Los
estereotipos no son razas
Hace
unos meses tuve una interesante conversación con buenos amigos, donde estaba
sorprendido de lo que estaban convencidos sobre la existencia real y
cientificable de razas, y lo defendieron empleando como ejemplos estereotipos
(principalmente físicos) y de que “en los animales también hay razas”.
El
hecho que estén convencidos sobre la existencia de razas no los convierte en
racistas. Sin embargo, tuve otra experiencia desagradable justo dos semanas
antes. Vivo en una pequeña aldea al norte de Pamplona, donde los vecinos se
conocen entre sí. Entonces llegó una caravana de Roma y Sinti, llamado gitanos.
Un detalle: Mientras en España los representantes de los Roma y Sinti se llaman
a si mismos gitanos, eso en Alemania sería un suicidio político, donde se
emplea el otro término para ser políticamente correcto. Y ya comenzó difundirse
por vía oral y mensajes a través de Whats Up frases al estilo “Cuidado, han
llegado los gitanos”, “Ojo, que hay que tener cuidado”, “Gracias por avisar,
por si acaso….”.
¿Y
que tiene que ver lo uno con lo otro? Un chiste sobre narices judíos, alemanes
nazis y gitanos sucios se puede convertir fácilmente en la convicción sería de
menospreciar a las personas que se consideran de esta manera. Y allí veo un
problema: Que esos estereotipos, productos culturales artificiales, se
conviertan en verdades biológicas cientificables.
El
paso de creer que un gitano sea un ladrón hacia estar convencido que todos (o,
como también gusta decir, “la mayoría, no todos”) los gitanos, por el hecho de
pertenecer a “una raza gitana” (como ellos mismos también afirman que son),
sean ladrones natos, es pequeño.
Los
estereotipos existen y su existencia es innegable. Los hay con y sin valoraciones
subjetivas, tanto buenas como malas. ¡Si por cada vez que la gente diga que soy
puntual por ser alemán hubiera recibido un euro, ya tendría mi propia casa! Soy
puntual por mi personalidad, no por ser alemán o hijo de un alemán, ni por
haber vivido en un entorno cultural alemán. Es un estereotipo positivo, pero no
significa que por eso mis hijos biológicos automáticamente sean igual de
puntuales.
El
desarrollo del concepto de raza
Volviendo
a la cuestión inicial: ¿Existen Razas?
Desde
siempre el ser humano ha intentado clasificar los seres humanos, para
identificarse y diferenciarse. Y no necesariamente en el sentido biológico,
sino sociocultural y religioso. Así según Aristóteles había solo dos razas
(griegos y bárbaros) o en la edad media solían haber cinco (cristianos, judíos,
paganos, herejes y musulmanes). Curioso es la primera vez cuando se usaba la palabra
raza: El sacerdote español Alfonso Martínez de Toledo escribe en 1438 que el
campesino es una “rraça”, y el noble otra “rraça”, haciendo referencia
simplemente del linaje conocido del noble y del inexistente del campesino.
En
la edad moderna solía haber dos. Según Henri de Boulainvilliers la nobleza y el
pueblo, según Augustin Thierry la nobleza franco-germana y el pueblo
gallo-celta, o según Edward Coke los Stuarts normandos y el pueblo anglosajón.
Como se ve, se confundía el término actual de raza biológica con clases
sociales, grupos culturales o la pertenencia a comunidades religiosas.
Se
comenzó diferenciar los humanos según una raza biológica tras la reconquista en
España. Como todos los ciudadanos tenían que convertirse al cristianismo, la
diferenciación racial medieval ya no era más útil. Era importante que por
ejemplo para ser cura no se haya sido un converso reciente o haber estado
influido por padres o abuelos musulmanes o judíos. Por eso se comenzó hacer las
famosas pruebas de sangre. La idea principal no era diferenciar los seres
humanos por su raza biológica, sino según la história genealógica del ser
humano en cuestión. Se quería garantizar que no haya ninguna influencia
familiar de alguien que no tenga antepasados cristianos. Y con la expulsión de
los moriscos mitades del siglo XVII, la pureza de sangre perdió definitivamente
importancia, porque para entonces un converso estaba en la tercera o cuarta
generación sin haber tenido un familiar con la fe no cristiana que lo podría
haber corrompido. Es decir que continuaba el criterio religioso, y tras tres
generaciones ya se consideraba un español como cristiano.
Volviendo
a los autores: ¿Qué criterios empleaban?
Todos
los autores diferenciaban a las razas o según donde habitaban o según aspectos
puramente físicos (principalmente la piel) y los evaluaban de manera sujetiva.
Esa
valoración comenzó tener importancia cuando el autor francés Arthur de Gobineau
con su “Essau sur l´inégalite des raçes humaines” (1852 – 1854) introdujo los
conceptos de lucha de razas y la mezcla de razas (que causa el hundimiento de
una raza), aparte de hablar de una raza aria. Es más: durante el siglo XIX
explotó el numero de razas, llegando al extremo que se confundió una nación con
una raza, que no solo tenía diferencias físicas sino también psicológicas como
su personalidad.
Por
si fuera poco, todo eso es hereditario. Llegado a su culmen con el
nacionalsocialismo, donde incluso una bisabuela que estaba casado con un judío
podía significar la perdida de trabajo, y cuanto más junto era el lazo familiar,
más probable de ser clasificado como judío y ser asesinado.
La
inexistencia de razas biológicas
Como
se puede observar se distinguió las razas hablando en términos biológicos y
cientificables solo por aspectos puramente visuales, añadiendo posteriormente
ideas sujetivas (el gitano ladrón, el español/italiano vago, mujeriego pero
buen soldado feroz, el frances orgulloso, el alemán trabajador….).
El
término raza, en la biología actual en desuso, se emplea únicamente con los
animales domésticos.
Una
raza solo se tiene si un grupo de seres vivos comparten una amplia seria de
características en común. Con los animales domesticados eso es posible, porque
el ser humano los controla y modifica directamente, haciendo que una raza determinada
de ovejas produzca más lana, la otra de vacas más leche y otra sea muy
resistente al frío. Si se habla de razas “en los animales” solo es aplicables
con animales domésticos, y solo porque se ha criado directamente durante
cientos de años.
Un
tigre, un león y un lince son tres animales que pertenecen a la familia de los
grandes gatos. Son de la misma raza. A pesar de que los haya de diferentes
tamaños, largura de pelo y cazan diferentes animales. Todo eso viene debido al
entorno climático y de la biosfera de su habitad. Si cogo a leones africanos y
los llevo a siberia, despúes de miles de años posiblemente se parezcan a los
linces, debido al frio, las presas y la nieve.
Todos
los gatos, todos los felinos, son la misma raza: lince, gepardo, león, tirge,
pantera, jaguar, puma….y solo para clasificarlos hablamos de “familias
felinas”.
En
el caso del ser humano solo sería posible implantar la creación de razas
humanas si se practicaría la cría controlada con los seres humanos, como se
intentó a partir de 1890 con la eugenesia en Alemania, Inglaterra, los EEUU y
Escandinavia. Crear a personas de raza pura, mediante prohibiciones de
relaciones sexuales y esterilización forzada.
Genéticamente
un lobo tiene similitudes con un Chihuahua, pero ya no son más la misma raza.
Se ha modificado al lobo de forma tan extrema, que un Chihuahua no se parece en
cada aspecto al lobo original. Sin embargo, un lobo salvaje del norte de Europa
es genéticamente el mismo que uno en America.
El
hecho que un ser humano tenga una piel más blanca que otra es como tener un
gato persa cuyo pelo es negro y la de otro es blanco: ambos son gatos persas de
la misma raza, igual como ambos seres humanos son iguales. O si cogemos a una
foca negra y a una foca gris…
Sin
embargo, un hombre neandertalis y un homo sapiens sapiens (nosotros) si son dos
razas humanas diferentes, que se separarón hace mucho tiempo del antepasado
común. Tenían esqueletos diferentes, variedad del numero de los huesos, el
cuerpo de ambos estaba muy diferente desarrollado, igual como el volúmen
celebral y otras capacidades.
La
variedad entre los humanos (homo sapiens sapiens) tiene una variedad genética
de 0.01 %. Hay más variación genética entre la población japonés aislada del
año 1600 que entre los aborígenes australianos y los europeos. Richard Leowntin
y Luigi Cavalli Sforza mostraron a partir de 1970 que el color de piel, del
pelo y la forma de la nariz son solo adaptaciones del ser humano a su entorno climático.
Si
esa variación genética de 0.01 % sería relevante, los indios norteamericanos y
los indios suramericanos tendrían que parecerse (me refiero genéticamente) más
entre si que por ejemplo con los europeos. Y simplemente porque hace miles de
años los europeos marcharon hacia el oeste y los antepasados de los indios
hacia el este.
Sin
embargo: Físicamente los indios norteamericanos se parecen más a los europeos
que a sus familiares genéticamente más cercanos en Suramérica. Y los aborígenes
australianos se parecen físicamente mucho a los africanos del centro del continente
africano, y eso que genéticamente hay una (minima) diferencia genética del
0.095 %.
Es
decir, el puro aspecto físico no significa que se pueda asociar con un
componente genético. El mayor argumento (“¡Que se parecen diferentes!”) se
deshace porque el mismo cuerpo humano se adapta. Si se coge a 10.000 vascos y
se les aísla completamente dejándolos vivir autosuficientes en el centro de África,
después de cinco generaciones su físico ha cambiado, pero genéticamente
seguirían siendo los mismos como sus familias en el país vasco. Sus pieles se
volverán más oscuro, su nariz se agrandará y posiblemente todos se vuelven
intolerantes a la lactosa.
¿Y
que hay de la raza caucásica? Muy simple: Johann Friedrich Blumenbach, el mismo
quién mencioné antes, escribió en la tercera edición de su “Manual de la historia
de la naturaleza” de 1795 sobre las cinco siguientes razas: la mongol, la
etipoiana, la americana, la malaysiana y la raza caucásica. Según Blumenbach es
la raza caucásica de piel blanca, con mejillas rojas, pelo oscuro o negro y
otras descripciones físicas. A dicha raza pertenecen todos los que viven en
Europa, los asiáticos occidentales hasta el mar caspio y hasta el Ganges y la
población del norte de África. ¡Nada de razas eslavas o judías de por medio!
Más tarde se empleó otros sinónimos de otros ámbitos (por ejemplo de los
lingüistas) como arios, indogermánicos y semitas. La descripción física lo
intentó cientificar por ejemplo el antropólogo Carleton Stevens Coon, pero que
en los años 70 del siglo XX perdió toda su base científica.
Lo
que queda de “caucásico” es solo la descripción física, otra palabra que se
emplea por ejemplo en los EEUU si se habla de gente con piel blanca.
Los
historiadores no dudan que hubo un pueblo, una etnia quienes eran los arios,
provenientes del centro de asía, de quienes derivan casi todos los idiomas
entre Europa y Mesopotamia con sus rasgos culturales. Por esa razón palabras
básicas como padre o madre fonéticamente se parecen mucho, sea si se habla en
persa antiguo o en inglés. Como he dicho: Eran una etnia, un pueblo, no una
raza biológica (como lo suponían no solo los ideólogos nacionalsocialistas). Había
otras etnias, otros pueblos que físicamente eran identicos, pero cuya cultura,
religión e idioma eran diferentes.
Interesante
es la evolución del termino de la raza con los judíos. Se comienzó ver a los
judíos no como una etnia sociocultural cuyo rasgo principal de identificación
es la fe, sino como una raza biológica hereditaria. La “nariz judía” y la fama
de ser avariciosos con el dinero se convierten de estereotipos negativos en
algo supuestamente objetivo y verdadero.
Como
mucho se puede hablar de una raza humana, el homo sapiens sapiens, junto a los
otros extinguidos, como el Homo sapiens neanderthalensis, que si se
diferenciaba en más de una cosa (como el mismo tamaño del celebro), o los
humanos Denisova.
Llegando
a tal punto, creo que ha quedado claro que no se puede hablar de razas humanas
en el sentido cientificable biológico.
Otras
formas para clasificar
Entonces,
¿Cómo se pueden diferenciar o identificar, si no es con raza, a los seres
humanos? Teniendo siempre en mente que todas las clasificaciones son construcciones
sujetivos, artificiales y solo como medio para conversar, se podría emplear términos
como etnias o su sinónimo pueblo. Sería como se empleaba hasta el siglo XX el
término raza sin su componente biológico, siendo una forma de clasificar
flexible y sociocultural.
Una
etnia o un pueblo es un grupo de individuos que tienen una serie de rasgos
comunes socioculturales como la religión, el habitad, costumbres o el idioma.
Entonces, y solo en ese sentido, si se puede hablar del pueblo judío o la etnia
de los Roma y Sinti. Entonces también se confunde con el termino de nación.
Otro
término, el de población, hace referencia a un grupo de individuos en una
región geográfica concreta, lo que hace que hablar de poblaciones sirve más
bien como instrumento de estadística, porque es puramente sujetivo.
Eso
significa que un Roma y Sinti, católico, dominando el idioma rumano y
respetando las costumbres de su pueblo, puede integrarse por completo en la
cultura alemana aprendiendo su idioma e identificandose con las tradiciones
alemanas.
Por
eso, si alguien me pregunta a mi si soy “español o alemán”, me hes imposible
decidirme dado que socioculturalmente ambos pueblos me han influido, domino
ambos idiomas y he vivido en ambos países toda mi vida. Mi respuesta suele ser
a que estado pertenezco, de cuyo ciudadano soy: Europeo, ciudadano de la Unión
Europea. Sus valores, su pasado y sus rasgos en común hacen que me identifique.
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