El político y filosofo Cicero (106 – 43 a.C.) dijo una vez: “nervus belli, pecuniam infinitum”. Eso se podría traducir como “El nervio de guerra es el dinero infinito”. Efectivamente: sin dinero no se puede hacer la guerra. Siempre fue algo muy costoso; durante siglos el presupuesto de los estados (u otras organizaciones políticas) dedicado a la guerra fue más que el 50 %. No eran los castos de la corte, consturcciónes exorbitantes de los gobernantes ni proyectos económicamente desastrosos. Fueron los gastos para los soldados, la construcción y el mantenimiento de los cuarteles, materiales como armamento, alimentación, etc….Mientras que un monumento permanece en pie (y puede ser vendido, o sus materiales al menos reciclados para otros usos), el aparato militar come mucho y devuelve poco.
Albrecht von Wallenstein (1583 - 1634), uno de los generales más famosos de la guerra de los treinta años |
Para que el ejercito sea económicamente rentable para el estado, se tiene que ir continuamente a la guerra. Existe el dicho: “La guerra alimenta la guerra”. Uno de los personajes de la trilogía "Wallenstein", escrita por el literato Schiller, lo dijo. Los generales de la guerra europea de los treinta años (1618 - 1648) estaban obligados a llevar sus tropas hacia las tierras del enemigo – y cuando despúes seguían su marcha, dejaban atrás campos agrícolas vacios, molinos destruidos y pueblos sin comida. O el imperio Neo – Assirico de la antigüedad. Fue un imperio militarizado que mantenía el ejercito más eficaz y victorioso de su tiempo. Pero para mantenerlo tenía que luchar continuamente: necesitaba los tributos de sus enemigos derrotados. Al final se “sobre – extendió” el estado y se derrumbo. Los gastos militares y del aparto bürocrático habían terminado ser tan exorbitantes porque habían descuidado la economía propia que no se podía seguir con la unión forzada.
Los USA actuales, por ejemplo, tienen la suficiente estabilidad económica para permitirse el ejercito más eficaz del mundo. El Norte de Corea, en cambio, mantiene el ejercito más grande en proporción con la cantidad poblacional de su país. Lo mantiene difícil, haciendo sufrir la población. Como se ve, sin el dinero no solo se pone en peligro la fuerza militar, sino a todo el estado político.
Con eso quisiera concluir lo que dije tras haber leído una obra de Isaac Asimov, la "Foundation".
En esa novela aparece un capitulo, en la cual la “Fundación” – un estado político que gobernaba a varios planetas – podía ganar la guerra contra la poderosa Republica Korell.
Lo logró porque dicha republica había dependido económicamente y tecnológicamente de la “Fundación”. Con el inicio de la guerra muchos productos deseados que provenían de la “Fundación” obviamente no llegaba a la población de Korell; varias empresas republicanas pedrian mucho de sus ganancias. Al final Korell estaba olbigado en firmar la paz – tras varias protestas de su propia población.
Zonas de las rutas comerciales y ciudades más importantes de la liga Hanseática |
Asimov posiblemente se habrá inspirado en ejemplos reales, como la Hansa medieval del norte de Alemania. La “Hanse” (escrita en alemán) fue una organización comercial de varias ciudades (costeras), y juntos podían presionar a los reinos de alrededor y protegerse entre si. Tanto poder tenía esa asociación que en la segunda guerra danesa – hanseática (1361 – 1370) triunfaron sobre las flotas de un reino.
Concluyendo: soldados y armas pueden impresionar; pero el dinero es el instrumento que ayuda realmente para ganar las guerras.
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