“Con el fin de poder enterrar dignamente los restos del difunto” (Leguina, 1), “la traición a un poeta” (Grandes, 2), “enterrar dignamente” (Lagunero, 3), “tal vez acertó moralmente, pero no políticamente” (Cercas, 4), “recuperación de la dignidad” (Reverte, 5)…
Suenan como fragmentos de un discurso filosófico. Mediante el uso de esos términos intentaron el año pasado, en 2010, comprender algunas personas al pasado de “su” país, en concreto la guerra civil española. ¿Eso es historiografía? Pienso que no. En la historiografía no existen los adjetivos “dignos” desde hace al menos un siglo. Los historiadores han aprendido que no se puede glorificar, maldecir, etc.…a hechos, personajes o procesos históricos. Por esa razón realmente no gusta hablar de “decadencia romana” porque implica una cierta nota negativa. Tampoco se habla de las “victimas de la guerra de los siete años” de Prusia contra Austria, o si las tropas de Wallenstein actuaron moral- o políticamente con justicia cuando lucharon contra las tropas suecas al sacro imperio. Si se me ocurriera iniciar un debate sobre la dignidad del bando de las víctimas de la guerra civil inglesa durante el siglo XV (me refiero a la guerra de las rosas) y quién de ellos fue el bando “bueno” o “malo”, posiblemente me mirarían abundantes historiadores de manera muy rara.
Las tres fases
Todos los ejemplos mencionados son temporalmente e incluso geográficamente lejanos de la (hasta ahora) última guerra civil española. La separación de esos hechos anteriormente mencionados son como mínimo tres siglos y miles de kilómetros. No forman parte de los estados políticos actuales. La guerra civil española, sin embargo, sí. Es el modelo de referencia de la actual democracia – y se convierte de tal forma en una espada de Damocles.
Cuando ocurre un hecho histórico los contemporáneos forman, naturalmente, una opinión sobre ese hecho. Y pasan esa opinión a sus hijos. Es la visión que se tiene sobre ese hecho, la mentalidad. A mi vista existen tres “fases” en la mentalidad que recuerda a esos hechos. Durante las primeras décadas se suele “ignorar”, “olvidar” o al contrario “glorificar” esos hechos. Se mira de manera unilateral. Después se inicia el trabajar con esa visión. No me refiero a investigaciones históricas – eso, realmente, se podría iniciar al día siguiente al fin de los hechos ordenando y estudiando los documentos y viendo durante las décadas siguientes los procesos que siguen. Me refiero al trabajo emocional, de la memoria, de esos hechos. Se pregunta por la “otra” parte que había sido ignorada. Se lucha contra la mentalidad mantenida hasta entonces. Son las nuevas generaciones que no tienen recuerdos directos del pasado los que están preguntando. La tercera fase, la última y más tardía, es la aceptación del hecho histórico. Se deja la memoria por un lado, la historia por el otro lado. En ambos casos, ese hecho ya no mueve debates emocionales. Es lejana y ya difícil la identificación con sus protagonistas.
Valle de los caídos, símbolo del Franquismo. |
Washington Monument |
Iwo Jima Monument |
"Fliegen heisst siegen" - titulo de una obra monográfica sobre la cooperación entre la Lufthansa y los nacionalsocialistas. |
Cómo lo presente se fundamenta en ese pasado tan reciente – tan reciente que aun siguen vivos abundantes de los que habían participado activamente – uno no logra ser objetivo. Como los valores culturales de esas nuevas generaciones son similares a los de (al menos) uno de los dos bandos del pasado que han “descubierto” automáticamente se ponen en uno u otro bando. Indudable que hoy en día varias personas están del lado de los aliados y la segunda republica cuales eran, al juicio actual aún existente, “los buenos” (tanto moral- como políticamente), en cambio el eje y Franco fueron “los malos”. Eso aún no se ha superado, y sigue en trabajo. (Por cierto, ¿Julio Caesar y Octaviano deberían ser los “malos”, no? Ambos lucharon contra la republica legal y, el primero había iniciado la guerra civil y el último lo continuaba).
Ahora se comienza a debatir quienes eran los buenos y quienes los malos. La distinción que introduce Cercas me parece interesante: se diferencia entre el ámbito político y la parte de la moralidad. Sin embargo, es una distinción inútil para la historiografía, no obstante necesaria para la memoria. ¿Por qué? Hoy en día, en la democracia actual, la 2. República siempre es y será “políticamente buena” porque hoy en día todas las guerras agresivas, expansionistas, todos los que “tiran la primera piedra”, son siempre los “políticamente malos”. En otros tiempos eso no era necesariamente algo “malo”, ni política- ni moralmente. Para los USA el inicio de una guerra se justifica si es por la democracia – como la guerra de independencia o la guerra de Vietnam.
Eichmann en el tribunal |
Esos dos elementos – la relatividad de bueno/malo dependiendo del bando; y el cambio de la cultura mental como respecto a las guerras agresivas e ilegales como guerras malas – son subjetivos e ideológicos.
Los cuatro elementos a-historiográficos de artículos sobre la Guerra Civil
Aparte de todo eso, lo que me sorprendió leyendo los artículos de Leguina, Grandes, Lagunero, Cercas y Reverte fueron los rasgos similares que tenían todos ellos de ser ensayos pseudo – históricos. Todos sus textos contienen, a mi vista, tres de los cuatro elementos siguientes:
- Insultos. De manera indirecta o directa se insultan los autores entre sí o a bandos políticos o grupos concretos. Leguina habla de “mentira”, Cercas responde con “puñetera verdad” – y eso que fue él mismo a quien le había disgustado el “giro intercambio de acusaciones”. Es también interesante como Leguina hace en su segundo ensayo marcha atrás.
- Anécdotas. Historia no son pequeñas anécdotas interesantes, cuya única función es despertar interés y emociones. Leguina habla de una novela, Grandes de un poema, Cercas del tío de su madre. Únicamente Lagunero y Reverte lo evitan, al menos. Como Moradiellos (vea más abajo) dice: es memoria y fuera del plazo.
- Política. La mayoría de los artículos hacen referencia a partidos políticos actuales, mezclando así elementos históricos del pasado con ideologías políticas actuales. Lo uno es memoria, lo otro historia, y lo tercero filosofía política – todos los casos se mezclan. ¿Qué tiene que ver el PP con al franquismo? ¿O el PSOE con la segunda republica? ¡Sus dirigentes, su ideología, sus electores son totalmente diferentes!
- Dignidad. La insistencia en la dignidad, honradez, moralidad – se nota que son ensayos muy memorísticos en vez de históricos. ¿Qué importa? En Alemania se manifiesta la “dignidad” en la arqueología memorística: buscando los fosos de las victimas, excavando, y enterrando después a los cadáveres tras haber encontrado su identidad en una tumba individual. Punto. ¿Qué más se tiene que debatir sobre dignidad? Leguina al menos propone una pequeña salida: se deja de hablar de quienes fueron más o menos “honrados”, se honra a todos y basta. Aquí se tiene al poema que recuerda Grandes y la propuesta de Cercas que moralmente al menos los que no estaban dando órdenes posiblemente hayan actuado como “buenos”. En esos debates, lo que me confunde es la falta de diferenciación entre la clase dirigente y el “resto” (o sea la mayoría de la población). Se habla que media España era derecha, y la otra izquierda. Un momento: el golpe de estado lo iniciaron unos pocos militares en contra de un gobierno con unos pocos miembros de los partidos numéricamente más poderosos. Era una guerra iniciada por unos pocos; y numerosos lucharon por cuestiones de “idealismo” o porque les tocaba el bando por estar en una zona geográfica. A mí nunca se me hubiera ocurrido decir en Navarra que soy socialista o por caminar Barcelona insultando a la república. Cuando los no – historiadores debaten, que tengan en cuenta ese aspecto. Si debaten sobre los gobernantes y dirigentes de la guerra, o si hablan sobre los que no mandaron, los que lucharon y sufrieron, como suele ocurrir en todas las guerras.
Lo que personalmente me disgustó era la explicación “cuantitativa y cualitativa” de Lagunero. Habla que cuantitativamente el terrorismo franquista había comenzado antes, que era más fuerte y que duró 40 años. Por si fuera poco cualitativamente los golpistas lo apoyaron desde el inicio en tanto que la república no lo hizo.
Publicidad del bando izquierda |
Puede que lo escrito no sea políticamente correcto – sinceramente: en la historia no existe lo “políticamente correcto”, en el momento que se tenga esto en cuenta, se convierte la historia en subjetivo, propaganda, invención.
Moradiellos: Como tratar la guerra civil
Todo lo que he dicho hasta ahora NO es nada del ámbito de la historia ni de la historiografía. Es más bien filosofía. ¿Quién fue bueno, quién malo? ¿Castigo o no? ¿Honor o no? ¿Fábulas (o sea anécdotas) o acusaciones?
Enrique Moradiellos |
- recordarse que la memoria, al fin y al cabo, es algo individual y subjetivo;
- dejar la idealización de la segunda república al lado. Era una democracia inestable y caótica, igual que la republica de Weimar entre 1918 – 1922; y 1929 – 1933.
- evitar la idea de igualar a ambos bandos. Evidentemente: ambos bandos cometieron actos inhumanos; sin embargo es claro: “Los militares que inician un golpe de Estado faccional son los primeros y máximos responsables de los que viene después”. Sufrir sufrió toda la población, la de Madrid posiblemente más que la de Galicia. Si uno prefiere puede decir (y recordar): Ambos bandos cometieron “crueldades” y uno de ellos había comenzado todo eso.
- decidir como tratar a las personas del post – franquismo como algo puramente filosófico y político. ¿Castigo o reconciliación?
A partir de 2039, cuando hayan terminado las “grandes” conmemoraciones, los grandes eventos y ediciones de colección, cuando se haya estrenado una u otra película (“Madrid: El hundimiento” u otra historia típica que se puede ver en clases de la E.S.O.), posiblemente se iniciará lentamente la tercera fase. Mientras tanto se sigue cavando en los archivos y restos arqueológicos.
We will see and will wait.
(6) LEGUINA, Joaquín, Enterrar a los muertos.
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