28 feb 2011

¿Y si el imperio de Carlos V hubiera tenido éxito….?

CARDINI, Franco;
VALZANIA, Sergio; 
Las raíces perdidas de Europa
edit. Ariel, Barcelona,
2008 [original: 2006].
"¿Que hubiera pasado si….?”; “¿Cómo sería el mundo si…?” Las preguntas en condicional son prácticamente “tabú” en la historiografía actual. Pocos autores historiográficos se atreven hacerse seriamente la pregunta (como Robert Vogel con su "Railroads and American Economic Growth" de 1964) ya que se arriesga caer en la ficción, la fantasía nada científica. Atento: se cae en peligro, no significa que sea así. En esa línea van Franco Cardini y Sergio Valzania con su ensayo “Las raíces perdidas de Europa” preguntando la Europa del habsburgo Carlos V.

Dicho trabajo fue escrito 2006 por Cardini (nacido en Florencia en 1940, profesor de historia medieval en las universidades de Florencia y de Bari) y Valzania (también proveniente de Florencia, 1951, profesor de comunicación en las universidades de Genova y Siena). Su obra esta dividió en una introducción, siete capítulos, un postfacio y una nota critica (como especie de conclusión). Al final del libro se encuentran las notas, un apéndice con tres mapas (Península Ibérica, Países Bajos, Centroeuropa) y dos árboles genealógicos y un índice de nombres. Al ser un ensayo prácticamente no hay notas de pie en página.

Ambos autores critican razonablemente la tendencia de varios historiadores de identificar la historia como un proceso (pre)determinado. Tanto Cardini como Valzania les llama la atención el hecho que nada en la historia tiene una dirección obvia, programada – y, en cierta medida, previsible. Por esa razón se suele situar el inicio del nacionalismo prácticamente al inicio de la edad moderna, algunos autores incluso lo sitúan en la edad media. Leyendo la estructura de numerosos libros, seminarios y asignaturas es preocupante que se hable de “la edad media española” o “la edad moderna francesa”. “Las raíces perdidas de Europa” pretende ayudar a evitar esa mentalidad y recordar: el nacionalismo y todas sus características – lengua común; la existencia o el intento de crear un estado autónomo; la religión común – apareció como muy temprano durante el siglo XVII. Necesitó desarrollarse hasta el inicio del siglo XIX cuando por fin se usaba el termino “nación” tal como hoy se entiende (ha de tenerse en cuenta que es extremadamente difícil definir que es una “nación”). Es un error ver a “los españoles” como “invasores” en los Países Bajos. Los autores, procedentes de Italia, aprueban lo contrario: Milán y Genova, conquistadas por Carlos V fueron las regiones más leales hasta la llega de Felipe V al trono. El nacionalismo holandés se desarrollo más tarde. En vez de iniciarse por motivos religiosos o cuestiones nacionales comenzó la guerra por diferencias administrativas y financieras.
El camino español: desde Milan hasta los Países Bajos

Cardini y Valzania invitan a reflexionar, una vez impedido la visión nacionalista, sobre el “imperio” accidental de Carlos V y sus sucesores. ¿Qué hubiera ocurrido si los Habsburgos hubieran tenido los conceptos e ideas de estructurar y administrar ese imperio territorial europeo? Cuando los británicos construyeron el suyo tenían los mismos conocimientos tecnológicos que el hijo de Juana la Loca – ahora bien: podían apoyarse sobre los conocimientos administrativos, adquiridos durante siglos de lenta colonización. ¿Qué hubiera ocurrido si los emperadores católicos hubieran sido menos rígidos y más flexibles en la cuestión del protestantismo? ¿Qué hubiera sido si en vez de proponer Milán hubieran propuesto a Francia los países bajos? La lista continua…los autores en vez de limitarse a preguntar intentan dar respuestas muy detalladas a esas preguntas; lo hacen con el fin de señalar la importancia, la oportunidad que había tenido el uno u otro evento. Hacen un paso más y explican las causas de las fallidas posibilidades, cosa que aumenta el valor de las preguntas, supuestamente aunque no realmente retóricas, de forma muy considerable. ¿Cuántas veces se oye diciendo “Si Alejandro Magno no hubiera muerto tan joven…”, seguído por un silenco ya que no se considera útil reflexionar sobre algo que jamas fue. Cardini y Valzania preguntarían, responderían a esa pregunta y explicarían las causas de la imposible realización de dicha respuesta. En ese caso sería simple: ya que había muerto; en su ensayo las preguntas que hacen son realmente necesarios, ya que varios eventos fueron extremadamente accidentales y fácilmente podría haber ocurrido otro evento con diferentes consecuencias. Se podría suponer que será mejor evitar ese juego, sin embargo ayuda considerable en comprender. Recuerdo que una vez un profesor de la historia moderna, Prof. Usunariz, pedía a los estudiantes que se imaginasen que serían Carlos V y sus consejeros. ¿Se quedarían con Milán o los Países Bajos? Dado que nadie sabia cual había sido la propuesta respondían convencidamente con “Milán, Milán” – y su profesor dijo sonriendo – “Pues no, fueron los Países Bajos”. El tercer elemento positivo es el (según creo, logrado) intento de superar la (aun existente) “leyenda negra”. Es una simplificación pensando que el imperio de Carlos V estaría marcado desde el inicio por la imposibilidad o el gobierno de los “Felipes” fueron obligatoriamente decadentes, obligadas a fracasar. Cardini y Valzania recuerdan que hasta Carlos II, a pesar de todas las bancarrotas financieras y derrotas militares, los Habsburgos – ambas ramas – habían mantenido sus tierras; excepto la independiente holanda. La Bélgica actual seguía siendo Habsburgo.

Es una obra muy interesante por esas dos tesis: eliminar el presentismo nacionalista y atreverse de hacer preguntas algo fantásticas. Porque, sinceramente, si carecería de esos elementos sería un libro escasamente recomendable. Se divide – excluyendo a introducción y conclusión – las 139 páginas en siete capítulos. Por el hecho de que carece de un orden interno ordenado o al menos títulos comprensibles esa división resulta ser insuficiente. Los autores saltan dentro de los capítulos entre años, décadas e por si fuera poco siglos enteros; se requiere un conocimiento mínimo de la edad moderna (y un mapa político en la mente) para seguirles, de otra forma se pierde. El sexto capitulo por ejemplo (a mi parecer) trata sobre las crisis de los Habsburgos entre Felipe II y Felipe IV. Solo: se titula “Y más que yo de mío me soy pacifico y enemigo de meterme en ruidos ni pendencias” – es dudoso que siendo una frase del Quijote se comprenda mejor al tema al contenido. ¿Quiere decir que los reyes se reducían a defender lo que tenían? Sería una interpretación muy forzada.
Aparte es un trabajo difícil de leer: las frases suelen tener una largura de 4 y 8 líneas. Los autores se repiten varias veces con el fin de recordar al lector; por ejemplo se explica y nombra hasta tres veces todos los terrenos que heredó Carlos V. Algunos quizás se sienten molestados; a otros eso les ayuda.
Lo que personalmente algo me disgustó son algunos errores historiográficos. Comprendo que entre tantos nombres puede haber confusiones, sin embargo leyendo “Felipe V y Olivares, apenas llegados al poder (….)” (página 122) me entró una corta risa porque fue la segunda vez en tres frases que se prolongó la vida del nieto de Carlos V. En el apéndice se sorprende uno viendo el “Ärbol genealógico de las Casa de Francia, Borgoña, Austria, España e Inglaterra” por la relación amorosa entre Margarita (hermana de Felipe el Hermoso) y Juana (la Loca, esposa de dicho Felipe), ambas madres de Carlos V. Admito, el diseñador se ha confundido en una sola línea - teniendo en cuenta que es un libro prácticamente sobre Carlos V opino que eso se tendría que tener en cuenta. El diseñador del segundo árbol, “Los Habsburgo y España” no comete ese error, sin embargo está convencido que el hijo de Felipe II tenga la misma numeración que su padre.
El último elemento discutible es la religiosidad de los autores, al menos lo confiesan en la primera frase de la introducción: “Como los dos autores de este ensayo son católicos practicantes, (…)” (9). Lo menciono porque agradezco el esfuerzo de evitar su religiosidad lo mejor posible en toda su obra. Únicamente en dos, tres ocasiones hablan de la “posible intervención divina”, de esa forma evitan corromper su en ensayo con contenidos religiosos.

En conclusión, me ha gustado ese ensayo por su punto de vista original y curioso. A pesar de que sea difícil de leer uno se anima ya que desea saber que más preguntas se podrían hacer. Nunca había visto al imperio de Carlos V como un posible cambio de historia, como la posible unificación europea – asimismo los autores responden comprensiblemente porque esa unificación no fue posible.

25 feb 2011

Realpolitik de Bismarck: la búsqueda del Equilibrio

¡Oh! ¡Oh! ¡Cochinchina! Eso es una parte muy buena para nosotros; pero aun no somos bastantemente ricos, para poder pagar el lujo de tener colonias” – palabras significantes, expresadas por un político que marcó el vocablo de la “Realpolitik”. La misma persona que en su juventud “bebía tanto vino como podía y conseguía todas las mujeres posibles (…) hasta el punto de ganarse el bien merecido epíteto de “el salvaje Bismarck…””

El 1. de Abril 1815 nació en Schönhausen, el Sachsen-Anhalt actual, Otto Eduard Leopold Von Bismarck-Schönhausen, hijo de una moderna burguesa ambiciosa y de un padre Junker (= Propietario de tierra). Hasta los treinta años vivía Bismarck de manera libre, “movida”, con poco interés hacia la política. 1832 comenzó a estudiar Jura en Göttingen, y fue el primer (y durante mucho tiempo último) contacto con la política: hubo una demostración notable, con 20.000 personas, el llamado Hambacher Fest. Cuando no estaba estudiando fue un estudiante bastante llamativo: retó al duelo a seis estudiantes “Por haber insultado a nuestro rey”, bebía, ligó, era un apasionado cazador y proclamó “Seré el mayor sinvergüenza o el primer hombre de Prusia” (“Ich werde entweder der grösste Lump oder der erste Mann in Preussen sein”).Cuando alcanzó los treinta años su vida cambio: Se enamoró de Marie von Thadden, hija de un Junker, muy religioso y prometido. Pero no le respondía. No obstante provocó un cambio en Bismarck: dejo de ser un hombre de fiestas; y tres años después de la muerte sorpréndete de Marie se casa con Johanna von Puttkamer (1824 - 1984). Se cambió y comenzó interesarse por la política.

Otto fue 1845 elegido como delegado prusiano en el parlamento provincial de Sajonia, recibiendo en continuación más y más cargos políticos. Representaba Prusia en el Bundestag de Frankfurt entre 1851 y 1859; a continuación era embajador en Rusia hasta 1862, y con después de obtener la confianza del zar Alejandro II (1818 - 1881) fue nombrado como embajador prusiano en la Paris de Napoleón III (1808 - 1873). Su carrera como diplomático no hizo nada más que empezar. Durante esos años ha formado una imagen de político “duro”, estricto, leal a la monarquía, conservador y buen diplomático. Por eso no sorprende que los consejeros del rey prusiano Guillermo I (1797 - 1888) le llamarón con vistas a conseguir la aprobación de la reforma del ejército contra la opinión del parlamento y con el objeto de que el rey, que estaba a punto de renunciar su trono, cambie de opinión.

Caricatura del jóven Bismarck, donde se le critica su gobierno ignorando la constitución (Kladderadatsch, 1862)

Bismarck volvió, fue nombrado por el monarca como primer ministro y ministro para exterior. Consiguió realizar la reforma ignorando al parlamento. El periodo entre 1830 y 1862 fue un periodo de formación para el futuro canciller de hierro. Durante esos años desarrolló su teoría de la Realpolitik. Consistía conseguir las metas propias, siempre analizando las circunstancias, sin provocar grandes tensiones o conflictos innecesarios. La Realpolitik es el equilibro difícil entre Machtpolitik (política de poder, las metas del estado) y las circunstancias reales (¿se puede luchar contra ese enemigo o mejor que no? – “Un buen general no sabe solo ganar, sino también, cuando una victoria es imposible”). Se podría ver la Realpolitk de Bismarck como una modificación del sistema de Metternich. Durante toda su vida política nunca abandonó ese principio: las guerras de unificación lo demuestran. Militarmente Prusia podría haber conquistado Dinamarca, podría haber saqueado Viena y podría haber anexionado varias regiones francesas. No ocurrió por la “Realpolitik”: de Dinamarca se anexionó los ducados de Schlewsig y Holstein, de las cuales solo la primera había pertenecido al reino das; Austria no perdió territorialmente ninguna región (pero si sus aliados, como el reino de Hannover, el ducado elector de Hessen, el ducado (no el condado) de Nassau). Y Francia perdió Elsass – Lothringen; quizás el único error conociendo las consecuencias. Desde el punto de vista de Bismarck fue un acto muy racional – no ha de olvidarse que las tropas habían conquistado Paris, fue una victoria asombrosa.

Muchas veces se habló de Bismarck como el “padre de la patria alemana”, especialmente cuando tras 1880 se inició un exagerado culto de su persona - ¿de todas formas que pensó el unificador alemán sobre la nación alemana? En realidad no se daba mucho por el nacionalismo. La unificación alemana fue debido por el principio de la “Realpolitik”: Prusia no podía expandirse luchando contra Rusia ni anexionar grandes partes de Alemania sin peligro de perderlas contra una alianza anti –prusiana debido al sistema Metternich. No era previsto que en el centro de Europa hubiera una potencia militar. Asimismo varios sectores de la población alemana deseaban una unificación política – deseo que instrumentalizó Bismarck. Nunca lo hacía por la idea romántica de “unir a todos” – lo hizo porque lo vio como necesario y único camino para expandir. 1862 dijo en su famoso discurso frente al parlamento “las fronteras de Prusia tras el congreso de Viena no son buenas para un estado sano: no con cuentos y dichos se soluciona las grandes preguntas del tiempo (…) sino con hierro y sangre”. Favorecía la solución de una “Alemania pequeña” sin Austria, porque de la otra manera hubiera sido difícil gobernar porque tendría que haber sido una federación dual. Cosa que ya durante el primer imperio no había funcionado.
El segundo imperio estaba claramente favoreciendo al reino de Prusia – el rey prusiano fue al mismo tiempo emperador; el primer ministro de Prusia se convirtió en el canciller alemán. Era un estado cuya administración se formó rápido, cuya industria creció por la caída de las aduanas, y con un ejército excelente. Ahora había dos graves problemas: la política exterior y la interior.


Los otros estados estaban preocupados, Francia había perdido la Lotaringia y quería revancha, los ingleses veían un fuerte desequilibro, los austriacos obviamente aun no sabían que pensar de ese gigante que era su vecino “nuevo” y no se olvide al gran vecino del este: Rusia. Bismarck ahora comenzó su obra maestra. Las guerras y expediciones, antes usado como instrumento deseado, se debían evitar ahora. En vez de ser un Napoleon militar se prefería el camino diplomático. Realmente fue una obra difícil: si una potencia militar había iniciado tres guerras victoriosas, dos de ellas contra las dos potencias conténtales, se esperaba que seguía expandiendo agresivamente. El canciller de hierro estaba consciente de ello – y comenzó enredar sus lazos diplomáticos. El único enemigo al que tenía que temer el nuevo estado, principalmente por la enorme humillación, fue Francia. Así que era necesario aislarla – y se logró. Se hacía un pacto de no-ataque con Rusia, se pactó con Inglaterra, se alió con Italia y Austria. También sabía el canciller de hierro, que aún el imperio no estaba preparado para una política colonial como los ingleses o franceses lo tenían – por eso “aun no somos (lo) bastante ricos, para poder pagar el lujo de colonias”.
¿Alemania necesitaba colonias? Políticamente no era muy recomendable, aun así permitía Bismarck que 1884/85 se consiga unos terrenos – los peores que aun quedaban. El imperialismo era algo que disgustó al anciano canciller, era demasiado Machtpolitik; para una Alemania demasiado desordenada y frágil. La economía Alemania, inicialmente muy liberal, se tenía que cerrar por su debilidad. Por esa razón formó Bismarck 1879 una aduana de protección, con el fin de que la industria se pueda desarrollar tranquilamente. Siendo conservador fue lo suficiente “Realpolitiker”. Lo aprueba 1878 en el congreso de Berlín (uno de varios congresos), donde le otorgaba el apodo del “ehrlicher Makler”, el corredor / agente honrado, ya que solucionaba el problema balcánico que había entre Turquía, Italia, Austria y Rusia con gran flexibilidad sin propios intereses. Un conservador posiblemente hubiera intentado apoyar al aliado austriaco.
El mapa político del sistema de Bismarck
 Sistema de Bismarck (Mapa):
  • Dreikaiserabkommen (1873) entre los emperadores de Alemania, Austria y Rusia.
  • Zweibund (1879) entre Alemania y Austria
  • Dreibund (1882) donde se amplia el Zweibund por Italia
  • Dreibund-Erweiterung (1883) cuando Rumania se alia con los miembros del Dreibund
  • Rückversicherungsvertrag (1887) fue un pacto secreto entre Alemania y Rusia
  • Mittelmeerabkommen (1887) donde Austria, Inglaterra, España e Italia acuerdan su politica mediterranea.
  • Las flechas indican los focos de tensión: Colonias; Elsass-Lothringen; el estrecho de Constantinopla; el paneslavismo)
El otro foco de tensión fue interna: con los socialistas y los católicos. Bismarck quería conseguir una “revolución de arriba”, sabía que tenía que modificar a causa del liberalismo, la industrialización y el aumento demográfico al estado. Vio a la iglesia católica como enemigo, ya que estaban en contra del liberalismo (una fuente de ingresos que tenía el imperio gracias al comercio). Por si fuera poco los católicos favorecían la solución de “Großdeutschland” con la Austria católica y apoyaron la población polaca en Alemania en su intento de conservar su lenguaje. Eso eran las principales causas del “Kulturkampf”, la lucha de la cultura. Con varios leyes intentó reducir la influencia del catolicismo (prohibición de los Jesuitas, todas las escuelas deben ser civiles, discriminación de la lengua polaca) – los católicos contestaron en no respetar las leyes o a través de las predigas papales. Al final Bismarck vio que era una batalla que no podía ganar – y dejó de presionar. A cambio comenzó con la lucha contra los socialistas, desde 1878. En ese caso temía las ideas anarquistas y comunistas. Quería que los obreros, el proletariado se identifiquen con el estado. Su prohibición de todas las organizaciones socialistas duro hasta 1890. Aparte hacía leyes a favor de los obreros, creyó rentas para los jubilados, seguridad, protección del obrero etc. Con vistas a atar al proletariado al estado, con el objeto de ganar sus votos. Con todo no lo conseguía, y cuando permitió 1890 al partido socialista, de nuevo se convirtió en el partido más grande de todos.

Bismarck intentando lograr el equilibrio de la paz, observado por Francia y Rusia (1888)

Bismarck era un realista, no le gustaban las grandes jugadas, sin embargo si se llevó bien con los generales y se vestía de uniforme –no porque era un guerrero, un militar ciego, sino por cuestiones más complejas, así respetaba al ejercitó prusiano y mostraba la fuerza del imperio. No era un hombre colérico como el nuevo tercer emperador Guillermo II, coronado 1888. El joven militarista quería “un sitio en el sol para Alemania” ("Einen Platz an der Sonne"). Al final, un militarismo ciego mezclado con una confusa idea del nacionalismo alemán hará que se rompa el complejo sistema de la Realpolitik de Bismarck. El mismo es apartado del poder 1890 y muere nueve años más tarde. Ese periodo difícil, el inicio del fin, el aumento de la Machtpolitik, fue uno de los factores más importantes que provocaron el estallido de la primera “gran guerra” mundial.

Fuentes recomendadas:



JAENECKE, Heinrich, “Der Lotse des neuen Deutschland”, en GeoEpoche – Deutschland um 1900, edit. Gruner + Jahr AG & Co, Hamburg, 2004, Numero 12, pag. 26 – 43. 

RADEMACHER, Cay, “Ein neues Reich aus Eisen und Blut”, en GeoEpoche – Preussen (1701 – 1871), edit. Gruner + Jahr AG & Co, Hamburg, 2006, Numero 23, pag. 130 – 150. 

WALLER, Bruce, Bismarck, edit. Ariel Historia, 2. edición, Barcelona, 1999.
 
Bismarck anciano en Friedrichsruh despúes de 1890

11 feb 2011

El titulo de emperador franco-alemán: Simbolismo VS. Realidad

Los emperadores del “Sacro Imperio Romano” (Heiliges Römisches Reich Deutscher Nation) tenían, desde el primer emperador Otón I, un problema. Llevaban un titulo bonito, impresionante, prestigioso, incluso hubo durante siglos una pelea continua entre los emperadores y el obispo de roma (el papa) - me refiero a la famosa querella de investidura, que en realidad no tenía que ver nada con la investidura. Eso ocurrió porque ya 800 no había quedado claro quien de los dos fue superior.

Quisiera prestar un poco atención en ese caso ejemplar. León III (750 - 816) había sido Papa de roma, tenía problemas con partes de la nobleza romana y por si fuera poco temía posibles invasiones de los Lombardos. Tenía que huir. Pedía ayuda al rey Carlos (742 - 814) de los Francos; esté mandó al papa de vuelta en 799 con unas tropas prestadas. 800 le seguía Carlos, y en diciembre 24 fue coronado como emperador.

Con el fin de comenzar (lo admito, suena muy raro:( no se usaba más el termino “Imperator” desde los tiempos del emperador byzantino Heracleos (574 - 641). ¿Qué significaba si a alguien llevaba el título “Imperator”? ¿Recibía poder de mandar (Imperator), se reconocía un ámbito de gobierno (Imperium) o se concedía un puesto con una función (Imperatura)?

Veamos como fue la situación:
  • Previo a 799 la situación entre los reyes francos y el papa habían sido mínimanente benevolentes. Desde el rey franco Pipino el Breve (715 - 768) se veían los reyes como protectores de la iglesia, lo que no significaba que continuamente se llevaban bien con los obispos de roma. El papa Adriano I (Papa entre 772 y 795) por ejemplo había permitido el culto de imágenes; Carlos en cambio lo prohibía. León III mandó hacer un mosaico 799, tiempo con anterioridad de su huida, en la cual se representó tanto a él, como a Carlo. El último recibía el simple titulo “Rex”, con consecuencia no había ninguna señal para la ascensión. 
El Papa "LEO PP" en la mano derecha de "San PETRVS"; el "REX CARVLO" a la izquierda, mosaico del Triclinium de León en el Palacio de Letrán
  • El imperio romano seguía existiendo – con el imperio Bizantino. Los Bizantinos no se entendían como “otro” imperio, sino se veían a si mismos como romanos. Durante 799/800 gobernaba la regente Irene (752 - 803) como empetratriz; para ellos no había ninguna crisis ni vacancia del trono imperial. De donde resulta: había un emperador. En teoría no es posible tener dos emperadores de forma simultánea.
  • Carlos y los francos no estaban interesados en el titulo. ¿Para que? Carlo y sus antecedentes se veían como reyes puestos en su trono por dios, no necesitaban más legitimación.
Sin embargo, cuando llegó Carlos en 800 a Roma, la situación era muy diferente. Fue su segunda o tercera visita a Roma. En todas las visitas anteriores había sido recibido con el protocolo de un funcionario alto bizantino: una delegación le recibía delante de la ciudad, el se desmonta del caballo e entra de pie en la ciudad. 
Ahora bien: 800 salio el Papa de Roma a saludarle. De todas formas salio “demasiado”, iba más kilómetros fuera de Roma que previsto para el protocolo. Se quedo con Carlos, comió con el y volvió después a Roma. Me refiero con “demasiado” que salio el Papa más kilómetros que hubiera sido previsto incluso para el protocolo si llega el emperador (bizantino); incluso le saludo el día siguiente de nuevo en la iglesia de San Pedro. Más probable es que el papa salio en vez de saludarle había ido con vistas a “plantear” los pasos siguientes de la coronación. De otra manera no tendría sentido ni el primer saludo demasiado lejano ni el segundo saludo dentro de la misma ciudad. Porque efectivamente: no fue una coronación "por sorpresa" como durante largo tiempo en la historiografía se escribió de manera idealizante. Aún así,  Carlos  entró en la ciudad a caballo – sigue siendo una entrada excepcional.

El 24 de diciembre, después de la misa de la mañana, “de repente” le coronó el Papa.  Despúes de la coronación saló Carlos al público y fue recibido por la población romana. Aparte que es claro que fue todo planteado, aquí comienza el dilema: ¿Qué significaba esa coronación? ¿Recibía Carlos un nuevo cargo, era como una especie de Potestad? ¿O simplemente se reconocía lo que en realidad había sido?

Depende desde el punto de vista.

Para las fuentes de los francos (Annales regni Francorum, 741 - 829, “Nomine imperator et Augustus”, Annales Laureshamenses, 703 - 803, “Nomen imperatoris”) Carlos ya tenía la “Potestas”, el poder, simplemente recibía un titulo, el “Nomen”. Se reconocía lo que realmente ya era. Se tiene que tener en cuenta lo impresionante que había sido el reino franco: una cierta estabilidad con posterioridad a las guerras civiles sangrientas de los Merovingios; victoria contra los musulmanes bajo el antepasado Karl Martel (688 - 741), contactos con reinos en la península ibérica e Inglaterra, incluso con Harun al Rashid (763/766 - 809), el califa abbasi de Irak. Por si fuera poco se ha comenzado a “modernizar” el reino, con la creación de la “minúscula carolingia” y una especie de “escolarización” que iniciaban los monasterios. Efectivamente: Carlos ya gobernaba como se imaginaban los Francos a un emperador.

Mapa del reino Franco 814
 Los autores papales lo veían diferente. Para ellos, en la Liber Ponficalis, se ha “constitus et imperator”, se ha constituido, colocado, creado a un emperador. Tengamos en cuenta aquí a dos actuaciones simbólicas muy importantes.
  • Primero: el Papa suele “hacer”, “crear” a los obispos. El es quien entrega los signos de poder obispal, y delante de él se arrodillan los futuros obispos. Para el papado ese ritual es muy importante: Uno se arrodilla como “no - obispo” y se levanta como “obispo”. En ese mismo acto recibe el obispo tanto el Nomen como la Potestad.
  • Segundo es un ritual inspirado de los emperadores bizantinos. El emperador bizantino suele coronar a “su” co – emperador, sea su hijo, hijo adoptivo u otra persona. Ese futuro “co – emperador” se rodilla delante del emperador, y se levanta como “co – emperador”. En todos casos siempre será inferior al emperador. Lo mismo ocurre con el obispo en relación con el Papa. Ahora bien: Es obvio que el Papado se veía, teniendo esos rituales y esa mentalidad, como creadores de los emperadores. Y que el emperador sea inferior a ellos. También es curioso que León III no mandó a "corregir" el mosaico (arriba mencionado:( Carlos se quedó con el "rex".
  • Un detalle interesante: en Constantinopla solía ser coronado el "nuevo" emperador por el patriarca de la capital, el más alto de todos los patriarcas. También sale el emperador por consiguiente a su tribuna en el hipodromo, donde el pueblo le saluda freneticamente. ¿Que es el detalle? Consiste en la forma de legitimación: En Constantinopla un emperador tiene legitimidad verdadera cuando el pueblo le saluda; en Roma lo recibe si el Papa lo corona. En la última ciudad los romanos tienen ninguna relevancia constitucional; en Constantinopla cacere de poder el patriarca.  
Es un contraste entre Nomen y Potestas, entre simbolismo y realidad. Los dos participantes lo interpretaron persistentemente de manera diferente (lo que llevó, siglos mas tarde, a los enfrentamientos entre Enrique IV y Gregorio VII y sus sucesores). 
Carlo por ejemplo no comenzó a usar su “nuevo” titulo hasta unos meses después – raro es que en la chancillería no se les ocurriera hacer antes. En Aachen corno a su hijo como “co – emperador” – sin Papa ni un miembro de la Iglesia, similar al emperador bizantino. 812, dos años con anterioridad a su muerte, quito de su titulo “imperator romanorum gubernans imperium” el termino “romanorum” por petición del imperio bizantino.¡Vaya interés de defender y proteger ese titulo! Se demuestra que para los Francos tiene una función meramente simbólica, como se demuestra en su historia.
Durantes los Merovingios, la dinastía que creaba los reyes, el poder real iba pasando del rey a los “Hausmeier” (el gran administrador del reino). Cuando los Carolingios habían logrado el control de ese puesto poderoso, comenzó el cambio mental. El “Nomen” lo tenían los Merovingios, no obstante la “Potestas” lo tenían los Carolingios. Karl Martel no se atrevió, sin embargo Pipino el Breve si: preguntó al Papa Zacarías¿Quien debe ser rey?” y ese dijo “Quien tenga el poder”. El ultimo merovingio era políticamente era tan débil que ni fue ejecutado ni exiliado, se le mando a un monetario. Y el que llevaba el “Potestas” real recibía su “Nomen” correspondiente.

El titulo del “emperador”, tan confuso y escasamente claro, rápidamente perdió prestigio. Ludovico Pio (coronado como emperador y rey por su padre Carlos, 814 - 840) y Lotario I (coronado por su padre Ludovico como rey  y "co - emperador" 817 y por el papa 823, emperador único desde 840 hasta 855) aún eran emperadores quienes combinaban ambos elementos, pero Lotario sufrio varias derrotas contra sus dos hermanos que tras el tratado de Verdun  (843) su succsesor, Luis II, solo gobernaba realmente sobre Italia como emperador (entre 855 y 875), ya que sus dos "vecinos" (reino franco oriental y rein franco occidental) se habían repartido todo lo que fue el reino franco mediano en el norte tras la muerte de su padre, Lotario I. 

Reino franco tras la división de 843. El Emperador gobernaba realmente el reino franco medio (verde)


Otros dos reyes francos, más poderosos que Lotario I y Luis II, se coronarón más tarde como emperadores: Carlos II el calvo (emperador 875 - 877) y Carlos III el gordo (881 - 888). Ambos vivian demasiado cortos para devolver algo de prestigio al titulo. Después cayó en desuso hasta Otón I.

De eso la necesidad de diferenciar bien cuando se habla de “emperadores”. Los emperadores bizantinos eran muy diferentes de los emperadores franco – alemanes; en los primeros había una unión entre potestad y nomine; en el segundo no. El papado pensaba que el modelo bizantino se podía aplicar a los Francos y alemanes; porque entonces eso significaría que ellos, como creadores de emperadores, tendrían el poder máximo en esos territorios. Cosa que nunca lograron conseguir, los emperadores alemanes ni siquiera querían ser inferiores simbólicamente.