museos: los depósitos, los espaciales y los nuevos. 

Comencemos con el más común (y mejor conocido por la mayor parte de la población) al prototipo de los museos: el depósito. En mi vida había estado en muy escasos museos, sin embargo la mayoría de ellos eran simples almacenes. El pequeño museo del pueblo de Lehre, el museo romano y germano de Maguncia, un los museos de la isla de Berlin o, con permiso, la vergüenza de Pamplona (que, eso reconozco, con la nueva directora Jover parece realizar unos cambios positivos). Todos esos museos se caracterizan porque tienen objetos que puede ver el visitante, normalmente con una placa con explicaciones de autor, año y función. También suelen existir tablas informativas. 

Piedra de Rosetta en un momento entre masas turísticas.
Esos museos, a pesar de que me veo como historiador y pese a que me encante la historia, realmente me aburren. Entro, miro los objetos, y me voy. Es como ver una ilustración o una fotografía: ¿Por qué necesito ir a esos museos? Leyendo en un libro aprendo más sobre la función y el sentido de los objetos que viendolos en el museo Carezco del conocimiento sobre el peso de una espada medieval de un castillo en baja Sajonia, ya que nunca había tocado una. De todas formas si lo pregunto al vigilante de la sala o leo en un libro ya obtengo ese dato. Estaba en el British Museum de Londres, me pase un día entero y lo recorrí corriendo porque solo me quedaba una tarde de tiempo, parándome únicamente en unos restos como la estandarte de Ur o los relieves asirios. Claro, intentaba ver también la estela de roseta, pero obviamente había siempre un anillo de turistas como yo molestando la vista. Todo eso lo había visto varias veces en imágenes, y quería verlo vis a vis. Sin embargo, cuando me fui del museo, ¿Qué era lo que me compré? ¡Un diccionario con todos los objetos del museo! Me he ido a un museo, he visto los objetos, y me compro un libro, para tener más información.

Por esa razón dichos museos resultan ser hoy en día aburridos – menos para arqueólogos, restauradores, investigadores e historiadores. Los últimos van para decir “Mirad, yo he estado en Omaha-Beach”, para impresionar colegas suyos, fans de películas y juegos de ordenador sobre la segunda guerra mundial. De todos modos el resto de la población no gana nada o muy poca. Con anterioridad a la globalización y la expansión de Internet, las visitas a los museos eran casí obligatorios para cada escuela. En clase solo se tenía mapas, unas imágenes de los libros de texto. Ahora bien: los museos estaban ricos de objetos y muestras. Eso, con Internet, ya ha perdido mucho sentido. Es más: en muchas clases de Historia del Arte o Arqueología los profesores enseñan miles de fotografías, a pesar de que casi nunca se detienen porque son todos los mismos, raramente hacen excursiones a museos, porque los curriculos no les permiten el tiempo.

Considerablemente más me gusta el segundo tipo de museos, los espaciales. Por el contrario los museos depositarios que arrancan las piezas de sus lugares, e
Columnas en Numancia
n los espaciales uno llega y por primera vez puede comprender mínimamente la vida como fue en ese lugar. El museo de Numancia, el museo del campo de concentración de Bergen-Belsen o el museo del templo de Isis en Maguncia (que forma parte de un centro comercial, una forma excelente de visitar un museo gratuito (¡) y después ir a comprar la comida del día) son magníficos, excelentes. En vez de estar sobrecargados de piezas diferentes son espacios homogéneos. Uno pasea y sabe que por donde él está paseando, hace décadas o centenaries de años había ido un Judío a las cámaras de gas, un romano de paseo o un sacerdote con vistas a sacrificar un animalito. Es como visitar una catedral o los palacios imperiales romanos en la capital Italiana; o visitar la tienda de souvenirs en el tejado de la nave del Vaticano: Uno se imagina, se sitúa. La historia comienza a narrar y liberar la fantasía. Ah, por allá se escapó el Papa cuando Carlos V hizo una visita a Roma; y ahora entiendo por qué a todos los arquitectos les encantaba el panteón. Aquí si hay una ventaja que ningún libro ni una reproducción virtual pueden superar. Se “ve” como han visto los antepasados. Antes de ir al (imaginable) Museo de San Fermín prefiero ir por donde van los Toros en San Fermín; antes de visitar la Isla de Museo en Berlín quiero ver la misma Acrópolis de Atenas y pasear entre sus columnas.

Arriba hablé del tercer tipo, los museos nuevos. Me refiero a los museos que se construyen en los últimos 20 años, con las nuevas tecnologías – y hago referencia a los museos del articulo “Historys Real Stuff (Sorry, Muss Grundy)” . Esos museos quizás carezcan de muchas piezas ni están obligatoriamente en un espacio históricamente correcto – con todo al menos disimulan al pasado. Son, si queremos, Micro-Historia, la vida diaria, sin embargo en vez de ser contado o enseñado es “vivido”. Me hizo gracia que el “Train With Ali exhibition (…) offers shadow boxing, rhytm drills and the opportunity to feel the strengh of the boxers punch”. Claro, materia que se aprende es escasa. En esos museos uno aprende poco o nada sobre las causas y las consecuencias de la guerra de Vietnam o la segunda Guerra Mundial, raramente se aprende considerablemente de Ideologías ni de procesos socio – económicos. Aun así: ¿es esa la misión, la ocupación de los museos? Que “the museum is finally about the story and about finding a better way to present it to the generations”, con el objetivo de que tengan la oportunidad de vivir esa historia. 
La historia es ciencia y letras, es una ciencia social narrada. No es ciencia ficción ni un archivo o depositario; sino es el pasado verdadero contado. Qué ocurrió, cómo ocurrió. Y se tiene que contar cómo ocurrió. La manera más fiable y más informativa son, innegablemente, los libros y textos escritos por historiadores. Sin embargo un buen documental, una película (pseudo)histórica como la serie Enrique VIII, incluso el uno u otro juego de ordenador enseñan a la persona de manera visible y comprensible cómo era realmente lo que su fantasía se inventa cuando leen los libros escritos por los historiadores.
Lo mismo debe pasar con los museos, y el museo de Guernica sería un buen ejemplo. En ese museo el tema de la guerra civil se aprende de manera muy breve, ahora bien: tienen una habitación, donde una mujer cuenta el día que se bombardeó Guernica. Se está en una sala amueblada, la mujer con voz de anciana cuenta, cuando atacan los aviones las luces se apagan. Después se ilumina la habitación – y se ve, que el otro lado de la habitación son los restos que habían quedado de la misma. 

La misión de los museos debe ser doble: por un lado, claro es, conservar los restos originales y presentarlos para los interesados. Es innegable que tengan que estar operativos como depósitos. No obstante, por el otro lado, deben presentar la historia. Tienen otra función que ser clases de historia, deben ofrecer al visitante al menos la opción de “vivir” el pasado (Sin caer al presentismo, obviamente). Ver lo que han visto otros, con el fin de comprenderles. Un museo sobre la guerra civil queda muy lejos. Se tiene cifras, unas fotografías de cadáveres y ruinas. Y nada más. Si se pasea por un campo de batalla, un campo de concentración o si se disimula eso, entonces se comprenderá un mínimo.
En ese sentido, me encantan y apoyo a los museos nuevos magníficos, y me gustaría que algún día también España tenga más de esos. Especialmente Navarra: Maguncia tiene seis (¡) museos, uno de ellos espaciales, el resto depositarios (y con mucho material) y la mayoría gratuitos, mientras que Pamplona, teniendo una historia similar (Romano, Obispal, capital de reino / obispado, murallas del siglo XVIII) solo tiene a su vergüenza cerca del magnifico  archivo general. Guerras Carlistas, reyes franceses, Carlomagno – hay episodios históricos que eran tanto importantes como interesantes. Se puede presentarlos, en vez de hacerlo con unas diez piezas de restos para una planta de un edificio.

2 Kommentare:

Julia Igúzquiza dijo...

me gusta mucho el estilo nuevo que le has dado al blog, más acertado que el anterior.

El artículo pinta interesante pero a mitad de él lo he perdido. Pero tp es culpa tuya porque yo suelo perder el interes por las cosas con facilidad jajajajaja

Florian Graefe Aguado dijo...

Gracias ^.^
Quizas deba reducir algo el tamaño de los textos - o poner más imagenes pa mantenerte interesada *gg*

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