16 oct 2011

La estación de San Lázaro de Monet

Los cuadros "La estación de San Lázaro
son dibujados por Claude Monet durante el Impresionismo 
en la Francia del 1877.
Características formales
En el cuadro se veía en diferentes cuadros continuos la entrada de una locomotora y los movimientos que provocaban la misma con el personal y los pasajeros.
El cielo no era más un espacio amplio, homogéneo que ordenaba todo el cuadro como ocurrió desde el renacimiento; Claude Monet desvolvió todas las piezas del cuadro en varias “atmósferas” diferentes, con sus propias vidas. No importaba más el color en conjunto; sino el color de cada pieza, cada elemento. Además existía una gran importancia de la luz: importaba la luz exterior, desde afuera, que en combinación con los colores claros, ligeros reforzaba esa imagen de lo "ligero". De esa manera se creyó un cuadro que parecía deshacerse.
Sin embargo no se deshacían realmente, ya se nota una composición: la luz que viene del sol conecta a todas las piezas; se refleja en el suelo de la estación donde están los pasajeros, la locomotora, las vías y el edificio; determina el frente y el fondo del cuadro. La luz del sol crea las sombras de cada objeto individual.

Características de contenido y comprensión
Monet tenía el método de dibujar desde el mismo lugar la misma escena durante diferentes momentos. Así que no existía realmente un cuadro de la estación de San Lázaro, sino varios, donde se dibujaba la llegada de una Locomotora y los movimientos llenos de prisa de los pasajeros. Con los contrastes de colores, la falta de la línea clara y lo ligero de los colores conseguía Monet crear una atmosfera – en ese caso – algo intranquila, no invitando a reflexionar sino más bien a “sentir” emocionalmente. Sus cuadros nunca aparecían agresivos, sino al contrario incluso en tanto que se dibuja situaciones rápidas como en ese caso se da la sensación de tranquilidad, relax.
Monet dibujaba cada elemento del cuadro como algo independiente porque estaba interesado en “cazar” la impresión visual de cada objeto. No importaba la inmortalización de la belleza objetiva del objeto como había sido el caso desde el renacimiento, sino la impresión del momento; la imagen que se ve, se siente y que se escapaba al instante.
Ese/os cuadro/s era característica para el Impresionismo: tanto por el tema de dibujar lo instantáneo como por dibujar directamente en el lugar en vez de irse a un taller.
Finalmente demuestra el artista el interés hacia todo lo tecnológico. Aun así no había que olvidarse que Monet pintaba casi todo: personas, paisajes y edificios. En todos los cuadros le interesaba la impresión instantánea y la emoción que despierta en uno.

Fuentes:
KRAUSSE, Anna-Carola, Geschichte der Malerei, edit. Könemann, Bonn, 2005.

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