15 abr 2011

“Nunca te fíes de estadísticas”

Introducción

Las estadísticas son una herramienta muy útil – y simultáneamente muy interpretativas. Raramente son completas y suelen estudiar sólo unos minúsculos aspectos de la realidad. El título elegido está incompleto: la frase completa es “No te fies de ninguna estadística que no hayas falsificado tú mismo”, que, tras la leyenda urbana, la habría dicho el primer ministro británico Churchill. Como no hay pruebas escritas es más probable que fuese un invento del nacionalsocialista Goebbels. Aún así me interesa la primera parte de esa frase, ya que es mi modo de pensar cuando veo una estadística.
Personalmente estoy sorprendido con la gran confianza que se otorga a las estadísticas: “El X % de los estudiantes piensan tal” o “El Y % de la economía ha disminuido”. Reconozco que hay ciertas estadísticas que son fiables – como los resultados de las elecciones, datos científicos, desarrollos económicos. Otros datos sin embargo son muy relativos, como en el caso de las encuestas preguntando a la población sobre ciertas opiniones como los valores. El problema que veo es doble: primero solo se pregunta a una pequeña parte de la población, y a pesar de que se pretenda que sea representativo nunca llega a serlo realmente. Es demasiado arriesgado suponer que justamente está población seleccionada pueda ser la base capaz de expresar la orientación de la población completa, independientemente como de exhaustivo fue el esfuerzo. Segundo suelen ser pocas preguntas (con el fin de poder ser computable y con vistas a que la población responda), sin embargo sigue siendo incompleto. Resumiendo: las respuestas generalmente están limitadas y no reconocen opiniones intermediadas o matizaciones.

Tres errores interpretativos

Hago en concreto referencia al artículo “Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales” del sociólogo Ronald Inglehart. Me choca dentro de ese artículo la mal ocultada – perdone que use la siguiente expresión exacta – arrogancia. Le gusta llegar desde resultados poco seguros a conclusiones finalistas. Tres aspectos quisiera desarrollar: uno trata sobre la combinación de dos datos diferentes; otro sobre una conclusión forzada y al final una conclusión que simplemente no tenía en cuenta el contexto.

Comenzando con la combinación extraña. Inglehart está convencido de que la “secularización es precisamente uno de los factores relacionados con el enorme descenso de los índices de natalidad”. ¿De dónde saca esas conclusiones? La explosión demográfica iniciada en la edad moderna que llegó a su culmen durante la revolución industrial no se desarrolló precisamente en un tiempo muy dominante por la religión; y si fuese correcta esa afirmación debería haber una autentica explosión demográfica en todos los países religiosos del mundo, cosa que no es correcto.

También me hizo gracia la afirmación de Inglehart que de “la religión es importante”. O “Que hoy en día hay en el mundo más personas que nunca con creencias religiosas tradicionales”. Claro, los datos absolutos lo afirman, no obstante porcentualmente no es el caso.
Me cogí un libro de texto de historia y geografía de la educación secundaria y miré el mapa de “las grandes religiones del mundo”. Normalmente se pinta a los países con el color de la religión correspondiente. Con todo era la primera vez en mi vida que vi en un libro de texto escolar en la leyenda lo siguiente: “Cristianismo y el 50 % sin religión” y “Confucianismo y el 50 % sin religión”. ¿Qué países estaban coloreados con esa leyenda? Las tres potencias mundiales: la ex – potencia Rusia, la potencia actual USA y la creciente potencia China.
Dentro de ese mismo libro de texto de secundaria hay al final otros mapas, uno de ellas (en el apartado “principales religiones del mundo”) hace referencia al porcentaje “sin religión”. Aquí la leyenda tiene tres colores: “más del 50 % sin religión”, “entre el 10 y 50 % sin religión” y “menos del 10 % sin religión”. Ahora, seis países estaban con él “más del 50 % sin religión”: las (ex) potencias comunistas China, Rusia, Mongolia, Kazajstán, Bulgaria, Albania, Hungría y Vietnam y, sorprendentemente, Uruguay.
¿Y los países entre el 10 y el 50 % sin religión? USA, dos países del ámbito budista, tres del islámico, dos naturales, dos cristianos de Iberoamérica y de facto la Europa completa. Excepto la península ibérica y la isla Islandia.
De todos los familiares, amigos y conocidos que tengo personalmente, diría que ¼ son religiosos, y ellos suelen ser mayoritariamente “cristianos” sin ir a misa, sin ser papistas, dos de ellos creen en “espíritus” (en vez del dios cristiano) y otra amiga en los dioses celtas. Pues sí, “la religión es importante”, ya lo veo. Realmente se tiene aquí una conclusión forzada.

Mapa de wikipedia con las religiones mundiales - un mapa que, como claramente está escrita, solo enseña las religiones de la mayoría en color (o en rayos en casos de equilibrio). El porcentaje del ateísmo no se incluye.


Aquí ya la situación es diferente: se incluyen (nuevamente) los porcentajes, esta vez del ateísmo y de los agnósticos. Ahora: los porcentajes no son los números absolutos, sino están en relación con las poblaciones correspondientes. Así que: que en Suecia haya entre el 60 y 70 % de ateos no significa que sean más que los 30 - 40 % de los ateos alemanes: posiblemente en números absolutos hay más alemanes ateos que suecos. 

El tercer aspecto, en el cual se ignora al contexto, se encuentra en la conclusión inicial de Inglehart: “Una de las cosas que hemos descubierto es que en los doce países islámicos sondeados son una amplia mayoría las personas que consideran la democracia como la mayor forma de gobierno” (5). Hace unos años hice con una buena amiga y compañera mía, Eva Escribano Compains, un pequeño trabajo sobre el Pan-Arabismo. Era un movimiento con elementos nacionalistas, demócratas y occidentalistas que se formó lentamente durante el siglo XIX con el objeto de “explotar” en una serie de nacionalismos nuevos en el siglo XX con el turco Atatürk, el egipcio Nasser, el partido Baath en Siria e Irak, la revolución en Irán, los pakistaní durante la independencia de la India. Todos esos movimientos estaban liderados por una minoría, normalmente la clase media y rangos medios – altos del ámbito militar, que estaban ilusionados e impresionados por el mundo occidental.
Era un proceso muy lento. Y lo que me molestó es que Inglehart afirma que “los pueblos islámicos, desde Marruecos a Indonesia, aceptan el mundo democrático de forma incontestable”. Vale. Sí. Lo aceptan quemando banderas danesas, teniendo monarquías en Marruecos, Arabia Saudí y teniendo dictadores en Libia, Irak y Pakistán. No “los pueblos islámicos” (comenzando con, igual que en el cristianismo, hay tanto diferentes confesiones como diferentes grados de religiosidad) sino la clase media y, en parte, la alta reconoce y apoya la democracia. Es un fenómeno que existe desde el siglo XX y va creciendo, como se ve excelentemente en Turquía, Egipto e Irán (ignoremos por un momento a su presidente actual y vemos que es un país muy moderno y occidental). Y obviamente: ¿Quién está interesado en participar en una encuesta escrita de unas personas del occidente? La población de clase media (normalmente urbana) con ciertas tendencias positivas al occidente. Hoy en día lentamente el proceso democrático parece haber llegado al mundo musulmán, como en Tunecina, Egipto y Libia.


Rural – Urbano: la necesidad de diferenciar antes de generalizar


Aparte de toda esa crítica pienso que es tiempo con el fin de comenzar a comentar los tres aspectos del contenido del artículo que son interesantes.

Primero: estoy de acuerdo con las “afirmaciones” que hace Inglehart cuando concluye que la situación económica tiene resultados en los valores dominantes de una sociedad.
Un país económicamente menos desarrollado parece ser más nacionalista, menos tolerante (tanto con distintas nacionalidades como con diferentes sexualidades como la homosexualidad), más religioso, más rural y más tradicional. (Antes de seguir, es necesario evitar la generalización. En los casos de los Estados Unidos, la vieja URSS y la nueva potencia China se tiene todo lo contrario de lo que voy exponer, ya que son potencias económicas y al mismo tiempo extremadamente nacionalistas). Es más, históricamente eso solía ocurrir: las civilizaciones se caracterizaron por haber logrado el salto del nomadismo a la agricultura; y una agricultura que sea eficaz o que tenga buenas tierras, en fin, que sea muy rentable, conlleva en conexión una red comercial óptima al desarrollo de núcleos demográficos: las ciudades. Las “grandes” civilizaciones de la tierra se caracterizaron por el número y las dimensiones de las ciudades: desde los maya por los griegos hasta China. La “edad oscura” de la edad media europea (entre el siglo V y el siglo IX) se caracterizó por el abandono de numerosas ciudades romanas. El ámbito rural suele ser siempre una región más “tradicional”. Hay varios factores, que incluso se pueden llevar a niveles altos: grandes imperios solitarios, islas solitarias u amplias regiones agrícolas con una demografía reducida suelen tener poca necesidad de competitividad. Se conforman con “lo que tienen”, y en tanto que no haya grandes catástrofes naturales, invasiones enemigas o explosiones demográficas no hay necesidad de cambios.
En el caso opuesto hay una gran necesidad de competición, de investigar y mejorar, de ser más eficaces. Las islas griegas con una tierra de muy baja calidad; la china del siglo XVIII y IX que se encontró en un enorme desequilibro político lleno de guerras, la entera Europa occidental que durante la edad media comenzó a aumentar su población en un ámbito climático y político favorable: necesitan innovaciones, comienzan a expandir, reorganizarse. La tolerancia, la democracia, el pluralismo, etc.…son necesarios con vistas a que una gran cantidad de personas puedan convivir juntas. Un despotismo bruto al estilo de la prehistoria no es posible en un ámbito demográfico, económico y político amplio. Incluso las dictaduras totalitarias son más “democráticas” que un reino medieval: no una persona con unos familiares y unos cientos de conocidos y hombres de confianza gobiernan; sino partidos con miles de personas y grupos oligárquicos son los que mandan, coordinan.


Arboles en Grecia: capaces de aguantar la tierra dura y seca.
En el ámbito rural con sus valores bastante básicos y simples realmente no hay necesidad de los valores democráticos, la tolerancia, etc.…; allí basta la “religión, Dios, la familia, la patria” (6), o sea que: un simple autoritarismo es posible. Como al inicio del siglo XXI los países “ricos” son muy urbanizados y post industrializados se asigna como “pobre” a los países que siguen siendo mayoritariamente “agrarios”. No me sorprende viendo la historia reciente de España: desde una “patria española, católica y orgullosa franquista” muy agraria y de emigrantes hacia la “democracia moderna, tolerante y liberal” con una gran urbanización, una sociedad post – industrial y meta de la inmigración.
Incluso en los Estados Unidos se puede aplicar ese ejemplo: las zonas costeras en el pacifico y atlántico, o durante la guerra civil el “norte” (con Chicago y Pittsburgh) eran la zona industrializada, densamente poblada, moderna y “rica”, con valores bastante modernos como la democracia. El sur, en cambio, era más “rural”: el hogar de la esclavitud, de un racismo bastante frecuente y, más tardíamente, el “Ku-Klux-Klan”. Esa imagen parece ser un hecho real, y aquí la estadística de Inglehart ha acertado.

El segundo aspecto, ya que estamos en ello, son los Estados Unidos. Inglehart pone en relieve el extraño fenómeno, que los mismos norteamericanos por un lado son muy seculares, racionales, con un fuerte individualismo, y al mismo tiempo son tradicionales, religiosos, nacionalistas y patrióticos (7). ¿Una contradicción, teniendo elementos de un país pobre y de un país rico?


Valores religiosos, nacionalistas, militares.(Fuente)
Realmente no parece muy contradictorio: los USA son una nación muy amplia, muy grande y compleja. Como arriba se dijo, antes, durante, y largo tiempo después de la guerra civil había una división entre el norte “moderno” y el sur “tradicionalista”. Tengo que concretizar: en el ámbito nacionalista no hay una gran diferencia, tanto el norte como el sur se sienten orgullosamente como “americanos” (mejor dicho, estadounidenses). ¿De dónde proviene entonces ese contraste? ¿Necesariamente significa nacionalismo = tradición? Parece que no, y así es importante evitar los estereotipos. Los Estados Unidos son muy diversos y existe una gran contradicción. Son nacionalistas – y al mismo tiempo es un país con la mayor diversidad cultural y etnias del mundo, ya que el 90 % de los estadounidenses tienen antepasados que antes del siglo XVII no vivían en América. Son los tecnológicamente muy avanzados – y al mismo tiempo rechazan los mormones en Utah cada tecnología nueva. Son muy sensibles a la sexualidad – y al mismo tiempo tienen la industria pornográfica más poderosa a nivel mundial. Son muy tolerantes y democráticos – y sólo tienen dos partidos muy similares en un sistema tan presidencialista que el presidente es casi un dictador elegido con el poder de activar las bombas atómicas.
Los USA demuestran que realmente es difícil y arriesgado aplicar los estereotipos 1:1 a nivel nacional. Hay que diferenciar: lo que dije arriba donde estaba de acuerdo con Inglehart continúa activo; sólo que lo aplicaría a nivel “regional”. El este de Alemania hoy está muy despoblado, y curiosamente el movimiento de derecha tiene considerable éxito en esas regiones; a diferencia de la Alemania occidental. No se puede comparar Chicago y San Francisco con Kansas y San Antonio (Texas). Cuanto más grande es el número de personas estudiadas, menos posible es aplicar modelos y estereotipos.
Eso explicaría la sorpresa que demostró Inglehart en su artículo: no hay nada contradictorio. Un americano no es igual de nacionalista en Washington como en Wisconsin. El uno puede ser un nacionalista extremo rechazando a todos los inmigrantes (olvidando que sus antepasados lo eran) por el contrario otro nacionalista puede ser al mismo tiempo un ciudadano del mundo tolerante y cosmopolita.

El tercer elemento del artículo que me gustaría poner de relieve es la cuestión sobre el huevo y la gallina: qué fue primero: ¿la democracia que transforma la cultura o una cultura que favorece la democracia? Inglehart reconoce que “ambas cosas son en parte verdad” (8) y estoy de acuerdo.
La carencia de una cultura tolerante, de igualdad entre sexos y de confianza no puede llevar a la democracia (por esa razón durante la edad media no había democracia en, por ejemplo, Inglaterra. Ahora bien: sí hubo una especie de la misma en las grandes ciudades como Hamburgo, Londres o Venecia). En cambio no se puede aplicar la democracia en una región que no tiene los valores adecuados a la misma (como ocurre en Afganistán o Irak). Si un país quiere ser democrático, lo será por si solo: Alemania ya tenía desde 1848 intereses democráticos y ya tenía una democracia (1919 – 1933), por ese motivo tenía la democratización de los USA con posterioridad a 1945 tanto éxito. Aun así Vietnam, Afganistán e Irak no tenían ni la tradición (curioso, hablo de tradición refiriéndome a la democracia) y la experiencia democrática. China, en cambio, se va democratizando lentamente por sí mismo, como lo hizo Turquía o lo está haciendo Irán.
Son factores que refuerzan y crean a otros factores, la relación de los mismos. Unas simples mejoras tecnológicas, como el nuevo arado en vez del arado romano, o la agricultura de tres en vez de dos campos, van aumentando lentamente la productividad. Al mismo tiempo hay unos pequeños cambios mentales, de valores: comerciantes comienzan a invertir en las tierras y quieren que sean más eficaces, así que animan a la mejora de las tecnologías. Eso lleva a una mayor producción alimentaria lo que causa un crecimiento demográfico. Hay más demanda, más necesidad de eficacia, más ganancia etc.…se nota: no hay un camino ni una respuesta, sino varios elementos. Lentamente la sociedad se transforma tanto económica como culturalmente, en pasos tan pequeños que se puede indicar que se cambian y se desarrollan simultáneamente. Desarrollo económico --> cambios culturales como lo dijo Karl Marx o cambios culturales --> desarrollo económico de Max Weber – personalmente estoy de acuerdo con Inglehart que desarrollo económico = cambio cultural (de los valores).
Siempre habrá un “primer” factor – un invento o una idea. Pues, que así sea: en un país primero se inventó algo accidentalmente y en otro se tenía una nueva idea. En el momento que se tenga los dos elementos de produce la modernización – si la cultura lo permite. China, en la época de Zheng He, había progresado continuamente. Y no lo hizo más, se paró el desarrollo tecnológico sin que hubiera guerras, crisis económicas o inestabilidad política. Quizás está idea “Invento” +/- “Cultura” --> “Modernización” sea mecanicista, se tendría que comprobar si es realmente factible.

Conclusión

La afirmación de Inglehart es correcta a pesar de que interpreta lo incorrecto. Los valores tradicionales (bajo los que yo entiendo nacionalismo, anti – democracia, religiosidad, en resumen: valores autoritarios) siguen vigentes, existiendo, de todas formas se reducen cuanto mayor sea la modernización y cuanto más reducido (geográficamente) sea el estudio: a nivel regional se puede comprobar eso mejor que mezclándolos con distintas regiones a nivel nacional o con distintas naciones a nivel mundial.


(1) INGLEHART, Ronald, “Modernización y cambio cultural: la persistencia de los valores tradicionales”, en Quaderns de la Mediterrania-Cuadernos del Mediterraneo, 2005, Nº 5, pag. 21 – 32, esa cita de Pág. 25.
(2) 26.
(3) 25.
(4) LIMES 2: Ciencias sociales, geografía e historia, edit. Vicens Vives, 3. edición, Alberite (La Rioja), 2006, Pág. 230.
(5) 22.
(6) 27.
(7) 31.
(8) 31.



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