Existen varios métodos para escribir un texto, y parece que cada persona desarrolla su “propio” método. Cuando comienzo con un trabajo ya tengo claro qué libro tengo que leer o sobre qué tema tengo que investigar. Mi primer paso consiste en crear una estructura general, o un “índice provisional” como se dice en el tercer capitulo del “Taller de la Filosofia” de Jaime Nubiola. Ese paso previo lo veo como necesario ya que aparte que tenga que estructurar que quiero escribir también tengo que buscar al material necesario. Como ayuda leo unas páginas de un manual general sobre el tema o simplemente la “Wikipedia”. De esa manera tengo una estructura a gran nivel: Contexto, protagonistas, circunstancias, procesos, consecuencias. A base de eso comienzo a buscar bibliografía: tanto artículos como obras monográficas (y dentro de ellas, los capítulos que me interesan).
El título, la portada, la introducción y la primera página son lo último que hago, siempre. Para mí son como el “postre”, no el “entrante”. Comienzo con algo ligero como algunos artículos generales, introductorios. Porque muchas veces durante la lectura de las fuentes se aclara el proceso, la estructura interna.
Haré un ejemplo que es tanto personal como actual: el trabajo fin de Master para el Master Universitario de Profesorado. Mi tema general es “Una comparación institucional del sistema educativo alemán y español basándose en las asignaturas Geografía y Historia”. A parte de ser un titulo tan horrible que no será el titulo final, carezco de un “índice”. Lo que tengo es una estructura general: en la primera parte se habla sobre el desarrollo histórico de ambas estructuras y la situación actual a nivel general; en la segunda parte estudiare las dos asignaturas en concreto.
Ahora bien: ¿Cuándo desarrollo el índice provisional para la primera parte? Después de haber leído todas las fuentes necesarias. Anteriormente había tenido claro que tendría un orden cronológico; pero no lo había diferenciado en etapas. Eso lo hice mientras que escribí, porque se formó la idea, la estructura, en mi cabeza, y se cambió constantemente porque estaba reflexionando si tendría lógica o si era necesario modificarla de nuevo. El “índice provisional” inicialmente es únicamente una especie de esquema, cuyos componentes cambian te lugar hasta que encuentren un orden adecuado.
Mi madre, mi novia y muchos amigos me dicen siempre: “Nunca digas nunca”; y por eso digo: “Nunca diga que nunca hay suficiente tiempo después”. Un trabajo a tiempo escrito, si se tiene una buena disciplina y coordinación del tiempo, siempre se puede corregir y completar los detalles que faltan. Es el momento para la primera revisión: la gramática; a ella sigue el segundo paso: las fuentes.
Todos los detalles como las notas de pie en página suelo ordenar y completar al fin del trabajo; o en ese caso después de finalizar el primer capitulo. No tengo fotocopias o el libro que necesito encima de la mesa cuando hago el trabajo; sino resúmenes esquemáticos.
Siempre cuando leo un articulo o un capitulo que me parezca útil para el trabajo, lo leo, subrayo y luego escribo en un documento de Word de manera esquemática un resumen de los datos que necesito. Al inicio escribo de donde vienen los datos, por ejemplo “Gonzáles: El sistema educativo español”. Después el contenido, como unos conceptos, ideas o citas directas. Siempre escribiendo después (sea en nota de pie a página o sea entre paréntesis) la página de donde procede. Son como los cartones que se menciona en el libro. Finalmente tengo unos 30 o 35 paginas. Entonces escribo en un borrador el índice provisional para ese capitulo, como “Años 30 – 40”, “50 – 60” etc.…y elijo para cada época un color. Cojo un marcador con dicho color y hago rayas al largo de cada frase de los resúmenes esquemáticos si existen frases que sirvan para el capitulo correspondiente. Cuando escribo dicha frase del esquema en el texto, hago notas de pie a página, como “Gonzáles, 44”. Después de la primera revisión gramatical aplico el reglamento de las citas de bibliografía durante la segunda revisión. En cada nota de pie en pagina escribo “GONZALES, Pág. 44.”, nombre en mayúscula, pagina y punto; al final del texto la cita bibliográfica correcta:
GONZALES-ANELO, Juan, El sistema educativo español, edit. Colección Tablero, 1985, Madrid.
Claro, si es un libro que tengo que devolver me fotocopio la portada y la pagina donde esta la información sobre año, y lugar de la publicación. Puede que parezca un trabajo adicional innecesario que se podría evitar haciéndolo a la primera correctamente; no obstante lo veo útil porque mientras que uno escribe no pierde tiempo con copiar la cita detalladamente ni haciendo copy&paste.
La bibliografía lo veo, personalmente, como algo importante para luchar contra el plagio; sin embargo me resulta infantil el énfasis y la cantidad de normas de citas que existen. Cada universidad, cada profesor usa otro sistema para citar. Lo que aprendí en la Universidad de Navarra no me servia para la Universidad de Maguncia. Teniendo el trabajo de becario en el préstamo inter - bibliotecario tenía muchos casos en las que los clientes solo sabían el titulo de un artículo y el año de publicación, y nada más. Sin embargo eso me bastaba para encontrar lo que necesitaban. Cuando leo bibliografía actual raramente me fijo en el lugar de publicación, la edición o el editorial; incluso ignoro al autor. Solo me importa como mucho el titulo de lo que estoy leyendo; y si algún día pierdo todos los datos solo me puedo salvar conociendo al titulo. Como modo de aclaración: no critico el hecho de que sea necesario citar correctamente y mencionar la bibliografía; critico más bien la gran importancia que se da a lo mismo.
Volviendo al tema: una vez finalizado todo el trabajo comienzo a revisarlo una “tercera” vez, esta vez para ver si hay mejoras posibles de estilo, si las citas son correctas, si hay frases innecesarios o si se necesita otras para dar más información al lector. Al final viene el “helado”: la portada y el titulo, que probablemente se me haya ocurrido durante el trabajo. Son lo más importante: el titulo debe ser tanto interesante como explicar al contenido. Cuando uno busca un libro, una obra, en varias ocasiones se confunde por los títulos que encuentra. Personalmente suelo dar un titulo llamativo con un subtitulo explicativo, como lo hice con mis últimos tres trabajos: “El proyecto nórdico – o Las metas de guerra españolas en el norte de Europa (1626 – 1629)”; “El león moribundo – o Las causas del hundimiento del imperio Neoassirio”; “The whip that talks – o la violencia diaria en las colonias y las Strafexpeditionen”. Solo podía “encontrar” esos títulos porque mi inspiración actuó sobre una base de trabajo ya leída, estructurada e escrita. Y, sinceramente, reconozco que, aunque raramente, tengo la una u otra “inspiración” cuando reflexiono sobre unos procesos históricos que estudio.
Se muestra que en parte coincide mi modo de trabajo con el que está descrito en el libro. Sin embargo soy consciente que mis métodos solo son aplicables en trabajos pequeños, como reseñas o artículos; en una tesina doctoral sería quizás necesario aplicar unas modificaciones.
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