10 may 2013

Sobre la innovación tecnología militar en escasez de recursos


Evolución y revolución tecnológica

El hecho que la falta de recursos, hasta un momento determinado disponibles siendo excesivamente útiles y necesarios, provoca la necesidad de buscar nuevas soluciones, suele tener como consecuencia la aceleración de la investigación tecnológica.

Durante la crisis de 1973 en Alemania se prohibió incluso el uso de las
autovías en los domingos para ahorrar el consumo de la gasolina.
La posible falta del petróleo en un futuro lejano se convirtió en un tema importante para el mundo industrializado cuando la OPEC cerró durante unas semanas sus grifos del oro negro. En el mismo momento que Europa escaseaba de petróleo, llegando a tal punto que en las carreteras apenas circulaban coches, la innovación tecnología para la energía renovable recibió su primer apoyo verdadero.

Innúmeras ideas y proyectos existían y existen con anterioridad de esas graves circunstancias, solo que se ven como momentáneamente innecesarias, se ignoran o incluso se olvidan.
Cambia cuando la escasez pone en obsolencia las armas, los transportes, en fin: lo necesario para una guerra contemporánea. Entonces se recuerda y se exige a los innovadores buscar urgentemente una solución. En el momento en que una potencia militar (sean los EEUU, China, Rusia o una Unión Europea realmente unificada) se ve incapaz mover sus tropas y sus máquinas por falta de carbón y petróleo, invirtió e invertirá todo lo que tiene con el fin de emplear nuevas fuentes energéticas de tal forma que un tanque o un avión pueda moverse (actualmente solo un submarino grande o un portaaviones tiene reactores nucleares).

Tanques alemanes como el A7V solo
podían circular en carreteras planas.
 
En periodos de paz o en periodos de guerra con abundancia de recursos y estando ganando un conflicto, la innovación tecnológica existe. De todas formas por la falta de presión político y militar, sus fondos financieros suelen ser menores y el interés militar escaso. Cuando se presentaron por vez primera los tanques, los generales se reían de dichos juguetes de metal – hasta que durante la primera guerra mundial vieron su nuevo valor estratégico, necesario para romper las trincheras enemigas. Que su eficacia sea más que discutible es otra cuestión, lo que ahora interesa es el cambio de opinión.   
Se puede hablar que en épocas de paz reina la invención evolutiva: lento y continuo se va descubriendo nuevas formas de armamento, sean cascos romanos, cañones cada vez mayores o pequeños aparatos voladores que disparan sin ser conducidos por un piloto.

Escasez de recursos + Deseo de guerra = Innovación tecnológica

Cambia fundamentalmente cuando se cumplen dos requisitos. Primero uno de los dos bandos tiene que encontrarse en problemas de recursos esenciales para continuar la guerra (escasez de hombres, de carbón, de petróleo, etc.…). Segundo ese bando tiene que poder y desear la continuación bélica. Es decir el bando que está ganando el conflicto es insuficientemente fuerte con vistas a derrotar su enemigo en poco tiempo, y dicho bando enemigo que se encuentra en apuros desea, independientemente del motivo, continuar con la guerra.
Si se cumplen esos dos requisitos se provoca una autentica revolución innovadora.
Quiero destacar la diferencia entre la escasez y la ausencia de recursos. Si la potencia (posiblemente perdedora) carece completamente del recurso que necesita con el fin de mantener con vida su aparato militar, la derrota es rápida y completa. La situación que estoy describiendo se cumple solo si los recursos son “escasos”, permiten la continuación de la guerra aun así con medios muy reducidos y ahorrando por todos los lados.

Con la industrialización esa diferenciaron entre evolución y revolución se hace muy evidente. A partir de entonces los ejércitos comienzan depender de un grado cada vez mayor de recursos cada vez menos abundantes y más complejos. Si hasta entonces los ejércitos necesitaban una cierta cantidad de ropa, alimentación, hierro y pólvora, a partir de entonces el valor de los dos últimos recursos prácticamente explota. Desde las guerras napoleónicas el uso del cañón se ha convertido en un instrumento militar normal, cada vez más pesado y más potente. Inventos como la metralladota tenían como consecuencia que el aumento del ratio de disparo requería un numero mayor de munición. Llevar la pólvora en un cuerno y algunas balas como lo hacían los mercenarios en el siglo XVI dejó de ser suficiente.  
El avance industrial, que otorga poder al país industrializado, igualmente le convierte en un adicto de todos los recursos que necesita con el objeto de continuar ser en lo que se ha convertido.
Por el otro lado el avance tecnológico y la mentalidad científica tienen la ventaja que posibilitan al país industrializado buscar una salida si los recursos necesarios escasean. Si encima dicho país se encuentra en una guerra y, al parecer, está perdiendo o le faltan tropas, armas o recursos, los científicos reciben todo lo que quieren. Eso si: justo cuando lo que suelen necesitar, eso es tiempo y paciencia, faltan.

Tengo tres ejemplos que quisiera destacar, todos ellos de la época industrializada y todos ellos desde el punto de vista del bando perdedor: los confederados americanos de la guerra civil (1861 – 1865), los alemanes imperiales de la primera guerra mundial (1914 – 1918) y los alemanes nacionalsocialistas de la segunda guerra mundial (1939 – 1945). En los tres ejemplos el bando fracasado (que resultan ser, subjetivamente y poco historiográfico hablando, los malos) comenzó con la búsqueda de nuevas armas alternativas cuando comenzaba encontrarse en apuros por el enemigo. Y en todos los tres casos suele ser a gran medida por el bloqueo económico.

Los confederados y el mar

El embargo comercial que sufrían los estados confederados por parte de los estados unidos era la mejor forma de molestarlos. Por un lado les era imposible exportar (y vender) su producto principal, el algodón, y por el otro lado la importación de hierro y armas se reducía a un mínimo (ya que carecían prácticamente de fábricas de munición y armamento). Por si fuera poco brillaba su marina por su ausencia, mientras que los EEUU ampliaron la suya de unos escasos 90 naves a casi 200. De tal forma les era posible completar el bloqueo cada vez mejor.
Stephen Mallory,
Secretario Confederado de la Marina
 desde 1861 hasta 1865.
Los confederados necesitaban crear huecos en esa red cada vez más densa, sin embargo difícilmente podían competir en la construcción con la US Navy por los pocos astilleros que tenían. Entonces Stephen Mallory, el ministro de marina de la confederación, se recordó de un nuevo modelo de barco con que habían experimentando los ingenieros ingleses y franceses: el Ironclad, un barco vestido de hierro. Ya en la guerra de 1812 contra Gran Bretaña habían experimentado los estadounidenses con un barco de ese estilo, y los franceses tenían con su Gloire otro modelo. De todos modos allí se quedaron.
Mallory ordenó la construcción de un Ironclad. En vez de montar un barco completamente nuevo se tapó al buque Merrimack con placas de hierro, convirtiéndolo tras unos meses en la nueva CSS Virginia. Extraño para sus contemporáneos hundió el 8 de marzo 1862 la USS Cumberland, la USSCongress, otros dos barcos militares y tres civiles, en menos de cinco horas. ¿Tan sorprendente es que, escasos años más tarde en 1898, unos pocos naves americanos hundieron la completa flota española del caribe?
Pocas horas después apareció la USS Monitor – un Ironclad fabricado por los EEUU. ¿Cómo era posible?
CSS Virginia.
Mallory, lejos de ser suficientemente humilde para mantener su proyecto en secreto, lo presentó en el congreso confederal, incluso los periódicos hablaron de eso. Y su equivalente noreño Gideon Welles leyó la noticia, investigó un poco y mandó construir a su vez un Ironclad, que incluso se terminó con anterioridad a que la CSS Virginia, siendo el nuevo USS Monitor.
Opino que las potencias ganadoras, en ese caso las EEUU, si tienen suficientes recursos, desarrollan grandes avances tecnológicas durante la guerra. Con todo: solo si es necesario. Welles nunca tenía planeado construir en serio un Ironclad (o mas). Ya bastaba con la construcción de las naves tradicionales de madera con el fin de completar al bloqueo. Cambió de opinión cuando se enteró que su enemigo iba construir un barco capaz de hundir la flota estadounidense.
 
La batalla entre la CSS Virginia (izquierda) contra la USS Monitor (derecha).
Cuando la USS Monitor y la CSS Virginia comenzaron la batalla, se dispararon mutuamente durante horas, sin causar daño al oponente. Entonces, por accidente, una bala de la CSS Virginia llegó alcanzar al mirador de la USS Monitor, cegando su capitán. Durante el cambio de mando, la USS Monitor se alejó del lugar de la batalla, y la CSS Virginia lo interpretó como un éxito, volviendo a su base. Eso provocó en los estadounidenses a su vez la sensación de haber ganado la beligerancia.

De todos modos, este empate demostró rápidamente a Mallory que los estadounidenses podían construir en menor tiempo un mayor numero de Ironclads. ¡Los confederados incluso habían tenido que usar el acero de algunos cañones suyos para crear su CSS Virginia! La posible solución para la victoria marina se ha esfumado, y se buscó otras soluciones. Inventaron las minas de agua, con el éxito que la US-Navy entró con considerable precaución y raramente en ríos confederados, con posterioridad a la perdida de una nave debido por una mina.
La H.L. Hunley junto con su creador.
Si era imposible luchar directamente al enemigo, se podía hacerlo a escondidas. Mediante naves de madera que se movían con vapor, pequeños y muy hundidos en el agua, se pretendía disparar un torpedo con dinamita a un barco, alejarse y desde la lejanía incendiar la cuerda para que explotase dicho torpedo. Junto a las naves de torpedo se empleó por primera vez con cierto existió un submarino militar. Evidentemente, hubo anteriormente experimentos con naves subacuaticas (1620 en Holanda, y durantela guerra de Independencia de los EEUU con el Turtle), solo que hasta entonces faltó el interés. Horace L. Hunley construyó en Julio de 1863 el primer submarino en Nueva Orleans bautizándolo con su apellido. El funcionamiento era similar a la nave torpedo. El submarino acerca medio hundido al barco enemigo, se coloca una mina y se aleja. Tras varios intentos fracasados (Hunley murió en uno de los experimentos) se logró hundir con éxito la USS Housatonic. Sin embargo, murió la tripulación volviendo a la base por asfixió.

Al final, las invenciones confederadas eran puntuales y, exceptuando las minas, prototipos únicos con escaso valor militar. Eso si: lograron molestar la US Navy, y una vez ganado la guerra sus nuevas tecnologías se copiaron e inspiraron a los técnicos del bando victorioso.

Los alemanes imperiales y el guano

Algo similar ocurrió en el segundo imperio alemán. La flota alemana era incapaz ganar la marina inglesa y su bloqueo marítimo era casi perfecto. Por esa razón desarrollaron los alemanes sus submarinos de forma considerable: la entente cordiale apenas utilizaba submarinos, mientras que los alemanes podían permanecer días bajo agua, viajando miles de kilómetros y atacando a los naves enemigos con relativa facilidad.

Un nido, hecho de guano.
Alemania posiblemente hubiera perdido la guerra tras apenas un años por la mera falta de munición. ¿Por qué? Para los explosivos era necesario el nitrógeno, y la única forma para conseguirlo de forma masiva era con los excrementos de aves, el llamado Guano de Iberoamérica. Es más, en 1879 comenzó la guerra del pacifico entre Perú, Bolivia y Chile para controlar la zona del Guano.
Claro: con la marina británica en el atlántico y una flota de submarinos incapaces de cruzar al océano atlántico, resultó algo difícil que llegue suficiente Guano.
Por esa razón la Alemania imperial necesitaba algo que pueda sustituirlo. Y lo encontró: mediante el Haber Bosch Verfahren se podía sintetizar amoniaco en grandes cantidades y fabricar con eso los explosivos y la munición.

Una vez finalizada la primera guerra mundial, se distribuyó la formula química por todo el mundo occidental, igual como muchos otros inventos del mundo químico alemán, inventados en un periodo de búsqueda de recursos alternativos y sintetizados.

Los alemanes nacionalsocialistas y el aire

Finalmente tenemos la Alemania nacionalsocialista. Cuando los nacionalsocialistas llegaron en 1933 al poder apoyaron las investigaciones militares. Conforme iba avanzando la guerra se redujo el apoyo, incluso se canceló o se estaba a punto de cancelar numerosos proyectos. Dos hechos cambiaron esa actitud: la imposibilidad de conquistarInglaterra y el alargamiento imprevisto de la guerra contra la Unión Soviética (más la derrota de Stalingrado 1943). Se hacía evidente la, cada vez mayor, debilidad de la Wehrmacht. Los aliados superaban en todos los campos los alemanes (número de soldados, aviones y tanques) gracias a sus abundantes recursos.

El misil Rheintochter R1.
Por esa razón se iniciaron a partir de 1942 nuevas investigaciones o se retomaron proyectos anteriormente abandonados. Descubrieron sistemas de cohete y la propulsión por reacción, ambas necesarias para combatir la inferioridad en el aire y con el fin de poder volar más alto que los aviones enemigos. Ejemplos serían los cohetes como la A4, Rheintochter y Rheinbote, o los aviones Henschel HS 117, Messerschmitt Me 329, Horten H IX, Dornier Do 335 y el Henschel HS 132. Incluso se desarrolló un lanzacohetes con el fin de defenderse contra la aviación enemiga, el Fliegerfaust de 1944. Por la cada vez mayor falta de material con el objeto de fabricar armas y munición se inventó para la infantería el Sturmgewehr 44 y el Sturmgewehr 45.
El A4 (o V2),
el arquetipo del concepto de las
armas milagrosas (Wunderwaffe).
Numerosos proyectos permanecían en la fase de prototipo, y escasos se producían en serie (como el Sturmgewehr). Lo que interesa es la esperanza (de desesperación) que pesaba sobre esas armas, que llegaron ser denominados oficialmente armas milagrosas (Wunderwaffen). La meta era que, con menos recursos y mayor eficacia, sean capaces de hacer frente ante la (cada vez más evidente) inferioridad numérica.

Una vez acabado la guerra numerosos inventos fueron copiados por los aliados victoriosos: aviones de propulsión, la tecnología de los cohetes, incluso el modelo del Sturmgewehr 44 y 45 (cuyos avances se copiaron en Francia, España y actualmente se produce en la fábrica Prvi Partizan en Serbia).

Conclusión

Es interesante observar como numerosos países intentan evitar sus desventajas militares mediante armas extraordinarias y tecnológicamente avanzadas: sean los submarinos alemanes durante las dos guerras mundiales, sean los descubrimientos de formulas químicas o sea la puesta en práctica militar de proyectos técnicos.

Tanto los confederados de la guerra civil como los alemanes en ambas guerras mundiales tenían la desventaja de carecer de los recursos esenciales que eran necesarias para sus guerras contemporáneas. Los confederados escaseaban en hombres y metales, igualmente como los alemanes. En los tres momentos históricos los bloqueos económicos y la (desde su punto de vista) inmovilización del avance militar o incluso el temor de perdida llevaron hacia el apoyo de la innovación. Con la presión que pesaba sobre los inventores e investigadores se hacían grandes saltos hacia adelante.
De todas maneras, la misma falta de recursos que lleva hacia el descubrimiento tecnológico habitualmente imposibilita el eficaz empleo. O el enemigo ya está conquistando el país, o ya ha copiado la idea (mediante propias investigaciones o mediante espías), o los recursos comienzan escasear de tal grado que ni se puede prolongar la hostilidad.
Eso es la razón de la adaptación de los nuevos conocimientos por parte del vencedor y su utilización en los siguientes conflictos.


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