24 may 2011

La segunda fase (1973 - 2039): el trabajo con la última Guerra Civil

Suenan como fragmentos de un discurso filosófico. Mediante el uso de esos términos intentaron el año pasado, en 2010, comprender algunas personas al pasado de “su” país, en concreto la guerra civil española. ¿Eso es historiografía? Pienso que no. En la historiografía no existen los adjetivos “dignos” desde hace al menos un siglo. Los historiadores han aprendido que no se puede glorificar, maldecir, etc.…a hechos, personajes o procesos históricos. Por esa razón realmente no gusta hablar de “decadencia romana” porque implica una cierta nota negativa. Tampoco se habla de las “victimas de la guerra de los siete años” de Prusia contra Austria, o si las tropas de Wallenstein actuaron moral- o políticamente con justicia cuando lucharon contra las tropas suecas al sacro imperio. Si se me ocurriera iniciar un debate sobre la dignidad del bando de las víctimas de la guerra civil inglesa durante el siglo XV (me refiero a la guerra de las rosas) y quién de ellos fue el bando “bueno” o “malo”, posiblemente me mirarían abundantes historiadores de manera muy rara.

Las tres fases

Todos los ejemplos mencionados son temporalmente e incluso geográficamente lejanos de la (hasta ahora) última guerra civil española. La separación de esos hechos anteriormente mencionados son como mínimo tres siglos y miles de kilómetros. No forman parte de los estados políticos actuales. La guerra civil española, sin embargo, sí. Es el modelo de referencia de la actual democracia – y se convierte de tal forma en una espada de Damocles.

Cuando ocurre un hecho histórico los contemporáneos forman, naturalmente, una opinión sobre ese hecho. Y pasan esa opinión a sus hijos. Es la visión que se tiene sobre ese hecho, la mentalidad. A mi vista existen tres “fases” en la mentalidad que recuerda a esos hechos. Durante las primeras décadas se suele “ignorar”, “olvidar” o al contrario “glorificar” esos hechos. Se mira de manera unilateral. Después se inicia el trabajar con esa visión. No me refiero a investigaciones históricas – eso, realmente, se podría iniciar al día siguiente al fin de los hechos ordenando y estudiando los documentos y viendo durante las décadas siguientes los procesos que siguen. Me refiero al trabajo emocional, de la memoria, de esos hechos. Se pregunta por la “otra” parte que había sido ignorada. Se lucha contra la mentalidad mantenida hasta entonces. Son las nuevas generaciones que no tienen recuerdos directos del pasado los que están preguntando. La tercera fase, la última y más tardía, es la aceptación del hecho histórico. Se deja la memoria por un lado, la historia por el otro lado. En ambos casos, ese hecho ya no mueve debates emocionales. Es lejana y ya difícil la identificación con sus protagonistas.

Valle de los caídos, símbolo del Franquismo.
Hechos históricos “significantes” son, como ya dijo Braudel, los elementos más pequeños, menos “significantes”, de la historia. Con frecuencia son las manifestaciones visibles de una amplia serie de procesos complicados. Eso no significa que por ese motivo sean insignificantes para los contemporáneos y sus herederos, todo lo contrario. Da la impresión que esa guerra, esa crisis sea “muy” importante – de todas formas solo la idea que permanece durante unas pocas generaciones. Es un momento breve en la historia, un abrir y cerrar de ojos. Como esa percepción no existe para el que lo vive, se aplica automáticamente el modelo de las tres fases que he mencionado arriba. Pienso que tienen que pasar al menos 100 años (para decir un numero) entre un hecho y el inicio de la tercera fase con el fin de comenzar con la investigación objetiva (o lo menos subjetivo que hubiera sido si se hubiera estudiado anteriormente).
Washington Monument
Estados o bandos políticos cuales han ganado una guerra siempre – por descontado – suelen recordar a “sus” soldados y civiles perdidos, a “sus” victorias. Lo que hacían los franquistas con “Los Caídos” no era nada extraño. Los nacionalsocialistas también plantearon la construcción de la ciudad “Germania” con vistas a glorificar sus (imaginadas) victorias; en la URSS había miles de monumentos que recordaron la victoria de la revolución. America tenía y tiene sus monumentos que recuerdan los éxitos de Washington, Lincoln o de sus GI. Recuerdo una novela juvenil de espionaje, donde el protagonista francés pregunta a una guía turística inglesa, si no se siente avergonzada de exhibir la victoria de los ingleses sobre sus compatriotas con la plaza de Waterloo. Es algo normal. En épocas anteriores cada estado solía manifestar “su” victoria de cualquier forma, ignorando a sus enemigos derrotados excepto cuando los exponen precisamente como “los perdedores”. En caso de derrota ocurre lo contrario. Los “perdedores” recuerdan también a los suyos, de todos modos más tardíamente. Prefieren olvidarlo, borrar esa mancha, pasar de ella. Es demasiado triste y humillante. Ah, Vietnam...
Iwo Jima Monument
Eso sería, en ambos casos, lo que llamo “la primera fase”. Pueden durar decenas de años. En la España franquista eran los “ganadores” quienes exhibían su victoria, por el contrario los “perdedores” se callaban, se escondían. En Alemania y Japón se “ignoraba” al pasado derrotado - en el primero hasta la generación del 68, en el segundo hasta hoy - , no solo por los campos de concentración, sino también inconscientemente por la derrota total. (aquí un artículo sobre el intento de Alemania para olvidadlo). Recuerde: en ambos países los habitantes eran nacionales, patriotas orgullosos. No todos eran nacionalsocialistas o racistas; innumerables estuvieron simplemente orgullosos de ser japonés o alemán. Sus países fueron derrotados, y eso les hace sentir humillación. En las clases alemanas de historia durante los años 50 del siglo XX se terminaba 1918, o como mucho 1933. Numerosos ex – nacionalsocialistas seguían trabajando en la primera democracia alemana, no fueron juzgados ni castigados, no se preguntaba ni se hablaba, aunque todos sabían quién habían denunciado a judíos escondidos o quién había sido miembro de la SS. Lo mismo ocurrió en la España franquista. Eso es un proceso normal y nada especial. Después de una guerra intensa, muy emocional, llena de odio, muerte e idealismo, se quiere paz. Tranquilidad. Como después de una bronca con los padres o una pelea con la pareja.
"Fliegen heisst siegen" - titulo de una
obra monográfica sobre la cooperación
entre la Lufthansa y
los nacionalsocialistas.
Décadas más tarde lentamente comienza la segunda fase. Normalmente son los hijos o incluso los nietos los que preguntan a sus padres y abuelos: ¿Qué ocurrió? ¿Por qué? Las nuevas generaciones están intranquilas, quieren saber lo que pasó realmente. No habían luchado ni sufrido, ellos no tienen heridas. Preguntan, investigan – y se emocionan porque la historia es demasiado reciente. El vecino, que en tu juventud te había dado caramelos, había sido jefe de un campo de concentración, comisario revolucionario o denunciante de refugiados. Se descubre que no todo es lo que se pensaba.
Cómo lo presente se fundamenta en ese pasado tan reciente – tan reciente que aun siguen vivos abundantes de los que habían participado activamente – uno no logra ser objetivo. Como los valores culturales de esas nuevas generaciones son similares a los de (al menos) uno de los dos bandos del pasado que han “descubierto” automáticamente se ponen en uno u otro bando. Indudable que hoy en día varias personas están del lado de los aliados y la segunda republica cuales eran, al juicio actual aún existente, “los buenos” (tanto moral- como políticamente), en cambio el eje y Franco fueron “los malos”. Eso aún no se ha superado, y sigue en trabajo. (Por cierto, ¿Julio Caesar y Octaviano deberían ser los “malos”, no? Ambos lucharon contra la republica legal y, el primero había iniciado la guerra civil y el último lo continuaba).
Ahora se comienza a debatir quienes eran los buenos y quienes los malos. La distinción que introduce Cercas me parece interesante: se diferencia entre el ámbito político y la parte de la moralidad. Sin embargo, es una distinción inútil para la historiografía, no obstante necesaria para la memoria. ¿Por qué? Hoy en día, en la democracia actual, la 2. República siempre es y será “políticamente buena” porque hoy en día todas las guerras agresivas, expansionistas, todos los que “tiran la primera piedra”, son siempre los “políticamente malos”. En otros tiempos eso no era necesariamente algo “malo”, ni política- ni moralmente. Para los USA el inicio de una guerra se justifica si es por la democracia – como la guerra de independencia o la guerra de Vietnam.
Eichmann en el tribunal
El aspecto de la moralidad ya es más interesante - ¿Se puede acusar a alguien de ser moralmente malo si estaba convencido de actuar moralmente bien? Veamos, Leguina (6) dice refiriéndose a la Ley de Amnistía de 1977 que, en todos los casos, ninguna institución podría haber podido juzgar a los “criminales” de la guerra civil. Ahora, eso va, como se ve, en contra de la idea de Cercas. Quisiera recordar a Leguina una cosa: Nuremberg. Las acusaciones que se hizo a los (pocos) nacionalsocialistas se basaron en unas normas establecidas como más tarde en 1945, cuando se fundó la ONU. E innumerables de los nacionalsocialistas estaban convencidos de actuar política- y moralmente de forma correcta. ¿Dónde queda, pues, esa diferenciación entre bueno y malo? Es algo bastante subjetivo, relativo. Lagunero opina que “es un deber” hacer el juicio. Con el penúltimo secretario general y jefe de estado de la Alemania oriental, Erich Honecker, se quería hacer el juicio (y no se hizo por cuestiones de enfermedad), incluso se permitía que viaje a Chile. En cambio, a Adolf Eichmann (1906 – 1962) le pillaron en 1960 y le ejecutaron 1962. Si eso es un deber o no, es una cuestión nuevamente filosófica y nada histórica. Personalmente apoyaría esa idea, a pesar de que tiene escaso sentido castigar a un anciano que 1936 tenía 18 años.

Esos dos elementos – la relatividad de bueno/malo dependiendo del bando; y el cambio de la cultura mental como respecto a las guerras agresivas e ilegales como guerras malas – son subjetivos e ideológicos.

Los cuatro elementos a-historiográficos de artículos sobre la Guerra Civil

Aparte de todo eso, lo que me sorprendió leyendo los artículos de Leguina, Grandes, Lagunero, Cercas y Reverte fueron los rasgos similares que tenían todos ellos de ser ensayos pseudo – históricos. Todos sus textos contienen, a mi vista, tres de los cuatro elementos siguientes:

- Insultos. De manera indirecta o directa se insultan los autores entre sí o a bandos políticos o grupos concretos. Leguina habla de “mentira”, Cercas responde con “puñetera verdad” – y eso que fue él mismo a quien le había disgustado el “giro intercambio de acusaciones”. Es también interesante como Leguina hace en su segundo ensayo marcha atrás.

- Anécdotas. Historia no son pequeñas anécdotas interesantes, cuya única función es despertar interés y emociones. Leguina habla de una novela, Grandes de un poema, Cercas del tío de su madre. Únicamente Lagunero y Reverte lo evitan, al menos. Como Moradiellos (vea más abajo) dice: es memoria y fuera del plazo.

- Política. La mayoría de los artículos hacen referencia a partidos políticos actuales, mezclando así elementos históricos del pasado con ideologías políticas actuales. Lo uno es memoria, lo otro historia, y lo tercero filosofía política – todos los casos se mezclan. ¿Qué tiene que ver el PP con al franquismo? ¿O el PSOE con la segunda republica? ¡Sus dirigentes, su ideología, sus electores son totalmente diferentes!

- Dignidad. La insistencia en la dignidad, honradez, moralidad – se nota que son ensayos muy memorísticos en vez de históricos. ¿Qué importa? En Alemania se manifiesta la “dignidad” en la arqueología memorística: buscando los fosos de las victimas, excavando, y enterrando después a los cadáveres tras haber encontrado su identidad en una tumba individual. Punto. ¿Qué más se tiene que debatir sobre dignidad? Leguina al menos propone una pequeña salida: se deja de hablar de quienes fueron más o menos “honrados”, se honra a todos y basta. Aquí se tiene al poema que recuerda Grandes y la propuesta de Cercas que moralmente al menos los que no estaban dando órdenes posiblemente hayan actuado como “buenos”. En esos debates, lo que me confunde es la falta de diferenciación entre la clase dirigente y el “resto” (o sea la mayoría de la población). Se habla que media España era derecha, y la otra izquierda. Un momento: el golpe de estado lo iniciaron unos pocos militares en contra de un gobierno con unos pocos miembros de los partidos numéricamente más poderosos. Era una guerra iniciada por unos pocos; y numerosos lucharon por cuestiones de “idealismo” o porque les tocaba el bando por estar en una zona geográfica. A mí nunca se me hubiera ocurrido decir en Navarra que soy socialista o por caminar Barcelona insultando a la república. Cuando los no – historiadores debaten, que tengan en cuenta ese aspecto. Si debaten sobre los gobernantes y dirigentes de la guerra, o si hablan sobre los que no mandaron, los que lucharon y sufrieron, como suele ocurrir en todas las guerras.

Lo que personalmente me disgustó era la explicación “cuantitativa y cualitativa” de Lagunero. Habla que cuantitativamente el terrorismo franquista había comenzado antes, que era más fuerte y que duró 40 años. Por si fuera poco cualitativamente los golpistas lo apoyaron desde el inicio en tanto que la república no lo hizo.
Publicidad del bando izquierda
Primero: la guerra civil era de 1936 a 1939; no se habla de la dictadura sino de la guerra en sí. Porque de la otra manera también podría hablar de las victimas de Polonia de 1939 hasta 1990. Segundo: “Cuantitativamente, las victimas republicanas y luego antifranquistas fueron más desde el primer momento”. Como ya dije, el contexto de “Antifranquista” y “republicano” no es lo mismo. La guerra civil era, en cierta medida, un estado caótico, anárquico, en la mayor parte de España no había una estabilidad legal como en un estado en paz, en la guerra cada uno podía matar a otro diciendo que fue enemigo del bando. Eso que había “más victimas” es relativo: ¿Cuántos habían matado los rojos y cuantos los azules? ¿Eran en momentos de batalla, ejecuciones o “friendly fire”? ¿Eran enemigos políticos o miembros del propio bando acusados de ser traidores? En una guerra civil es difícil decir quienes mataron a más. Por si fuera poco: Si uno mata a 20 personas y otro a 40, ¿es más malo el ultimo que el primero? Si yo mato a una persona y otro mata a 100, ¿Mi castigo será más leve que el suyo? Pues hala, ¡a matar! Sinceramente, esos juegos “cuantitativos” personalmente los rechazo ya que no manifiesta la “crueldad” de un bando. Si los republicanos hubieran tenido el apoyo del ejército, probablemente hubieran matado a todos los golpistas y ellos a 10 republicanos. Por cuantitativo los republicanos automáticamente hubieran sido los “malos”, ¿no? Como se ve es un juego filosófico sin sentido que carece tanto de lógica como investigación histórica.
Puede que lo escrito no sea políticamente correcto – sinceramente: en la historia no existe lo “políticamente correcto”, en el momento que se tenga esto en cuenta, se convierte la historia en subjetivo, propaganda, invención.

Moradiellos: Como tratar la guerra civil

Todo lo que he dicho hasta ahora NO es nada del ámbito de la historia ni de la historiografía. Es más bien filosofía. ¿Quién fue bueno, quién malo? ¿Castigo o no? ¿Honor o no? ¿Fábulas (o sea anécdotas) o acusaciones?
Enrique Moradiellos
Como digo al inicio, veo ese debate emocional, ardiente, como un elemento necesario de la segunda fase. Los historiadores debemos seguir investigando, sacando “aspectos”, documentos ocultos, hechos sin descubrir y detallar lo que conocemos, para ayudar a los que estarán en la tercera fase. Mientras tanto, dejemos que los no – historiadores lo comenten, reflexionen, piensen. Esa “memoria” es una vía con el objetivo de comenzar a comprender un pasado reciente que sigue influyendo en la sociedad actual. Con la condición de que no empiecen a confundir hechos históricos con la fantasía invito a que se siga con esos debates emocionales, filosóficos, memorísticos. De otra manera los historiadores nos arriesgamos a olvidarnos de la objetividad. El artículo de Moradiellos (7) va justamente en el camino que, así opino, es el correcto. Como buen historiador no usa en ningún momento en su artículo adjetivos como “bueno” o “malo”. Quiero destacar a cuatro de sus cinco elementos centrales que se tienen que seguir: Tanto el historiador como cualquier ensayista debería
  • recordarse que la memoria, al fin y al cabo, es algo individual y subjetivo;
  • dejar la idealización de la segunda república al lado. Era una democracia inestable y caótica, igual que la republica de Weimar entre 1918 – 1922; y 1929 – 1933.
  • evitar la idea de igualar a ambos bandos. Evidentemente: ambos bandos cometieron actos inhumanos; sin embargo es claro: “Los militares que inician un golpe de Estado faccional son los primeros y máximos responsables de los que viene después”. Sufrir sufrió toda la población, la de Madrid posiblemente más que la de Galicia. Si uno prefiere puede decir (y recordar): Ambos bandos cometieron “crueldades” y uno de ellos había comenzado todo eso.
  • decidir como tratar a las personas del post – franquismo como algo puramente filosófico y político. ¿Castigo o reconciliación?
A partir de 2039, cuando hayan terminado las “grandes” conmemoraciones, los grandes eventos y ediciones de colección, cuando se haya estrenado una u otra película (“Madrid: El hundimiento” u otra historia típica que se puede ver en clases de la E.S.O.), posiblemente se iniciará lentamente la tercera fase. Mientras tanto se sigue cavando en los archivos y restos arqueológicos.



We will see and will wait.



(6) LEGUINA, Joaquín, Enterrar a los muertos.

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8 may 2011

Pericles - ¿un político ejemplar?

Habitualmente cada sociedad tiene una serie de valores comúnmente aceptada por la mayoría de las personas quienes forman parte de la misma. Estos valores no son estáticos, fijos, sino cambian continuamente a diferentes velocidades. Nunca faltaban voces que criticaron la falta de cierta moral y la “corrupción” de las nuevas generaciones, mientras que otras querían superar las normas envejecidas y conservadores. Tanto el continuo enfrentamiento como la coexistencia pacífica del debate sobre los valores es un elemento imprescindible durante el desarrollo de la humanidad, inevitables y favorables.

El ensayo "Un político ejemplar"
El sociólogo y profesor Alejandro Naves García de la Universidad privada de Navarra atribuyó al debate su parte con un ensayo que escribió para el diario de Navarra el sexto de mayo 2011. Se trata de un ensayo titulado “Un político ejemplar”, presentando como político ideal al ateniense Pericles de la antigüedad griega. Posiblemente a la mayor parte de los lectores de dicho ensayo les sonó Pericles, como un político “exitoso y honrado”, una persona cuyo nombre se usa para nombrar a la Grecia clásica como “El siglo de Pericles” o “La Grecia de Pericles”.
Prof. Navas García describe a Pericles como político, que “destaca por la nobleza de sus sentimientos y la dignidad de su porte externo”, es alguien donde “nada hay (…) que sea vulgar”, alguien quien renuncio “casi toda la vida social” cuando llegó a gobernar. Por si fuera poco ni era corrupto (incluso ni siquiera se intentaba sobornarle) y tenía una vida privada “extremadamente austero”. “La demagogia no iba con el” y podía controlar las masas para evitar mayores daños. Tampoco falta la mención de las grandes obras artísticas que encargo. Y justo en el culmen, como en una buena obra clásica, comenzó la tragedia, el fin triste, donde el pobre Pericles perdió casi toda su familia, cuando el pueblo ateniense le descolocó del poder. Pero, arrepentidos, le reclamaron después nuevamente, y Pericles, como buen Político, volvió a pesar de haber sido humillado por los mismos quienes ahora le necesitaban. Finalmente muere demasiado pronto, como en un drama, sin embargo “supo mantener la moderación y la altura de miras” durante sus últimos meses de gobierno. Finalmente anima el autor que se voten a los “Pericles en potencia” actuales, sin especificar a quien se podría referir.

Personalmente no quisiera votar a un político quien – ¡Atención, presentismo! – usaba métodos discriminatorias con fines políticos, apoyaba una política exterior agresiva, practique el nepotismo y sea cínico. No me mal interpreten: Pericles fue un político genial, listo, sabía actuar políticamente como pocos políticos. Fue un maestro tanto en las intrigas como en la influencia de las masas. Su retórica fue indudablemente extraordinaria, sus gustos artísticos exquisitos, sus amigos (como Fidias) admirables. En su época tenía tanto admiradores como Thucydides, quienes impresionados decían que “por el nombre se llamo (el gobierno en Atenas) democracia, en realidad fue el gobierno del primer hombre”, mientras que otros, como Aristóteles, veían en el un demagogo. Hoy en día la situación es bastante más clara: como político Pericles sería una persona poderosa en el estado de cualquier país. En cambio dudo que moralmente fuese muy ejemplar, al menos no lo sería en el mundo occidental supuestamente democrático.

¿A que me refiero, hablando, como Navas García, sin ejemplos concretos ni fechas claras? Intentaré dar algunas, accesibles en cualquier obra historiográfica.

Para comenzar: Pericles entró por primera vez en 461 en la política ateniense. Había apoyado al fomento el poder de la democracia cuando el Areópago, el consejo de los aristócratas, perdió su último privilegio, la supervisión sobre los funcionarios. Desde entonces fue función del consejo de los 500. Después, durante una década, no se sabe nada de el, hasta que apareció en 451 – año en que comenzó su entrada activa en Atenas para las próximas dos décadas.
Su primer “éxito” – innegablemente victorioso desde su punto de vista – fue la ley de 451. Propuso en la asamblea (ekklesia) que nadie pueda ser ciudadano cuyos padres no hayan sido ciudadanos atenienses. Incluso se podía aplicar la ley con efecto retroactivo. De esta forma se animo a denunciar salvajemente, ya que se solía vender a los ciudadanos cuyos padres no fueron atenienses a la esclavitud, y realmente se hizo (a pesar de que difícilmente fueron 4760 como lo indicaban algunos autores de la antigüedad). ¿Por qué está ley? ¿Odiaba Pericles a los que no fueron de los suyos? ¿Era Pericles xenófobo? ¡No lo fue, su misma esposa Aspasia venía de Mileto! Pericles propuso (y logró que se aprobó) esta ley para conseguir principalmente votos. Todos los ciudadanos de Atenas mayor de 20 años tenían el derecho a votar; y la mayor parte de los votantes que permanentemente estaban en Atenas fueron remeros, servidores, atenienses libres pero de estratos sociales económicamente bajos. Sus votos fueron los que Pericles anhelaba conseguir; haciendo política en contra de los “extranjeros”, habitualmente económicamente prósperos. Conseguir votos era todo lo que anhelaba. Es poco de sorprender que el hijo que tenía con Aspasia, también llamado Pericles el joven, en teoría no deberán haber sido ciudadano – sin embargo lo fue, aunque bastante más tarde, 429 a.C.. Porque cuando los ciudadanos pidieron que Pericles vuelva a gobernarlos les hizo un chantaje: únicamente volvería si se anularía la misma “ley de bastardos” que había propuesto 451. ¿Realmente eso es ejemplar?

Pieza de cerámica con nombre de Pericles.
También en su actuación política no empleaba métodos “moralmente buenos” (desde el punto de vista actual - admito, sigue siendo muy relativo). En Atenas no se luchaba por ideologías ni ideas sino únicamente por el poder. Si alguien parecía desear el poder para si mismo, los atenienses se podían defenderse con el Ostracismo anual. 443 aparecían dos nombres: Pericles y el de su rival, Thucydides Melos. Los ciudadanos nombraron a ambos – y en las elecciones cuatro meses después acumulaba Thukydides los 6000 votos necesarias para que sea expulsado durante 10 años de la ciudad. ¿No puede ser que Pericles se arriesgo para usar el ostracismo y poder eliminar de esta forma a su rival más temido? Mejor que un asesinato, más eficaz que una campaña electoral – y durante los 4 meses tenía tiempo suficiente para “acumular” votos en contra de su rival. (Obviamente, él rival posiblemente también lo había intentado, perdiendo). ¿Ese manejo, esta táctica política, es muy ejemplar?

¿Qué es la consecuencia de esto? En teoría se podía hablar en Atenas libremente sobre asuntos de política, criticar al gobierno o proponer ideas. Pero después del ostracismo era claro que la política fue un campo arriesgado. Solo los comediantes y literatos seguían atreviéndose hablar sin bozal, como lo hico Kratinos, “que será una Hera, naciendo de la salacidad para el una audaz amante con ojos de perro”. Pericles no le gusto, entre 440 y 439 propuso una ley para prohibir que se riera sobre político y sus familiares – y esta ley de censura se aprobó. Sin embargo, después de cuatro años (cuando la estrella de Pericles se estaba cayendo lentamente) se derroco la ley.

Pericles y Fidias delante de la estatua de la Atenea. 
Prof. Navas García hace naturalmente referencia al “ambicioso programa de obras públicas y de monumentos artísticos”, y sin duda alguna estas obras fueron lugares de la “admiración de las generaciones futuras”. Efectivamente Pericles fue quien propuso la reconstrucción de la Acrópolis, también fue uno de los controladores de las finanzas (Epistatai) – y su amigo, Fidias, fue el responsable de la construcción. A mi juicio había algo de nepotismo. Un detalle: más tarde será Fidias acusado como "impío" o "ateo" por haber esculpido tanto su cara como el de Pericles en el escudo de la estatua de bronce de Atenea. ¿Y qué es de las fuentes financieras? Se pagó con el dinero de la liga de Délos. Después de dos décadas de paz, “prosperidad económica y de superávit en las cuentas públicas” faltaban 2/3 del dinero del tesoro. Todas las ciudades pagaron involuntariamente para el bien de Atenas; para la construcción de un Partenón que no era más que un símbolo del poder ateniense –no fue un templo, faltaba el altar. ¿Realmente eso es ejemplar?

Arriba caracterice Pericles como una persona cínica que apoyaba una política exterior agresiva. ¿A que me refiero? Después de las guerras médicas se fundo 477 a.C. una alianza defensiva llamada liga de Délos, entre varias polis griegas. Rápidamente logró Atenas a tomar un papel dominante (así se paso 454 el tesoro de la liga de Délos a Atenas), Pericles lo convirtió finalmente de una alianza entre iguales en una estructura hegemónica entre desiguales. Atenas tenía una flota muy costosa con 12.000 marineros. 12.000 marineros son 12.000 votos que Pericles deseaba conservar; ¿No sería útil usar esa arma costosa? Desde 448 fundó Pericles cleruquías (eran pequeñas colonias con ciudadanos atenienses) en varias zonas – tanto de aliados como de neutrales – para poder vigilarlos mejor. Cuando los aliados se atrevían a protestar, incluso rebelarse declarándose independientes, Pericles respondió forzosamente: invadió Eubea cuando se atrevió rebelarse 446, otra polis, Histea, fue derrotada y sus ciudadanos expulsados; Samos, que había luchado contra Mileto en 440, fue atacada  derrotada. 1200 talentos tenían que pagar y la mayor parte de la población fue expulsada. ¿Mileto? ¡Que casualidad! Estas expediciones de castigo y represiones son, desde el punto de vista actual (peligro: presentismo), moralmente negativos. Y a pesar que Pericles fue “solo” uno de 10 estrategas, indudablemente fue él quien podía tomar la decisión y presionar a sus colegas estrategas. Fue un militar cruel pero eficaz; y logró actuar estratégicamente admirable. Pero - ¿realmente, como político para la actualidad, es ejemplar? Pericles fue muy cínico: si Atenas no presiona sus aliados arriesga su caída, para mantener la hegemonía era estrictamente necesaria seguir con el camino duro. 
Discurso de Pericles ca. 431 (Foltz)
Se puede seguir observando esta mentalidad cínica: Por un conflicto local se inició la guerra del Peloponeso 431. Esparta no quería la guerra (a diferencia a Guillermo II realmente no lo deseaban), incluso mandó mensajeros a Atenas, a los que ni siquiera dejo hablar Pericles. ¿Pericles deseaba la guerra? Si se mira al contexto, podía ser probable, porque su poder se estaba deshaciendo. 432 los enemigos de Pericles habían puesto en juicio a tres personas cercanas a Pericles: primero a Anaxgoras (quién huyo), después su propia mujer Aspasia (justamente ganó el juicio) y Fidias (quien fue condenado, pero los historiadores discuten que pasó después con el). ¿Puede que Pericles, nervioso ante esta pérdida de influencia, anhelaba una pequeña guerra, igualmente como las que había tenido media década antes para recuperar su poder y prestigio? Obviamente, ninguna guerra tenía causas tan triviales, desde hace décadas había tensiones intensas entre Esparta y Atenas; y sin Pericles posiblemente también podría haber estallado la Guerra – pero el contexto se tendría que tener en cuenta.

Una ciudad anónima que sufre le peste.
Finalmente, “en un breve lapso de tiempo murieron sus hijos, su hermana y la casi totalidad e sus parientes y amigos. Tampoco entonces perdió la grandeza de espíritu, y supo mantener la compostura ante la adversidad” – lo que suena como una tragedia individual, fue un drama donde Pericles no fue el único quien sufrió. Meses después del inicio de la guerra del Peloponeso comenzó a extenderse una epidemia mortal, tras algunos autores una forma de peste, donde murieron varios atenienses. Incluso Pericles murió de la peste. Lo que me molesta aquí es el tono trágico, como si hubiera sido el único quien sufrió y quien mantuvo la compostura.

Pericles fue, en mi opinión, un político genial, sin duda, listo, si: “maquiavélico” en el sentido que era un político racional que pensaba en el bienestar de “su gente” (los ciudadanos de Atenas) – pero no el de otras polis ni habitantes atenienses griegos quienes no fueron ciudadanos.
Lo que no me gusta para nada es si se elige a personas históricas y se escribe sobre ellas únicamente teniendo en cuenta sus lados positivos, creando – aunque sea inconscientemente – una imagen idealizada, casi glorificante, aplicando principios y la moralidad de la actualidad hacia el pasado. Pericles es un político ejemplar si se quiere a un modelo de político eficaz, flexible, capaz de aumentar el poder de los “suyos”, conociendo los límites. ¡Al fin y al cabo, Pericles se había mantenido en el “poder” durante casi dos décadas; y había defendido la hegemonía ateniense sin provocar una guerra contra todos los aliados presionados! Fue un político y estratega excelente. ¿Pero honesto? ¿”Moralmente” bueno? ¿Democrático? ¿Pacífico? Lo dudo.
Se puede y debe buscar ideales. Pero, por favor: que se enseñe a ambos lados de la medalla, la imagen completa. Y evitar el presentismo.

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