31 mar 2017

La nueva sinagoga Braunschweig y su búnker

El estado libre de Braunschweig, la provincia alemana que nacionalizó al Hitler apátrida en 1932, tenía una capital que estaba opuesta a Hitler. La ciudad Braunschweig se resistía al nacionalismo, sin embargo ni un año después del comienzo de la toma del poder de Hitler comenzaron las persecuciones de los comunistas, socialdemócratas y otros - aparentes o veraces - enemigos políticos. Toda la resistencia se aplastó mediante una SS que terminó controlando todas las instituciones políticas y policiales de la ciudad.

Placa conmemorativa, instalada en la pared exterior del Bunker. Traducción: Aquí estaba la 1875 finalizada Sinagoga de la comunidad judía de Braunschweig. 1940 se destruyó. Sandez y deshumanidad han destruido, lo que fe, amor y sabiduría crearon. Nosotros recordamos a los judíos quienes anteriormente se reunieron aquí, asesinados, humillados y robados de su dignidad entre 1933 y 1945.

No ha el que me ha creado también creado a el y nos preparó en el vientre de nuestra madre? Hiob 31/15.

No solo organizaciones políticas sufrieron, sino también minorías como los Roma y Sinti y los Judíos fueron primero discriminados, y posteriormente asesinados o deportados a los campos de concentración.
La entre 1873 y 1875 construida “Nueva Sinagoga” se quemó durante la noche de los cristales, el 9 de noviembre de 1938. La población judía tenía que pagar una “multa” por los disturbios (hechos por tropas de la SA) y se les prohibía la reconstrucción de su templo. La ruina fue destruida definitivamente en 1940, para construir en su lugar un refugio antiaéreo superficial.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, volvieron a la ciudad 57 de los anteriores 950 judíos. El búnker antiaéreo, que servía de 1945 a 1963 como refugio para los sin techo, resultó demasiado costoso para ser destruida, y también peligroso por su ubicación en una zona residencial.
Por esa razón se decidió que formase parte de la nueva sinagoga que se estaba construyendo al lado, lo que ocurrió en 1983.

Lado norte del Bunker antiaereo.

Lado este del Bunker. Los pilones de cemento formaban parte de la fachada falsa del Bunker, que imitaba un Fachwerkhaus.


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17 mar 2017

Castillos del pantano: La Sumpfburg Oebisfelde

Entre los numerosos tipos de castillos que hubo (Castillos de pico de monte, castillos de cueva, castillos de agua, etc….) quisiera presentar un tipo de castillo peculiar, que era el castillo del pantano.

El castillo del pantano Oebisfelde.
En tierras planas, como por ejemplo el norte de Francia, los Países Bajos o el norte de Alemania, era necesario construir defensas adicionales a un castillo, como fosas con o sin agua, anillos adicionales de muros o el uso de bosques. Una cuarta opción era aprovechar los pantanos, que ofrecían una serie de ventajas: La mejor visibilidad de posibles enemigos por falta de bosques que puedan obstaculizar la vista, el dificil acceso al castillo por la tierra blanda, incluso peligrosa para personas quienes no la conozcan, y la imposibilidad de masivos ataques veloces, sean diurnos o nocturnos. Finalmente queda la ventaja de tener fuentes de agua, aunque no siempre puras, y así una independencia adicional en caso de asedio.

Unos castillos medievales ejemplares son los castillos de Weferlingen, Storkow, Calvörde o Süpplingenburg, todas ellas ubicadas en oriente de la Alemania actual, donde solía haber anteriormente numerosos pantanos. El castillo Oebisfelde era igualmente un castillo de pantano.
Construido a lo largo del siglo X por encima de un yacimiento de arena depositada en el interior de un meandro del rio Aller servía principalmente para proteger y vigilar el cruce del mismo rio.
Tanto su papel como lugar defensivo como el hecho de controlar un puente importante para el comercio hizo que empezó crearse un asentamiento alrededor del castillo, llegando hasta tal punto que en 1226 aparece en documentos la primera mención de la ciudad “Ovesfelde”.
Por entonces el castillo había dejado de ser un castillo de pantano, dado que se había secado la tierra alrededor de la misma con el fin de construir la ciudad y poder aprovechar la tierra para la agricultura.

Hoy en día permanece del castillo - tras la intensa guerra de Esmalcalda (1546 - 1547) de Carlos V - tanto el Palacio (la parte residencial del castillo, construida durante el siglo XVI) como la antigua torre de homenaje. Dicha torre se usó durante unas décadas desde 1938 como depósito de agua. La capilla fue destruida, partes de la muralla se derrumbó en 1710 y gran parte de la antigua fosa desapareció bajo una carretera.

La torre de homenaje medieval, con la puerta de acceso sin su escalera de acceso que solía ser de madera. En siglos posteriores se hicieron en su interior escaleras con otras puertas de acceso.

Patio del castillo Oebisfelde, con el palas o la residencia senorial a la izquierda y el almacén con las cuadras a la derecha.
El palas o la residencia de los duenos del castillo vista desde afuera, donde ya se observa que fue construida durante los siglos posteriores a la Edad Media, careciendo de su naturaleza defensiva.


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3 mar 2017

Sin capital, el estado desvanece

Roma, Cuzco, París, Pekín, Berlín, Kyoto, París, Constantinopla y Londres tienen o tenían dos rasgos en común: Eran capitales de estados centralizados en algún momento de su historia, y cuando fueron conquistados, los estados se derrumbaron.
La mayor fortaleza de los poderosos estados fue, hasta la revolución de la comunicación desde el siglo XIX con telégrafo, teléfono e correo electrónico, su elevado grado de centralización.
La (única?) ventaja de los estados centralizados fue la concentración de poder en una pequeña institución que se encargaba de tomar las decisiones. Esa institución podría ser el senador o emperador de roma, el hijo del sol inca o el rey sol Luis XIV, podía ser la corte imperial china o el Shogun, los consejos de Carlos V o los ministros de Justiniano I. Esas instituciones tenían suficiente poder, como para poder movilizar muchos recursos financieros, militares o políticos del estado, e dirigirlo para solucionar el problema.
Por esa razón estaban impresionados por la Gran Armada de 1588, los ejércitos que dirigió Napoleón I. Bonaparte, la construcción de la Gran Muralla China y de los pirámides.
Esa concentración y acumulación del poder en unas pocas instituciones centrales tenía una desventaja evidente: Si dicha cabeza “desaparecía”, muchos estados que dependían de la toma de decisiones del gobierno central se derrumbaron o cayeron en crisis.
Eso se podía observar en numerosas ocasiones: Cuando Pizarro decapitó al imperio Inca, sustituyó la cabeza del hijo del sol por el del rey-emperador Carlos V, y el estado español envió al virrey de Perú para organizar y mantener la estructura.
Otro ejemplo parecido era el peligro que corría Viena cuando el imperio Osmano intentó conquistar la capital del imperio austria-hungría en numerosas ocasiones. No se podía trasladar la capital facilmente por el espacioso aparato burocrático del estado centralizado, sí Viena caía no solo podían acceder los Osmanos a Europa, sino los Habsburgos Austriacos se quedarían con un estado tan desorganizado cuya existencia hubiera sido dudable, aunque los Osmanos hubieran finalizado su campaña al día siguiente.
El final ejemplo que propongo es Constantinopla. Esa ciudad albergaba todo el corazón administrativo del imperio romano de oriente durante casi mil años, y aunque Godos, Persas, Serbos o Turcos asediaban, saqueaban y conquistaron importantes provincias, el imperio permanencia por el feroz control de la cabeza.
Sin embargo, cuando los bizantinos perdieron el control, como durante la cuarta cruzada, la nobleza de occidente era incapaz en gestionar la administración para aplicarla en su imperio latino, hasta que la nobleza bizantina reconquistó la ciudad. Y así permanecía el imperio, hasta que sólo controlaba la misma ciudad en algunas islas en 1453. Fue entonces, cuando “por fin” podía cortarle el sultán osmano la cabeza al estado byzantino.

Esa importancia de la capital nació simultáneamente con la construcción de los estados burocráticos. Los reyes medievales podían viajar cuanto querían, porque “ellos” fueron las débiles cabezas de las organizaciones políticas, igualmente como los Khanes mongoles o los árabes durante sus primeras invasiones. Y la fortaleza de acumular poder ejecutivo, judicativo e legislativo en un lugar geográfico, fue su mayor debilidad, hasta que se comenzó transportar la información por vía de la electricidad.
En ese momento se recuperó la movilidad de las instituciones que toman la decisión. Técnicamente ya no era importante ni que Stalin permaneciera en Moscú en 1943, ni Hitler en Berlín 1945. Las capitales se podían perder, porque todo el aparato burocrático se podía trasladar, siguiendo funcionando. El gobierno republicano podía salir de Madrid, y Franco no tenía que conquistarlo para controlar al estado en su territorio.

Sin embargo, permaneció la idea de la importancia capital: Aquí no pasarán se gritó en Madrid, defended la patria rusa en Moscú, y el Führer permanece en Berlín. Esa fuerza simbólica con las que se asociaba las capitales era una herencia directa de los siglos anteriores. Se temía la anarquía, el fin del orden estatal, si la capital cayera en las manos del enemigo. Se pensaba que con la conquista de la capital, el gobierno perdería toda su justificación por fracasar en su defensa.
Pero así no pensaron los políticos ni los militares. Conscientes del valor simbólico de las capitales, seguía hasta hoy en día vital conquistar al corazón del enemigo (Bagdad en la guerra del Iraq, Kabul en Afganistán, etc….) aunque los propios estados desde el comienzo de la guerra fría hayan elaborado planes de evacuación de los propios gobiernos e instituciones centrales.
Tanto los Estados Unidos como Moscú evacuaron sus aparatos administrativos en caso de guerra hacia otros lugares seguros, no sería necesario mantener la capital para que el estado siga funcionando. Alemania demostró la aparente paradoja: No era ningún problema trasladar la capital de Berlín a Bonn en 1949 ni de vuelta en 1991, incluso la actual Unión Europea puede permitirse el “lujo” de dos capitales (Bruselas y Estrasburgo), porque el sistema de comunicación les permite una movilidad, como ni en sueños se lo hubiera imaginado Felipe II.

Ahora: Termino la importancia de las capitales con el comienzo del siglo XXI, cuando toda la información se puede guardar y almacenar de forma virtual? Son los servidores y los cables de conexión las nuevas capitales que se debería defender en caso de guerra? O es posible, que la fuerza simbólica de las capitales sigue despierta, capaz de mantener la importancia de la capital? En eso pensé cuando leí un fragmento de Metro 2035, donde se pregunta al protagonista: “Y porque crees que el gobierno de preguerra se hubiera escapado a los bunkers en los Urales? Quienes somos sin vosotros, en Moscú?”

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