22 abr 2016

Moisés contra Darwin

El 10 de Julio de 1925 se convocó el tribunal del mono en la ciudad estadounidense Dayton. El  profesor auxiliar de biología, John Thomas Scopes (24), había cometido un tremendo crimen: Enseñar la teoría de la evolución de Darwin.

Eso era en Tennesse estrictamente prohibido por la ley Butler. ¿Cómo puede descender la creación de dios de los monos? Algo que Darwin nunca dijo de tal manera. Pero, a pesar de todo, se convirtió en un conflicto entre la ciencia y la religión, de gran interés internacional.
Clarence Darrow de Chicago, carismático, cínico, activista y enemigo de la pena de muerte, defendió al profesor auxiliar de biología, en contra de William Jennings Bryan, anterior ministro del exterior de los EE.UU. y defensor de la Biblia.

Casi 6000 personas llegaron para asistir al tribunal, que tuvo lugar en esa aldea de 1800 habitantes, y fue, por si fuera poco, transmitida por radio.
Después de varías entrevistas a científicos y religiosos, comenzó el showdown en el séptimo día del juicio. Darrow pidió interrogar a Bryan, quien aceptó. No supo la trampa que le había creado su contrario.
Darrow comenzó su interrogatorio: Bryan, ¿En serio cree que una ballena ha tragado Jonas? Y la historia de Eva y la serpiente, y el origen de los idiomas según la torre de babel…¿Era correcta? Bryan afirmó, como en las clases de confirmación. Pero cuanto más interpretó Darrow la Biblia tal como estaba escrito, más ridículo parecía. Bryan se avergonzó cada vez más, cuanto más inocentes y curiosas historias afirmó ser veraces al 100 %. Al final bufa, que “no se debe interpretar todo a píe de la letra”.
Cabreado, al enterarse que había entrado en la trampa, acusó a Darrow que quería ensuciar la Biblia: Este respondió lacónico “Yo contradigo su argumento”.

Los medios declararon Darrow como ganador del juicio, pero el jurado, todos campesinos religiosos de Dayton, opinaron diferente. Igual como el juez John t. Raulston, quien ordenó tachar del protocolo las respuestas de Bryan.
El jurado declaró en el 21. de Julio de 1925 tras solo nueve minutos al acusado como culpable. 100 $ tenía que pagar Scopes como multa, por impartir la teoría de la evolución.

A Bryan, quien durante 30 años no había ejercido su oficio, le había afectado profundamente la interrogación. Permaneció 5 días en Dayton, comió al mediodía y se hecho la siesta. Nunca más se despertó.
Su contrincante Darrow estaba paseando durante esos días en los montes de Dayton. Los reporteros le acusaron de haber matado a Bryan por romperle el corazón. ¡Que va!, dijo Darrow, ¡Más bien ha comidó demasiado!
¿Y Scopes? Este podría haber seguido en el colegio impartiendo otro curso, siempre y cuando no hablase de la teoría de la evolución. Rechazó – y se fue a estudiar a la universidad.


Todo ese evento había sido planificado – por los comerciantes de Dayton. Sabían que pasaría si un profesor impartiría la teoría la evolución, esperarían la llegada de muchas personas. Apostaron por el interés que causaría un tribunal tan conflictivo, y ganaron. Por esa razón habían convencido Scopes, provocar todo este evento. Y efectivamente: Hasta hoy se conoce Dayton como la ciudad del mono. Y también a la teoría evolutiva le ha convenido este juicio: Hasta el último rincón de los EE.UU. se llegó a conocer dicha teoría.

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