16 jun 2011

Desde la sociedad hacía la comunidad

Durante una asignatura ("Familia, Sociedad y Educación") del M.U.P. de la Universidad de Navarra tenía que leér un artículo (1) sobre Durkheim escrito por Rodríguez Sedano. Ambos tienen en común la preocupación sobre una “actual crisis de la moral”, una crisis que cumple un siglo de edad. Es curioso, también si se lee a la obras de Ortega y Gasset se piensa que se está leyendo un ensayo sobre la situación actual.

Según Durkheim y Rodríguez la sociedad de los siglos XX y XXI se encuentra en una crisis marcada por la falta de una moral, de una orientación que llama “espiritual”, de una identificación. El mundo es individual, tan individual, que el otro no importa – hay el riesgo de un atomismo tan extremo, donde el yo deja de tener sentido por no poder tener a otro yo. Para ser un “alguien”, un yo, se necesita a otro “yo”, ya que un “alguien” no puede existir por si solo como un “algo”. Necesita un “alguien”, sino se des-existe, según Rodríguez.

Ahora bien, ¿Cómo se tiene a ese “yo”, a ese “alguien”? Cuando se tiene la consciencia de la necesidad de una sociedad, cuando uno se da cuenta de la necesidad de la existencia del otro “yo”. Pero no solo tiene que co-existir junto al otro “alguien”, sino tiene que existir con ese “alguien”. No debe fijarse solo en su propio universo, sino compartir el universo con otros.

Tampoco hay que pasarse con los limites ni fronteras: limitar no significa encerrar.
Eso es lo que pretendía Durkheim solucionar: el problema de la falta del compromiso con el otro “alguien”, en fin, la falta de una “Moral” que une a los diferentes “Alguiens” y que, al fin y a cabo, posibilita la existencia del propio “alguien”.
No se debe olvidar que aún así Durkheim sigue en el ámbito del liberalismo, donde se hace una clara separación entre la persona y el grupo; cosa que aparentemente Rodríguez pretende evitar.
Durkheim tenía miedo que los humanos, cuando se daban cuenta de que eran tan individuales que estaban solos, no encontraban más sentido en su existencia y lo terminaban con el suicidio.
Por eso veía como misión de la sociología la creación de una moral, y que esa misma moral esté educada. La moral debe estar como base, de apoyo, para dar los límites. Y dentro de los límites uno puede orientarse. ¿Estas totalmente libre? ¿Como sabes que es ser libre sin tener limites? ¡Necesitas límites para saber que es la libertad – y actuar con libertad dentro de esos mismos límites!
Durkheim defendía la idea de que la moral contenga ese dualismo de limite y libertad: la moral – una unión inseparable – contenía por un lado la obligación, que ordena y prohíbe, y por el otro lado la libertad, lo bueno y deseable. Pero no pretendía reducir esos dos conceptos, separarlos, sino siempre verlos como unidad. No es así que uno desea algo pero que no pueda alcanzarlo porque una ley se impone y se lo impide – sino debe desear lo obligado, y obligar a lo deseable.

¿Stewie comiendo brocoli con gusto?
De allá viene el siguiente problema: ¿Cómo se puede logar una unión entre esas dos partes, para lograr una moral? ¿Cómo se puede lograr que el niño por obligación se coma la verdura y que lo deseara al mismo tiempo? ¿Cómo se logra que a alguien le encante pagar los impuestos y que vea el bien que conlleva a eso? Como dice el artículo, se tiene como finalidad “poner en armonía las pasiones (lo deseable) con las facultades (la obligación, lo limitado)”.(1)

Durkheim lo soluciona diciendo que la sociedad lo va unir. La sociedad ya la integrar esa moral. Son tres rasgos que lograrán la integración de esa moral:
  • el espíritu de la disciplina: la razón misma es ilimitada, pero se crea un mundo limitado para ser razonable. Y eso debe hacer el ser humano: usar una razón interior que analice todos los límites que existen en el mundo limitado exterior para poder actuar dentro de ella. Se puede entender la disciplina como la parte del celebro que se encarga que la parte de la fantasía no se muera por falta de dar de comer al cuerpo. Junto a la limitación se tiene al compromiso social,
  • la vinculación a los grupos, ya que arriba se dijo, que sin otros “alguien” no hay un “alguien”. El ultimo rasgo es
  • la autonomía de la voluntad. La disciplina y los grupos crean a la persona, le posibilitan ser un “alguien”. El conoce a los límites que demuestran la razón y la sociedad, y puede actuar libre y autónomamente dentro de esos limites. La moral está trabajando: por un lado la “obligación” que tiene dentro de las limitaciones, pero por el otro lado el “deseo” de eso mismo. Ambos son “algos”, pero siempre conectadas con “alguien” – los otros seres humanos.

Pero en la opinión de Rodríguez falta algo en esa definición de la moral, de es la unión de obligación y deseo, del deber y del bien. Hecha de menos la virtud – Tugend en alemán – y lo hecha de menos porque tanto en el deber como en el bien no ve a alguien, sino a algo.
Durkheim sabe que es el “yo”, pero no entiende a la sociedad como una comunidad, sino como una asociación. Esa asociaron se mantiene unida por unos valores comunes, unas normas, una ideología que los une a todos. Obviamente, lo mejor es que todos los socios obedezcan a las normas – y que aceptan que es todo a su bien propio. Cosa que es verdad: las leyes no están para castigar, sino están para asegurar y lograr el bien, lo deseable. Solo que en sociedades tan complejas y con tantos humanos, como es desde la revolución industrial, es cada vez más difícil comprender eso. El estado se ha separado de la sociedad.
Y la misma sociedad, esa asociaron enorme, recuerda continuamente al socio la moral. Eso para Rodríguez no es suficiente, el quiere la virtud, la comunidad, para reforzar la moral.

Eso es algo que personalmente no veo necesario: la virtud, como un tercer elemento, en el fondo es el producto, lo creado, de la combinación del deber y del deseo, es la misma moral. Uno es virtuoso porque lo desea y porque es una obligación; pero para eso se necesita conocer primero esos componentes. Como Durkheim aclara, tanto el deber como el deseo deben estar conectados con la sociedad, con los otros humanos. Así que no se tiene a un ser individual que es miembro de una sociedad; sino si esa sociedad de Durkheim se realiza, ya se crea de manera automática a lo que Rodríguez llama “comunidad”. El socio al final se identificará con su sociedad, tanto que se convierte en una comunidad.
Se podría describirlo de la siguiente manera: un niño y un adolescente están aprendiendo. Tienen sueños, deseos, y continuamente sus padres les están enseñando los limites (¡Eso no se hace! ¡Vuelves a las 10 a casa!). Puede que el adolescente sea miembro de la comunidad, pero aún no se ha dado cuenta. Está en el nivel previo a la comunidad, en la sociedad. Lentamente va aceptando las leyes y normas, y los irá viendo como bien, algo deseable. Entonces, tal vez, los unirá y tendrá a la moral. Habrá recibido la educación moral, y dicha moral se puede convertir en una virtud. ¿Cómo se puede educar la virtud? Viviéndola. ¿Cómo se vive la virtud? Con la obligación y el deseo. Eso es lo que se debe aprender previamente, cuando el adolescente ve a los humanos como sociedad. La moral como virtud, la virtud como moral.

Creo que los dos “algos” Deber y Bien se tiene que ver siempre en conexión con los “alguiens” que son los otros seres humanos. Si se obtiene esos dos “algos”, tras y con la educación, al final se tiene al “alguien”, se ha logrado obtener la madurez. ¿El niño ya es un alguien o es un algo? ¿Ya está consciente de si mismo, se comprende, se entiende? Si, en parte, pero aún no está completado. El proceso de aprendizaje sería la fase de la sociedad de Durkheim, pero esa sociedad no termina con la moral dualista, sino sigue hacia la fase de la comunidad con la virtud como producto. Al menos que no se haya suicidado el joven antes de entenderlo, claro.

(1) RODRÍGUEZ SEDANO, Alfredo, y AGUILERA, Juan Carlos, “De la constitución moral de la sociedad a la educación moral según Durkheim”, en Revista española de pedagogía, Vol. 67, Nº 243, 2009, pag. 319 – 336.


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