2 nov 2013

Viaje por Estambul: la columna de Constantino

La columna de Constantino con sus anillos de cobre.
La relación entre el emperador Constantino y su capital Roma era muy tenso, mas aun cuando nombró un cristiano como nuevo prefecto de roma. El primer emperador cristiano, quien nunca se bautizo, tenía la esperanza que la nueva religión monoteísta podía mejorar tanto la moral como la cohesión del imperio, crear una identidad más intensa. La nueva religión, tras décadas de persecución, se ha ido legalizando, y muchos miembros de la nueva élite eran seguidores de este extraño carpintero muerto.

En 326, cuando Constantino celebra el 20 aniversario de su gobierno, crea un escándalo. Hace una marcha triunfal, con sus soldados en sus mejores uniformes, brillantes, como es de costumbre. Pero en vez de ir al templo de Júpiter para rendirle culto, cambia de ruta, y los ciudadanos comienzan insultar al emperador, estatuas suyas se manchan, no se hacen más ofrendas al culto imperial.
Basta ya.
Constantino decide realizar lo que desde hace largo es su sueño: una capital nueva, fresca, sin viejas tradiciones, ciudadanos revoltosos ni un senado anticuado con aristócratas paganos.
Diocleitano había tenido, hace décadas, la magnifica idea dedividir el imperio romano en cuatro partes, con cuatro gobernantes – pero fracasó. Constantino decidió mantener el sistema de un gobierno centralizado (hasta 395 no se hará la división formal entre dos imperios).
Pero para eso tenía que estar presente cerca de la frontera: ataques puntuales de los godos, una guerra interminable con los Sassanidos y un Egipto inestable. En esas fechas la parte occidental del imperio, incluyendo el Limes en Germania, era terreno seguro.

¿Dónde mejor fundar la nueva capital si no cerca de esta frontera inestable? Pero cerca del mar tenía que estar, para facilitar el transporte y el comercio, pero lo suficiente protegido para que ni posibles invasores del norte ni del sur puedan conquistarlo.
La elección cayó en Byzantion: fácil de defender, montañas en el norte y al este, la conexión entre el mar negro y el mar mediterráneo: ¡perfecto! La pequeña ciudad se quintuplicaba, Constantino construyó un palacio imperial, un hipódromo, un foro circular, acueductos, termas un puerto. Y colocó el Milion en el centro de la ciudad. ¡Ahora iban todos los caminos a Constantinopla!
Confiscó numerosos monumentos en todo el imperio para dotar la ciudad con prestigio, y creyó una nueva aristocracia, donde los miembros del nuevo senado son mayoritariamente la minoría del imperio: cristianos.

El centro de la nueva ciudad era una columna: La columna de Constantino. 50 metros alto, consistía en 9 bloques cilíndricos, coronado por una estatua que representaba a Constantino como dios invictos, el sol victorioso, colocada el 11 de mayo 330, con mirada hacia oriente. Al pie de la columna se instaló un bajo relieve con la imagen del emperador, acompañado por dos nikes y dos hombres barbudos, que podían ser tanto San Pedro como San Pablo, como un bárbaro godo y un persa sasánida. Como remate mando construir debajo de la columna una bóveda donde, según la leyenda, mandó guardar un numero variado de reliquias.

La base de piedra construido a ordenes de Abdülhamid I.
Desafortunadamente sufrió la columna numerosos daños durante los siguientes siglos. Solo 86 años tras su construcción destruyó un rayo la parte superior de la columna, y se tenía que añadir anillos de hierro para asegurar una mayor estabilización. Otro rayo lo daño de nuevo en 1079. Un terremoto de 1106 hizo caer tanto a los tres cilindros superiores como la estatua; y el emperador Manuel I Komnenos ordenó colocar a finales del siglo XII una cruz en su parte superior. Por si fuera poco durante la cuarta cruzada robaron los cristianos los anillos que servían para mantener la columna estable. Después de la conquista osmanlí se quitó la cruz.

Mustafa III añadió en 1701 los anillos para que no se caigan los cilindros, y en 1779, tras un fuerte incendio en el barrio que dejo marcas negras en la columna (de allí su apodo de columna quemada), ordenó Abdülhamid I que se cubra tanto la base con las inscripciones como el cilindro inferior con una nueva base de piedra. Y así es como hoy se contempla la columna: más pequeña, con solo 6 de sus 9 cilindros originarios. 

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