CARDINI, Franco; & VALZANIA, Sergio; Las raíces perdidas de Europa, edit. Ariel, Barcelona, 2008 [original: 2006]. |
"¿Que hubiera pasado si….?”; “¿Cómo sería el mundo si…?” Las preguntas en condicional son prácticamente “tabú” en la historiografía actual. Pocos autores historiográficos se atreven hacerse seriamente la pregunta (como Robert Vogel con su "Railroads and American Economic Growth" de 1964) ya que se arriesga caer en la ficción, la fantasía nada científica. Atento: se cae en peligro, no significa que sea así. En esa línea van Franco Cardini y Sergio Valzania con su ensayo “Las raíces perdidas de Europa” preguntando la Europa del habsburgo Carlos V.
Dicho trabajo fue escrito 2006 por Cardini (nacido en Florencia en 1940, profesor de historia medieval en las universidades de Florencia y de Bari) y Valzania (también proveniente de Florencia, 1951, profesor de comunicación en las universidades de Genova y Siena). Su obra esta dividió en una introducción, siete capítulos, un postfacio y una nota critica (como especie de conclusión). Al final del libro se encuentran las notas, un apéndice con tres mapas (Península Ibérica, Países Bajos, Centroeuropa) y dos árboles genealógicos y un índice de nombres. Al ser un ensayo prácticamente no hay notas de pie en página.
Ambos autores critican razonablemente la tendencia de varios historiadores de identificar la historia como un proceso (pre)determinado. Tanto Cardini como Valzania les llama la atención el hecho que nada en la historia tiene una dirección obvia, programada – y, en cierta medida, previsible. Por esa razón se suele situar el inicio del nacionalismo prácticamente al inicio de la edad moderna, algunos autores incluso lo sitúan en la edad media. Leyendo la estructura de numerosos libros, seminarios y asignaturas es preocupante que se hable de “la edad media española” o “la edad moderna francesa”. “Las raíces perdidas de Europa” pretende ayudar a evitar esa mentalidad y recordar: el nacionalismo y todas sus características – lengua común; la existencia o el intento de crear un estado autónomo; la religión común – apareció como muy temprano durante el siglo XVII. Necesitó desarrollarse hasta el inicio del siglo XIX cuando por fin se usaba el termino “nación” tal como hoy se entiende (ha de tenerse en cuenta que es extremadamente difícil definir que es una “nación”). Es un error ver a “los españoles” como “invasores” en los Países Bajos. Los autores, procedentes de Italia, aprueban lo contrario: Milán y Genova, conquistadas por Carlos V fueron las regiones más leales hasta la llega de Felipe V al trono. El nacionalismo holandés se desarrollo más tarde. En vez de iniciarse por motivos religiosos o cuestiones nacionales comenzó la guerra por diferencias administrativas y financieras.
El camino español: desde Milan hasta los Países Bajos |
Cardini y Valzania invitan a reflexionar, una vez impedido la visión nacionalista, sobre el “imperio” accidental de Carlos V y sus sucesores. ¿Qué hubiera ocurrido si los Habsburgos hubieran tenido los conceptos e ideas de estructurar y administrar ese imperio territorial europeo? Cuando los británicos construyeron el suyo tenían los mismos conocimientos tecnológicos que el hijo de Juana la Loca – ahora bien: podían apoyarse sobre los conocimientos administrativos, adquiridos durante siglos de lenta colonización. ¿Qué hubiera ocurrido si los emperadores católicos hubieran sido menos rígidos y más flexibles en la cuestión del protestantismo? ¿Qué hubiera sido si en vez de proponer Milán hubieran propuesto a Francia los países bajos? La lista continua…los autores en vez de limitarse a preguntar intentan dar respuestas muy detalladas a esas preguntas; lo hacen con el fin de señalar la importancia, la oportunidad que había tenido el uno u otro evento. Hacen un paso más y explican las causas de las fallidas posibilidades, cosa que aumenta el valor de las preguntas, supuestamente aunque no realmente retóricas, de forma muy considerable. ¿Cuántas veces se oye diciendo “Si Alejandro Magno no hubiera muerto tan joven…”, seguído por un silenco ya que no se considera útil reflexionar sobre algo que jamas fue. Cardini y Valzania preguntarían, responderían a esa pregunta y explicarían las causas de la imposible realización de dicha respuesta. En ese caso sería simple: ya que había muerto; en su ensayo las preguntas que hacen son realmente necesarios, ya que varios eventos fueron extremadamente accidentales y fácilmente podría haber ocurrido otro evento con diferentes consecuencias. Se podría suponer que será mejor evitar ese juego, sin embargo ayuda considerable en comprender. Recuerdo que una vez un profesor de la historia moderna, Prof. Usunariz, pedía a los estudiantes que se imaginasen que serían Carlos V y sus consejeros. ¿Se quedarían con Milán o los Países Bajos? Dado que nadie sabia cual había sido la propuesta respondían convencidamente con “Milán, Milán” – y su profesor dijo sonriendo – “Pues no, fueron los Países Bajos”. El tercer elemento positivo es el (según creo, logrado) intento de superar la (aun existente) “leyenda negra”. Es una simplificación pensando que el imperio de Carlos V estaría marcado desde el inicio por la imposibilidad o el gobierno de los “Felipes” fueron obligatoriamente decadentes, obligadas a fracasar. Cardini y Valzania recuerdan que hasta Carlos II, a pesar de todas las bancarrotas financieras y derrotas militares, los Habsburgos – ambas ramas – habían mantenido sus tierras; excepto la independiente holanda. La Bélgica actual seguía siendo Habsburgo.
Es una obra muy interesante por esas dos tesis: eliminar el presentismo nacionalista y atreverse de hacer preguntas algo fantásticas. Porque, sinceramente, si carecería de esos elementos sería un libro escasamente recomendable. Se divide – excluyendo a introducción y conclusión – las 139 páginas en siete capítulos. Por el hecho de que carece de un orden interno ordenado o al menos títulos comprensibles esa división resulta ser insuficiente. Los autores saltan dentro de los capítulos entre años, décadas e por si fuera poco siglos enteros; se requiere un conocimiento mínimo de la edad moderna (y un mapa político en la mente) para seguirles, de otra forma se pierde. El sexto capitulo por ejemplo (a mi parecer) trata sobre las crisis de los Habsburgos entre Felipe II y Felipe IV. Solo: se titula “Y más que yo de mío me soy pacifico y enemigo de meterme en ruidos ni pendencias” – es dudoso que siendo una frase del Quijote se comprenda mejor al tema al contenido. ¿Quiere decir que los reyes se reducían a defender lo que tenían? Sería una interpretación muy forzada.
Aparte es un trabajo difícil de leer: las frases suelen tener una largura de 4 y 8 líneas. Los autores se repiten varias veces con el fin de recordar al lector; por ejemplo se explica y nombra hasta tres veces todos los terrenos que heredó Carlos V. Algunos quizás se sienten molestados; a otros eso les ayuda.
Lo que personalmente algo me disgustó son algunos errores historiográficos. Comprendo que entre tantos nombres puede haber confusiones, sin embargo leyendo “Felipe V y Olivares, apenas llegados al poder (….)” (página 122) me entró una corta risa porque fue la segunda vez en tres frases que se prolongó la vida del nieto de Carlos V. En el apéndice se sorprende uno viendo el “Ärbol genealógico de las Casa de Francia, Borgoña, Austria, España e Inglaterra” por la relación amorosa entre Margarita (hermana de Felipe el Hermoso) y Juana (la Loca, esposa de dicho Felipe), ambas madres de Carlos V. Admito, el diseñador se ha confundido en una sola línea - teniendo en cuenta que es un libro prácticamente sobre Carlos V opino que eso se tendría que tener en cuenta. El diseñador del segundo árbol, “Los Habsburgo y España” no comete ese error, sin embargo está convencido que el hijo de Felipe II tenga la misma numeración que su padre.
El último elemento discutible es la religiosidad de los autores, al menos lo confiesan en la primera frase de la introducción: “Como los dos autores de este ensayo son católicos practicantes, (…)” (9). Lo menciono porque agradezco el esfuerzo de evitar su religiosidad lo mejor posible en toda su obra. Únicamente en dos, tres ocasiones hablan de la “posible intervención divina”, de esa forma evitan corromper su en ensayo con contenidos religiosos.
En conclusión, me ha gustado ese ensayo por su punto de vista original y curioso. A pesar de que sea difícil de leer uno se anima ya que desea saber que más preguntas se podrían hacer. Nunca había visto al imperio de Carlos V como un posible cambio de historia, como la posible unificación europea – asimismo los autores responden comprensiblemente porque esa unificación no fue posible.
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